El Observatorio Venezolano de Prisiones (OVP) presentó el informe temático El VIH y la Tuberculosis en las cárceles venezolanas, el cual expone desde el punto de vista médico las dificultades que enfrentan los privados de libertad que padecen estas enfermedades y la problemática que implica ejecutar un tratamiento adecuado en lugares con hacinamiento y descuido por parte del régimen chavista.
Según lo señalado en el informe, cuyos datos fueron recolectados entre octubre del 2019 y abril del 2020, el problema de la salud y los fallecimientos que tienen su origen en la situación de hacinamiento es un asunto en el que el OVP viene reparando desde hace varios años. Este es uno de los factores, aunado a la desnutrición, que ha permitido el incremento de las enfermedades –y las muertes como consecuencia de estas– desde el año 2017.
Carolina Girón, directora del OVP, informó que de un total de 55 presos fallecidos en las cárceles durante el periodo de tiempo antes mencionado, 40 perecieron por problemas de salud, principalmente por tuberculosis y desnutrición. En los calabozos policiales, las muertes por violencia sucedieron en cantidades importantes, pero las muertes por salud también causaron estragos con un total de 28 fallecidos, siendo la desnutrición la causa principal.
Cabe destacar que la data fue recolectada en recintos penitenciarios y calabozos policiales de los estados Anzoátegui, Aragua, Bolívar, Carabobo, Falcón, Guárico, Lara, Miranda, Monagas, Portuguesa y Trujillo. Por ejemplo, en el Centro Penitenciario de Oriente, conocido como la cárcel de El Dorado en el estado Bolívar, se registraron 6 muertes en este lapso de seis meses (2 en octubre de 2019 y 4 en abril de 2020), todos por tuberculosis.
Mientras que por esta misma enfermedad fallecieron 4 presos en el Centro de Formación Hombre Nuevo Libertador, conocido como Tocuyito en el estado Carabobo, y una lamentable cifra de 13 muertos en el Centro Penitenciario David Viloria y Centro Penitenciario Fénix, ambos en el estado Lara.
En tanto, de la muestra total de 116 reclusos enfermos en los estados Guárico, Lara, Mérida, Miranda, Nueva Esparta y Táchira, 74 de ellos están enfermos de tuberculosis y 25 de ellos presentan además VIH. La muestra de población tomada para el mencionado informe está constituida por hombres, en el rango de edad entre 18 y 45 años, que presentaban bajo peso.
De los 74 reos enfermos, solo 18 reciben el tratamiento requerido para tuberculosis, mientras los otros 56 sufren la enfermedad sin tratamiento alguno. Ninguno de los que además presentan VIH recibe tratamiento antirretroviral.
Manejo integral de los presos enfermos
En el informe presentado por OVP se detalla que “la situación clínica preexistente de estos reclusos no se pudo determinar por no contar con las pruebas clínicas; sin embargo, debemos indicar que según los estudios sobre esta enfermedad, la tuberculosis afecta mayormente a individuos que tienen anemia y desnutrición. Si al ingresar a un centro penitenciario la persona presenta condiciones de salud endebles, tales como las mencionadas, ello implica un mayor riesgo a contraer enfermedades durante el período en prisión”.
De igual manera, expresa que “el ambiente en las cárceles ofrece dificultades inherentes al propio entorno penitenciario; es decir, a las condiciones de higiene y espacio del recinto. Cuando los prisioneros padecen alguna enfermedad, ésta generalmente tiende a complicarse debido a las carencias sanitarias del sistema penitenciario. La proximidad y la intensidad de exposición en las cárceles son los principales factores de riesgo para el contagio de la tuberculosis, aunado a que las reglas de la prisión sólo permiten que los reclusos estén un tiempo reducido del día fuera de sus celdas, de manera que estos pueden llegar a pasar hasta 23 horas seguidas dentro de recintos abarrotados”.
Por otra parte, la población reclusa a menudo tiene dificultades para acceder a la atención médica porque los centros penitenciarios no tienen presupuestos adecuados para el área de salud, incluyendo la falta de personal capacitado. Cuando un recluso enfermo no recibe ayuda médica de inmediato, la enfermedad no es detectada y puede ser contagiada a los compañeros de celda.
Hablaron los expertos
Feliciano Reyna, fundador de Acción Solidaria y conocido por su trabajo en la lucha contra el SIDA en Venezuela, estuvo presente en la actividad donde enalteció el trabajo del OVP y recordó sus inicios en el 2003 con apoyo de Humberto Prado. Para ese momento el observatorio estaba apareciendo en todos los centros y se preguntaban qué podían hacer.
En esa época la población penitenciaria era de 19.500 reos, por lo que para él resulta frustrante ver en lo que se ha convertido el sistema penitenciario en el país, pero lo anima que hay este trabajo sostenido por parte del Observatorio y aliados, esperando que todo esto se convierta en prácticas.
“No se han podido implementar programas con enfoques en DDHH, entre ellos el de la salud para atender a la población penitenciaria. Pudimos avanzar poco a poco, hubo prohibición abierta para que la organizaciones pudieran entrar a trabajar”, agregó.
Estas condiciones penitenciarias se encuentran de cara con la emergencia humanitaria compleja que atraviesa el país, y en ese sentido los privados de libertad se convierten en los grupos de mayor vulnerabilidad, esto como dato importante aportado por el activista.
Añadió además que “si uno piensa en los grupos más afectados por las emergencias sobrevenidas, están los más diferenciados como las mujeres y niñas, le sigue la comunidad LGBTI, personas con discapacidad y las privadas de libertad, todos estos grupos vulnerables se encuentran congregados dentro de las cárceles”.
“Hay una crisis sostenida, generalizada y lo más importante es que hay algo sistemático, en esa omisión hay una sistematicidad. Espero que organizaciones como el Observatorio no dejen de tener ese compromiso para garantizar la dignidad de los privados”, puntualizó Reyna.
Por su parte, el médico internista-infectólogo Santiago Bacci aclaró que la tuberculosis es un indicador de salud, explicando cómo es catalogada como la pandemia de la pobreza unido a los indicadores de vida. “La desnutrición y la tuberculosis son la principal causa de muerte entre la población penitenciaria, en otros años la violencia fue la causa de muerte“.
Según datos aportados por Bacci, la tuberculosis se ha dejado de lado cuando en años pasados estaba relativamente estable. Las cifras en años anteriores era de 30 casos por 100.000 habitantes hasta el 2015 para el 2019 era de 47 por cada 100.000 habitantes, por lo que para él se puede convertir en una epidemia si no se controla.
“Es importante saber que los fármacos no llegan en más del 50% de los casos, no hay información en los boletines de datos de tuberculosis, las visitas reducidas de los familiares impiden la entrega de los tratamientos, es parte de las razones por las que no se ha podido controlar la enfermedad”, concluyó.
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