Un equipo periodístico de la Alianza Rebelde Investiga (ARI) entró a la Cota 905, un barrio en el suroeste de Caracas que hasta hace dos años estuvo controlado por una de las megabandas más poderosas del país, y confirmó que hay una nueva estructura criminal que extorsiona, simula delitos y somete a los habitantes de la localidad
Más de 30 entrevistas con residentes de la zona, expertos y funcionarios revelaron que un contingente de agentes de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) sustituyó a la banda de alias «Koki» en el control criminal de este territorio, que ha sido estratégico para el tráfico de drogas y otros delitos.
La Cota 905 está ubicada a menos de cinco kilómetros del Palacio de Miraflores, muy cerca del comando de la Guardia Nacional, de la sede de la Policía del municipio Libertador y de una de las dependencias de la policía política Sebin. Sin embargo, esta zona estuvo desde 2015 hasta 2021 bajo el dominio del grupo delictivo liderado por Carlos Luis Revete, conocido por el apodo de «Koki».
Luego del desmantelamiento de la megabanda, los policías se instalaron en el barrio para supuestamente devolver la seguridad a sus habitantes. Pero en lugar de llevar paz y tranquilidad, implementaron una red de extorsión que somete a habitantes, visitantes y comerciantes de la zona, así lo revela este reportaje.
Testigos y víctimas describieron que, imponiendo su autoridad, funcionarios de la PNB se apoderaron de todo el territorio no sólo para mantener a raya al remanente de delincuentes que pudieran quedar de la banda del «Koki».
Luego trasladan a estas personas a los módulos improvisados o los montan en patrullas, mientras los obligan a comunicarse con su familia para pedirles dinero, de lo contrario, los implican en delitos y formalizan las detenciones. Las víctimas son privadas de su libertad hasta que sus parientes paguen el dinero exigido por los uniformados.
Los habitantes de la Cota 905 entrevistados aseguran que viven con miedo y buscan resguardar a sus hijos, pues temen que –como en el pasado– las acciones de policía estimulen el surgimiento de una nueva organización delictiva, que intente frenar los excesos de los cuerpos de seguridad. Esto podría reactivar los enfrentamientos y balaceras que parecían haber quedado en el pasado.
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