Los venezolanos vivimos en un constante apagón desde hace años, pero más desde el megapagón de marzo del 2019, y si la situación no ha mejorado es por falta de inversión y abandono del Sistema Eléctrico Nacional, por parte del régimen, ya que según los expertos, para poder recuperar al país en lo que a energía eléctrica se refiere, se necesitan, al menos 15 años de arduo trabajo y 30.000 millones de dólares.
En un trabajo publicado por la Prensa de Lara, los expertos aseguran que se necesitaría ese dinero y tiempo para lograr tener la misma generación eléctrica de 1998. En esa época la industria tenía una capacidad instalada de 20 mil megavatios (MW), entre producción eléctrica hidráulica y térmica. Se atendía la demanda nacional que para la época era de tan sólo de 11 mil MW.
«Hoy la realidad es otra. La generación hidroeléctrica cubre tan sólo 80% de la demanda nacional. Se generan 8.500 MW cuando la demanda se ha incrementado a 12.500 MW. Es decir hay un déficit que el Estado raciona de 4000 MW diarios». La precisión la hizo Joe Carrillo, vicepresidente de la Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesiones Afines (AVIEM).
Agrega que esto ocurre «a pesar que la nación tiene una capacidad instalada para producir 34000 MW. Es decir, Venezuela fácilmente podría estar exportando electricidad. Pero las condiciones de vida de la población han retrocedido a inicios del siglo XX, cuando las noches se pasaban a oscuras o a la luz de lámparas y velas», lamentó.
El monstruo por dentro
Sobre la cantidad real que se necesita, en recursos, para recuperar el sector, «hay que ver el monstruo desde adentro para determinar con precisión cuánto costaría recuperar el SEN. Hay que ver qué tan dañadas o graves están las termoeléctricas e hidroeléctricas del país. Lamentablemente el gobierno y Corpoelec manejan todo con opacidad». Asó expresó Julio Gutiérrez, vicepresidente del Colegio de Ingenieros en Lara.Anuncios
Denuncia que el daño es estructural. «90% de las termoeléctricas del país están inoperativas. Dejaron de funcionar, por fenómenos climatológicos como sequías, dos complejos hidroeléctricos. Uno en el estado Barinas, el Uribante Caparo, y otro en Mérida, el Leonardo Ruiz Pineda. Esto hace que la región andina sea cada vez más dependiente del SEN», explicó.
Resaltó que las termoeléctricas del país están paralizadas porque los motores no funcionan o están obsoletos. Igual ocurre con las dos salas de máquinas del embalse el Guri. Lo mismo con las tres salas de máquina que tiene la represa Macagua y con las que tiene Caruachi. Todas ubicadas en el estado Bolívar.
«En las hidroeléctricas están saliendo algunas turbinas de funcionamiento porque no les pueden dar el mantenimiento adecuado. Va a llegar un momento en que el colapso será total porque están muy deterioradas», alertó.
Precisó que la vulnerabilidad del SEN es cada día más evidente por el deterioro de la infraestructura de Corpoelec. También por el éxodo de especialistas y técnicos.
Fuera del país y bajos salarios
Según informó Oswaldo Méndez, secretario general del Sindicato de Corpoelec en Lara, en agosto 50% del personal había renunciado por los bajos salarios. «En 2013 la industria eléctrica tenía una nómina de 36 mil empleados. Hoy es de 12 mil a nivel nacional». Dijo que los trabajadores prefieren abandonar sus puestos por los bajos salarios que que no les permite adquirir ni 1% de la canasta básica alimentaria.
Reveló la situación en Lara del 11 al 25 de octubre, cuando las comunidades registraron cortes eléctricos que superaban las ocho horas diarias. «Están aumentando los circuitos y las horas de racionamiento pasando de tres y cuatro horas a seis y ocho horas de apagón. Esto se debe a que Lara es cada vez más dependiente del SEN, porque las únicas dos plantas termoeléctricas que funcionan, Planta Dos en la Zona Industrial Uno y Planta Tres en la Zona Industrial Tres, sólo aportan en conjunto 32 megavatios (MW) al sistema interconectado, aun cuando la demanda regional es de 500 MW aproximadamente.
«Aunque no existe la misma cantidad de industrias produciendo por la paralización económica, la demanda de energía aumenta por el número de personas que requieren usar cocinas y hornos eléctricas para preparar alimentos ante la escasez de gas doméstico», apuntó. Sostiene que el problema regional también radica en las erradas políticas que a su juicio ha implementado la gerencia de Corpoelec, a la fecha no han informado un cronograma de racionamiento para que los ciudadanos se planifiquen.
«Hemos exigido la instalación de mesas técnicas para que trabajadores y directivos de Corpoelec logren aplicar un plan eficiente de recuperación eléctrica, las solicitudes han sido ignoradas», apuntó.
Otro factor que afecta el servicio eléctrico en Venezuela es la escasez de combustibles como gas o gasoil que se registra en el país por la caída a niveles históricos de la producción petrolera. Estos combustibles son los que mantienen funcionando las plantas termoeléctricas del país.
«El gas no llega con la presión requerida a las tuberías de suministro de las centrales termoeléctricas, debido a que la producción de petróleo ha bajado, lo que provoca que queden prácticamente fuera de servicio», apuntó un ingeniero eléctrico de AVIEM. Según el Sindicato de Corpoelec, de tres plantas termoeléctricas en Lara, sólo funcionan dos y al mínimo de su capacidad.
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