El gremio de ferieros, o vendedores de hortalizas y frutas del estado Táchira aseguró que están cansados de estar sometidos a las «matracas» por parte de cuerpos de seguridad apostados en al menos 40 alcabalas que deben cruzar desde que toman la carretera de La Grita, municipio Jáuregui con frutas, hortalizas y otros productos que se producen en la zona de montaña.
Son al menos 650 ferieros que salen a diario desde El Cobre, Seboruco, La Grita y Queniquea con rumbo al centro del país. Según explica Roberth Maldonado, representante del gremio, cada camión debe llevar al menos 40 bolsas con los alimentos para dejar en los puntos de control de la Guardia Nacional, Policía Nacional y Policías estadales.
Explica que cuando un conductor se baja a sellar las guías de movilización, debe llevar consigo la bolsa con la «ayuda» al organismo que se encuentre en el lugar, quienes en muchas ocasiones se quejan de lo recibido, alegando que es muy poco, no es de calidad, o ya han acaparado mucho de esa verdura.
Maldonado describe esta situación como una «estafa millonaria», pues si se toma en consideración la cantidad de ferieros que a diario transitan por cada una de estas alcabalas, el total de productos que quedan a disposición de los cuerpos de seguridad, es enorme.
«Además de todo se quejan. Uno les regala las cosas y se ponen de exigentes. En la misma alcabala de La Grita los guardias matraquean a los productores porque ahí se reparte la carga dentro de la misma ciudad, matraquean a los intermediarios que son los que le compran a los productores y les llevan a los galpones y terminan matraqueando a los ferieros», denunció.
Además explicó que en el puesto de control de la Redoma del Toro, municipio Panamericano, que es controlada por funcionarios de la Guardia Nacional, Policía Nacional Bolivariana y Policía del estado Táchira, «no pelan a un quesero, a un platanero, a quien lleve pollo. Todos los que pasen por ahí deben dejar algo».
Maldonado recordó que en una reunión sostenida con el ministro de Defensa, Vladimir Padrino López en el Fuerte Tiuna, hace al menos 10 años, se le explicó que el cambio de funcionarios de las alcabalas tampoco ayudaba a solventar la situación, pues quienes llegaban nuevos, traían en la mano otro tipo de exigencias.
«No necesitan cambiar los guardias. En ese momento le pedimos que ya no nos hiciera ese favor porque ellos parecieran que tienen una bodega que la quitan y la instalan en otro lado. Ahí todos están contaminados», aseveró.
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