Desde 2015 sólo funciona en el país la planta procesadora de gas ubicada en Jose, estado Monagas, que apenas llega a producir menos de 15 mil barriles por día.
Aunque Venezuela es el octavo país del mundo con los mayores volúmenes de gas natural, la escasez de este combustible no sólo se hace sentir en los hogares, sino que ha ocasionado víctimas por explosiones de bombonas, en diferentes lugares, y el problema se agudiza cada día.
“Esta situación la hemos denunciado en la legítima Asamblea Nacional y seguimos insistiendo, porque la responsabilidad es la del régimen de Nicolás Maduro”, declaró la diputada María Gabriela Hernández.
La parlamentaria indicó que Venezuela cuenta con tres importantes procesadoras de gas: Ulé, en Falcón; el Criogénico José Antonio Arismendi, en oriente; y Bajo Grande, en el Zulia.
Pero, desde el año 2015, sólo está funcionando el ubicado en Jose, estado Monagas, cuya capacidad instalada permite producir 220 mil barriles diarios, pero, debido a su precaria situación, agravada en los últimos seis años, apenas llega a menos de 15 mil barriles por día.
Claro está, manifestó la diputada Hernández, que esta no es obra de la casualidad, sino consecuencia de la colosal quiebra y destrucción de la empresa Petróleos de Venezuela, S. A. (PDVSA).
El gas que requieren los hogares, el comercio y la industria es el licuado del petróleo, cuya composición es del 60% de propano y el resto 40% de propileno y butileno, a los cuales se les adiciona el ácido sulfúrico, cuyo olor repulsivo, es indicador de que existe una fuga en el cilindro que contiene el combustible.
“En Venezuela era eficiente el suministro de gas mediante las empresas privadas que tenían a su cargo la venta de ese producto”, refirió la parlamentaria. Pero, las dificultades comenzaron en el año 2007 cuando el régimen constituyó la empresa PDVSA Gas, para mediante el engaño decir que el poder era traspasado al pueblo.
Las procesadoras, como ocurrió con toda la industria petrolera, se vinieron a pique y, por supuesto, generaron protestas masivas en todo el territorio nacional y el régimen, desde entonces, ha venido utilizando una política represiva contra los manifestantes, en lugar de resolver los problemas ocasionados por la escasez del gas.
Esas protestas se multiplicaron desde el 2017 al 2020, adiciona la diputada Hernández. El 28 de diciembre del año pasado, las comunidades rurales se congregaron frente a la residencia del coordinador del consejo comunal de Caño de los Becerros, municipio Piar, y en forma inusitada estallaron 161 cilindros que habían en el lugar y 46 personas resultaron lesionadas.
El 19 de enero de este año en el sector Caripe Viejo, de Caripito, se registraron 9 muertes por explosiones de cilindros. Y en diferentes partes del país también se han producido muertes por la misma causa, ya que los cilindros o bombonas carecen del elemento de alerta que tradicionalmente contenía el gas.
Por otra parte, la alternativa a la falta de ese combustible ha sido la utilización de leña para cocinar, que ha ocasionado la destrucción de bosques y de árboles en las ciudades, así como el surgimiento de enfermedades en las vías respiratorias de un número no determinado de personas
Causa indignación, dijo, la falta de gas en todo el país y las protestas no cesan precisamente porque la población se encuentra molesta, ya que ese combustible aumenta continuamente de precio y ya no se vende en bolívares, sino en dólares, cuando los ingresos de las familias venezolanas son muy limitados y la hiperinflación cada día agrava mucho más la precaria situación de la inmensa mayoría de venezolanos.
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