El tener proteínas en la mesa cada vez se hace más cuesta arriba para los larenses, debido al alto costo de la carne y el pollo, cuyos precios rondan entre los 3 y 8 dólares en los frigoríficos, dependiendo del corte.
La carne y el pollo han aumentado su costo y esto ha obligado a una parte de los larenses a resolver con lo más económico, como pellejo de pollo y huesos rojos, los cuales tienen un costo de 2 bolívares digitales el kilo y a veces compran en pequeñas porciones, que van desde los 100 gramos que es el mínimo de venta, para darle un gusto diferente a sus comidas.
La pensionada Fanny Aponte asegura que el dinero que recibe mensualmente a través de la pensión no es suficiente para comprar toda la comida que necesita, por lo que intenta solventar como puede para no tener el estómago vacío.
«Con el dinero que recibo por la pensión lo que hago es comprar verduras, esas son las que me rinden y como proteína lo que logro comprar son huesos rojos o pellejo, porque no alcanza para más nada, si me pongo a comprar carne o pollo no puedo comprar otros rubros», aseguró.
Según los registros la carne se ubicaba en $5, pero para este jueves 19 tiene un costo de 6.50 dólares; es decir, que en 8 días el rubro tuvo un aumento del 30%; sin embargo, hay cortes que son más costosos, como es el caso del solomo, que su precio ronda los 7 y 8 dólares.
El que los rubros semanalmente estén presentando un alza, hace que cada vez sean menos los productos que se pueden comprar, sobre todo los pensionados, al no estar en una edad que puedan tener varios trabajos para rebuscarse y generar más ingresos, deben vivir hasta de la caridad de sus conocidos.
«Con el aumento de la pensión no hay que negar que sí tuvimos un alivio, pero aún así no podemos cubrir toda la canasta básica porque aumenta el dólar y cada vez que aumenta, los comerciantes especulan con los precios y es cada vez menos lo que llevamos a casa», aseguró Andrés Meléndez, pensionado.
Larenses piden que se tenga un control sobre los precios porque al no poder llevar la misma cantidad de productos a su mesa, los hace reducir porciones e incluso tener que saltarse algunas comidas para que les rinda, hasta que nuevamente puedan comprar alimentos.