El llamado a elecciones regionales ha hecho más marcadas las divisiones en el seno de la oposición venezolana tras el dilema: votar o no votar. Mientras, el régimen chavista afina sus estrategias y maquinarias para lograr apoderarse de los espacios que todavía no controla del todo.
En el estado Táchira la contienda se presenta como un “juego trancado” para los partidos que representan el bloque democrático. Laidy Gómez, abanderada de la Acción Democrática de Bernabé Gutiérrez y actual gobernadora, aspira a la reelección. Compite en la carrera política con Daniel Ceballos y William Méndez, ambos exalcaldes de San Cristóbal y con quienes firmó un acuerdo para ir a elecciones primarias, que se formalizó con una solicitud presentada ante el Consejo Nacional Electoral.
También para la gobernación figuran los nombres de Fernando Andrade, quien estaría representando a una parte del partido Copei: aunque aun no ha lanzado su candidatura abiertamente, lleva varios meses recorriendo municipios y ha puesto a sonar su nombre en publicidad política.
El periodista Gustavo Azocar se presenta por segunda vez como candidato a la gobernación, en esta oportunidad como una alternativa independiente; además de Freddy Sandoval, comerciante y también independiente.
El Frente Amplio Venezuela Libre, capítulo Táchira anunció que está dispuesto a apoyar las candidaturas de quienes se encarrilan dentro del reglamento de la organización unitaria.
Por el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en el estado Táchira se disputan la candidatura a la gobernación, Freddy Bernal, designado “protector del Táchira” y quien en su cuenta de Twitter se presenta como «futuro gobernador del Táchira»; Macario Sandoval, ex alcalde; y Leonardo Salcedo, quien por tercera vez pone su nombre como aspirante.
Abstención y fracturas
Para Santiago Contreras, periodista y excoordinador de la Mesa de la Unidad Democrática en Táchira, el panorama se muestra complicado para la corriente opositora al existir una fractura que parece irreparable de cara al 21 de noviembre, según indicó en entrevista para el medio El Estímulo.
“Hay dos bandos en pugna entre quienes dicen ser adversarios del régimen militar y policial que encabeza Nicolás Maduro”, dice: “Están a los que no les importa que el chavismo controle el CNE y haga fraude, estos son los que quieren ir a elecciones sin condiciones y los otros que creen que nunca habrá condiciones óptimas de participación”.
Pero aun superando esta fractura –explica- “el mayor problema”, son los electores: “Los opositores en su mayoría no quieren votar. Esto es lo que se observa en la calle y es lo que dicen todos los estudios de opinión pública serios. ¿Cómo haces para mover la masa de tachirenses que ya no creen en nada?”, puntualizó
Gobernaciones, alcaldías y consejos legislativos representan muy poco para los ciudadanos que han visto que estos organismos no les resuelven nada, de modo que, en Táchira, el chavismo no va a vencer a la oposición electoralista que hasta ahora es quien a dicho que irá a elecciones, explica Contreras: “A la oposición la va a vencer la propia oposición que no quiere participar en más elecciones porque no cree en el voto ni en los partidos políticos”.
Otro de los elementos considerados por Contreras, es que aun cuando luego de los diálogos de México, la oposición de Juan Guaidó decida participar en los comicios, persuadir a los venezolanos para que participen será lo más difícil al no haber una posibilidad de obtención de poder.
La oposición debe conservar alcaldías y gobernaciones porque ir a una contienda electoral presidencial sin tener de aliadas a estas instituciones resta fuerza organizacional a la oposición.
“Estimular el voto si no hay otra propuesta mejor a las elecciones o un referéndum presidencial para que los venezolanos decidan, es lo mejor. Esto último movería más la participación ciudadana. Debería permitirse consultar a la población en esta ocasión si quiere ir a un referéndum presidencial o no”, sugiere Santiago Contreras.
El propósito: dividir
El oficialismo se propuso lograr una división orgánica de la oposición: los que tienen las tarjetas oficiales y los que se quedaron sin tarjetas, explicó Carlos Casanova, profesor universitario, jefe del Centro de Estudios de Frontera e Integración de la Universidad de los Andes Táchira.
Con el apoyo del CNE, la estrategia del chavismo se ha profundizado, alcanzando la división de la militancia opositora reunida en las organizaciones políticas, explicó: “Mientras la oposición esté actuando dentro de la estrategia del gobierno no estará haciendo nada distinto a lo que el gobierno quiere. La estrategia opositora debería ser la unidad superior ante la estrategia de división que plantea el gobierno”.
La situación ha generado en el seno de la sociedad un desconcierto superior porque el valor de la sociedad es la unidad y no la división. Lo que esto genera es incertidumbre, desasosiego y desesperanza: “Si no se atiende la dispersión que sufre la oposición tachirense esto puede conducirnos a una desaparición de factores que hacen vida en pueblos, municipios o aldeas. En el proceso del 21 de noviembre, ningún bloque separado ganará”.
Por otra parte, Casanova definió la espera a la que está sometido el Frente Amplio para ir o no a un proceso electoral, como un hecho antipolítico: “Esperar una decisión para saber si se participa, si se decide que no lo que va a lograr es que las bases y cuadros medios participen en el otro frente que posee las tarjetas. Hay candidatos del Frente Amplio que ya andan en campaña a pesar de la incertidumbre”.
Salir de la crisis en la que se encuentra el país no se logrará a través de un solo proceso electoral. Tampoco una salida por medio del diálogo no es algo viable, advierte el docente universitario.
“El diálogo sirve para que el gobierno retroceda en políticas, no para la salida de Maduro. Sirve para lo inmediato, que permita a los venezolanos retomar la calidad de vida y una vez se logre este objetivo se buscará el piso para los retos a enfrentar ante el modelo político y social que se está imponiendo en Venezuela”.
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