Más allá de las repercusiones jurídicas, políticas, de apoyo internacional y del funcionamiento de los factores de oposición, el elemento importante de lo ocurrido en el seno de la Asamblea Nacional del 2015, que mediante la reforma al Estatuto de Transición, eliminó el gobierno interino de Juan Guaidó, es el quiebre afectivo del liderazgo opositor.
A esa conclusión ha llegado el conocido politólogo Piero Trepiccione, quien advierte que estamos en presencia de una de las crisis más complicadas de la oposición.
En este sentido indica que más allá de las alianzas burocráticas de los partidos, de los diversos factores que componen el variopinto opositor venezolano, ese elemento del quiebre afectivo es lo más grave que se ha producido.
Yo no sé qué tanta capacidad tengamos para que haya una recuperación de la oposición, lo más pronto posible, expresa. Ya estaban siendo convocadas unas elecciones primarias, en las cuales participarán todos esos factores que ahora son copartícipes de este quiebre afectivo.
Su preocupación se fundamenta en que esas elecciones primarias se deben efectuar en seis meses.
Inmediatamente se pregunta: ¿Cómo se puede hacer para recomponer afectivamente al liderazgo opositor, para poder medirse en un proceso difícil, complicado, con todos los obstáculos del mundo y, además, respetar el proceso y al otro?
Hay otro detalle muy significativo que debe ser tomado en cuenta con mucha seriedad, como es que en la mesa de negociaciones en México, ya el gobierno de Nicolás Maduro colocó sobre la mesa la propuesta de un adelanto de las elecciones.
Pero, no sólo de elecciones presidenciales, sino con la posibilidad de escoger a los diputados de la Asamblea Nacional, gobernador y alcaldes.
Se trata de unas megaelecciones, que, indudablemente, requiere de un acuerdo político para llevarse a cabo; pero, se trata de una propuesta de gran magnitud.
Suponiendo que los actores que están en la mesa de negociaciones en México lleguen a un acuerdo y la aprueben, ¿de qué manera se puede revertir el quiebre afectivo en tan corto tiempo para afrontar un desafío de esa naturaleza?
Trepiccione vuelve con una interrogante que hace pensar: ¿Qué tan rotas han quedado las relaciones de nuestros líderes opositores más allá de lo que representan Juan Guaidó, Voluntad Popular, el llamado G-3 de AD, Un Nuevo Tiempo y Primero Justicia?
¿Esa decisión del 30 de diciembre fortaleció a Maduro?
Por supuesto. Nicolás Maduro teniendo el mayor rechazo entre el liderazgo del país y unos niveles altos de descontento popular, y una responsabilidad por la crisis que vive el país, tiene la minoría mejor organizada de Venezuela y con una capacidad de movilización y articulación importante en el plano electoral. Con esa minoría él tiene a una oposición dividida en mil pedazos que le facilitan las cosas.
Lo más lamentable es que todos los venezolanos vimos a los líderes de la oposición insultándose, todos los días por las redes sociales, dando un triste espectáculo, comentó. Eso genera más división y atomización. Ante la fragmentación política de la oposición, indudablemente, Maduro sonríe.
La única opción que tiene Maduro de ganar la reelección presidencial cuando su rechazo es mayor al 60 por ciento, es tener una oposición fragmentada. Y por ello insisto en las consecuencias del quiebre afectivo que se ha producido.
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