El secretario general del Partido Comunista de Venezuela (PCV), Oscar Figuera, afirma que «el problema del PSUV contra el PCV es que estamos denunciando el nuevo pacto de élites» y el plan que busca «crearle un paraíso a los sectores del capital nacional y transnacional a costa de sueldos miserables y de condiciones de trabajo infrahumanas».
Advierte que «el gobierno está manipulando y jugando con fuego en una dimensión de ceguera política» al no calibrar debidamente la magnitud que puede alcanzar la protesta de los trabajadores del Estado. En esta entrevista narra los detalles que llevaron al PCV a la ruptura con Nicolás Maduro. «Nuestra crítica principal a todo el proceso con Chávez es que se avanzó en una redistribución del ingreso petrolero, pero no en la transformación de la base material de la sociedad»
El Partido Comunista de Venezuela (PCV) cumple este domingo 5 de marzo 92 años de fundado y tiene previsto un acto central en su sede histórica, el teatro Cantaclaro, y eventos regionales. La cercanía a la centuria lo encuentra como es su costumbre: en pie de lucha por los derechos del pueblo que siguen siendo violentados por «un nuevo pacto de élites» que encabezan Nicolás Maduro y su gobierno, a costa de «la miseria» de los trabajadores.
Oscar Figuera, diputado a la Asamblea Nacional-2020 define como «entreguista y neoliberal, al servicio del capital» la política del gobierno que entre 2013 a 2018 condujo «un proceso de dejar destruir la industria nacional para después justificar su privatización».
Como secretario general del PCV, Figuera narra en esta entrevista detalles del «proceso» de las relaciones del partido y su enfrentamiento con Maduro y «sectores de la cúpula del PSUV», que le han llevado a promover una campaña internacional de denuncia y solidaridad de «más de 40 partidos comunistas del mundo«, ante la amenaza de judicializarlo.
Figuera alerta sobre «la ceguera» de quienes están en el gobierno que no ven la fuerza que está alcanzando el movimiento de protestas que iniciaron los pensiones, jubilados y trabajadores del magisterio, que puede alcanzar «magnitudes inmensas», pese a la aplicación de métodos de represión selectivos en las bases sindicales.
«El nivel de control social del aparato del Estado y del PSUV no hacían previsible el nivel de respuesta que ha alcanzado la protesta de la clase trabajadora, eso hay que decirlo», afirma.
El PCV está promoviendo un proyecto de ley de aumento general de salario indexado a la canasta básica y de escala móvil de salario así como proyecto de Ley de recuperación del valor de las prestaciones sociales para darle mayor contenido al movimiento de los trabajadores.
«Independientemente del resultado reivindicativo, este movimiento ya es victorioso porque activó la movilización de los trabajadores (…) Y si este movimiento conquista las demandas que está haciendo, particularmente las del salario indexado a la canasta básica, está derrotando la política monetarista del gobierno».
«Hay todo un plan para crearle un paraíso al capital nacional y transnacional a costa de sueldos miserables y de condiciones de trabajo infrahumanas», afirma Figuera, al tiempo que acusa a «la fulana Central Bolivariana Socialista de Trabajadores, una cúpula patronalizada con el sector privado y con el sector público, y las federaciones y sindicatos nacionales del sector magistral» de estar coaligados para intentar derrotar la fuerza del movimiento de los trabajadores.
—El PCV marca distancia formalmente con el gobierno de Nicolás Maduro en las elecciones de 2020. ¿Cuándo empieza el distanciamiento?
—Fue un proceso de acumulación de contradicciones desde 2011. Nosotros tuvimos una relación con el Gran Polo Patriótico (GPP), con el PSUV, con el gobierno desde los tiempos de Hugo Chávez, con un grado de complejidad. Consideramos que la lealtad no es un acto de sumisión y de subordinación y así lo dijimos. Para nosotros la lealtad es un acto de crítica y autocrítica. El PCV no es sumiso ni subordinado, responde a sus principios y a su política que la deciden los congresos del partido.
Ya en 2007, cuando se crea el PSUV, Chávez dice que se va a dar una gran discusión y después dijo no hay discusión, vengan y se incorporan al PSUV. En un congreso en marzo del 2007 decidimos no disolver al PCV. Dijimos que quienes se quisieran ir se podían ir, no hay problema, es un llamamiento del líder del proceso, no se van para la derecha, pero Chávez nos respondió algo así como que nos iba a volver polvo cósmico.
Después del 2007 no recibimos el apoyo electoral del PSUV, Chávez ya no estuvo de acuerdo en apoyar nuestras candidaturas.
Aunque teníamos esa divergencia con Chávez desde el punto de vista estratégico —desaparecer al PCV no era un problema táctico—, seguimos coincidiendo en la necesidad de abrirle cauce a un proyecto nacional liberador, construir soberanía frente al enemigo histórico principal: el imperialismo estadounidense y europeo. Posteriormente, tuvimos diferencias con Chávez sobre el desarrollo de proyectos en el campo, con Sarao, Saraíto, Fundos Zamoranos, Núcleo de Desarrollo Endógeno, etc. Consideramos que se estaba haciendo sin bases científicas.
Tuvimos diferencias con el desarrollo endógeno y tuvimos observaciones sobre el tema electoral; hicimos denuncias sobre la corrupción, sobre la necesidad de construir una dirección colectiva. Eso no fue posible. Lo planteamos con el primer Polo Patriótico, al Comando Ayacucho, al Comando Miranda y no fue posible con el comando político de la revolución construir una dirección colectiva del proceso.
—¿La respuesta fue ignorarlos?
—Sí, ignorarnos. Hicimos llegar comunicaciones, pero no hubo espacio para la discusión. Eso obligó al PCV a fijar posiciones públicas. En vida de Chávez teníamos diferencia de enfoque y nos opusimos a candidaturas de gobernadores, alcaldes, etcétera, que considerábamos que no correspondían al perfil de un proyecto revolucionario. Tuvimos divergencias sobre el tema de los trabajadores y ese es el tema que profundiza las diferencias con el gobierno de Nicolás Maduro: su política salarial, de bonificación, su política de paralizar las discusiones de las convenciones colectivas.
En 2011, en el XIV Congreso del PCV, caracterizamos la realidad venezolana y vimos que ya era difícil que avanzara el proceso revolucionario. Se había dado un cambio en el carácter social de quienes dirigían el proceso. ¿Cuál era el cambio?, que se habían convertido en gente muy rica por distintas vías, algunos se habían corrompido y aunque hablaran de socialismo y de revolución para nosotros no estaban en ese plan. Entonces dijimos: en Venezuela hay condiciones, por el liderazgo de Chávez, por la efervescencia popular, para avanzar en transformaciones profundas de la sociedad, pero hay que lograr un cambio en la correlación de fuerzas para la dirección del proceso.
—¿En ese momento el PCV estaba mejor como organización que antes del chavismo?
—Estábamos mejor. Cuando nosotros decidimos apoyar a Hugo Rafael Chávez Frías en 1998 —fuimos el primer partido orgánico que lo apoyamos, porque el MVR no existía— él tenía un 7% de la opinión pública favorable. Lo apoyamos por la coincidencia programática y el PCV venía de una situación muy compleja, los sucesos de Europa del Este, el triunfo de la contrarrevolución en la URSS, e internamente teníamos un solo diputado, que era Trino Melean.
Cuando vamos a las elecciones a la Asamblea Nacional (2010) esas divergencias llevan a que al PCV no lo traten correctamente en la alianza. El plan del GPP era que el PCV no llevara candidatos principales. A mí se me propuso ser suplente de María León en Aragua, pero el partido dijo que no. Al final se abrió un espacio en Guárico como cabeza de lista y sacamos un diputado. que fui yo.
—Hay más de una década entre 2011 y el presente. Visto en retrospectiva, ¿valió la pena la paciencia que el PCV tuvo con Chávez y con Maduro?
—Con Chávez no fue un asunto de paciencia, fue que considerábamos que nuestras divergencias eran menores en cuanto al impulso que Chávez le daba al proyecto estratégico.
—¿Para cuándo Chávez muere usted entiende que seguían teniendo el mismo objetivo ideológico-programático?
—Chávez dijo algo muy importante antes de morir sobre la necesidad de dar un golpe de timón y hacer una evaluación crítica y autocrítica de la dirección de la gestión. Nuestra crítica principal a todo el proceso con Chávez es que se avanzó en una redistribución del ingreso petrolero, pero no en la transformación de la base material de la sociedad. Si no hay planificación, asignación de recursos en la dirección correcta, si no hay control y ejecución de los procesos, si no hay sanción a la corrupción, al uso indebido de los recursos —a veces no hay corrupción sino ineficiencia—, sin eso es muy difícil avanzar.
Cuando Chávez muere, creíamos que con Nicolás Maduro podía haber un giro, porque Maduro venía de la lucha popular, de la lucha obrero-sindical, de las organizaciones políticas. Él mismo dijo que nadie podía sustituir a Chávez sino que la única manera de asumir la magnitud del liderazgo de Chávez era con un gran esfuerzo colectivo. Pensamos que esa declaración era un anuncio de que la crítica y la autocrítica se iban a establecer. Sin embargo, eso no pasó.
Las primeras observaciones nuestras al gobierno de Nicolás es que pasó tres años y medio, aproximadamente, anunciando que iba a anunciar y no anunciaba nada. Eso se volvió una mamadera de gallo.
En 2016 caen los precios petroleros y el presidente Maduro, en vez de aprovechar para hacerle un llamado al país a la producción, lo que dice es que nadie se preocupe porque aquí no va a pasar nada y que el Gobierno garantiza su presidencia que aquí todo el mundo va a seguir viviendo como estaba viviendo. El presidente tiene que saber que una economía como la venezolana, monoproductora, monoexportadora y multimportadora, sin el ingreso petrolero entra en crisis. Era la oportunidad de un gran llamado y nosotros se lo habíamos propuesto en el 2013, aquí en Cantaclaro, cuando le planteamos que lanzara la misión industrial. Dijo que sí y más nunca.
En 2013, 2016, 2017, el PCV mantiene una postura crítica al planteamiento del GPP con Aristóbulo Istúriz, con el propio Diosdado Cabello, sobre la necesidad de abordar el análisis crítico y autocrítico de todo el proceso. Eso no fue posible.
Llegan las elecciones presidenciales de 2018. El PCV convoca, en febrero, la XIV conferencia nacional para decidir si apoya a Maduro o no. La mayoría de los delegados decidió que si el gobierno no se comprometía en un acuerdo unitario marco escrito no habría apoyo a Nicolás Maduro. Se le planteó a Jorge Rodríguez, que era el enlace, y se empezó una discusión.
Se firmó aquí en el teatro Cantaclaro por Nicolás Maduro, Jorge Rodríguez y Aristóbulo Istúriz el acuerdo unitario marco del PSUV-PCV para enfrentar la crisis, al capitalismo dependiente y rentista venezolano con políticas populares obreristas revolucionarias, más o menos así fue el título. No fue un acuerdo de cargos sino de políticas, pero eso no fue posible ni siquiera discutirlo con ellos después. Hicimos llamamientos públicos y, más bien, el gobierno empezó a desarrollar una deriva cada vez más claramente distinta a la política a la que se había comprometido con nosotros.
En agosto de 2018 lanzaron el programa de recuperación bienestar y no sé qué cosa, donde ya crean las premisas para la aplicación de lo que hoy nosotros denominamos el paquete del presidente Nicolás Maduro.
Ahí continúan la contradicciones, se bonifica el salario, se paraliza la discusión de las convenciones colectivas, se intervienen a través del Tribunal Supremo de Justicia los procesos electorales de las organizaciones sindicales donde la dirección sindical del PSUV no tenía posibilidad de victoria. Hay una situación que el PCV empieza a señalar que no comparte y que la política económica es una reversión del proceso de desarrollo soberano de la economía con participación obrera y popular.
—Ya en ese momento no hay diferencias, sino antagonismos.
—Ya hay un nivel de antagonismo, las políticas del gobierno ya no las compartimos.
—¿Usted evalúa que Chávez sí tomaba en cuenta, en la práctica, cosas que el PCV proponía?
—Más que tomar en cuenta lo que el PCV planteaba, el curso de las políticas centrales mantenían el compromiso de la agenda alternativa bolivariana. Teníamos diferencias en el tratamiento. El PCV no era parte de la construcción de la política, acompañábamos y criticábamos. Chávez mantenía en el centro de las políticas del Estado las necesidades generales del pueblo. Nunca llegó a ser socialismo, porque nunca aquí ha habido socialismo, ni con Chávez y mucho menos con Maduro, pero sí se continuaba el curso de lo que nosotros denominamos la línea de liberación nacional.
Con Nicolás Maduro ese rumbo cambia. La deriva de Nicolás es que coloca en el centro de sus políticas de Estado al capital y no al pueblo. Nicolás Maduro dice, como en los tiempos de Caldera y de Carlos Andrés, que esperen a que se desarrolle el país para que entonces, cuando la riqueza fluya, caerá y ustedes (la población) también vivirán mejor, que hasta que no haya suficiente riqueza en la cúspide de la pirámide, donde hay un grupito chiquitico, no podrán recibir los beneficios de la riqueza de este país.
—¿Y cuándo empiezan a ser chocantes las relaciones del PCV con Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello?
—Nuestras relaciones con ellos eran formales y de respeto. Nosotros señalamos que el GPP era un aparato instrumental a las políticas del gobierno y de la dirección y no era un espacio de construcción de unidad y de política. En la misma medida que ellos acompañan las políticas de Maduro las contradicciones con ellos se expresan de manera aguda. En las relaciones políticas nosotros no privilegiamos las relaciones personales.
—Jorge Rodríguez y Diosdado Cabello parecen ponerle una carga mayor en el trato que dan al PCV. ¿No hay un trasfondo personal?
—Según nuestra caracterización de las contradicciones existen la contradicción principal y la contradicción fundamental en la sociedad, ambas derivan de las contradicciones entre las clases sociales, pero también de las contradicciones entre los países y quienes los dirigen. Para nosotros, la contradicción principal es entre la necesidad de construir soberanía e independencia frente a la dominación imperialista; entonces, eso quizás les llevó a ellos a considerar que nos iban a mantener amarrados a su política independientemente de lo que hicieran al interior del país.
Ellos tenían plena confianza en que como había una confrontación con el gobierno estadounidense y los gobiernos europeos, el PCV no iba a luchar por los intereses de los trabajadores y que nos iban a mantener atados a la alianza. ¿Qué le dijimos nosotros a Jorge Rodríguez, Diosdado Cabello, Aristóbulo Istúriz y Jorge Arreaza? —con los cuatro se dieron reuniones en el 2020—, les dijimos: Acompañamos la política internacional de resistencia frente a cualquier agresión del imperialismo, pero si no discutimos las políticas nacionales no podemos seguir juntos.
—¿Ese es el punto de inflexión en la relación del PCV con el gobierno?
—Claro, claro. No hubo posibilidad de reunirnos en 2018, después de las elecciones presidenciales; no hubo posibilidad de reunirnos en 2019 cuando planteamos que teníamos observaciones al plan de recuperación que considerábamos contradictorio con lo que se había firmado con nosotros en febrero. El proceso de bonificación del salario se acentuó, se lanzó el memorándum 2792 que tumbó las discusiones de las convenciones colectivas.
También en el 2018, después de agosto, hubo el desarrollo de una política para restringir las conquistas de los trabajadores en beneficio del capital. Llegó el 2020 y venían las elecciones a la Asamblea Nacional, entonces sí nos invitaron a reunirnos en julio. Ahí sí plantearon una conversación y fue una comisión del buró político integrada por los camaradas Yul Jabour, Osvaldo Ramos y Oscar Figuera a una reunión con Jorge Rodríguez en la casona colonial de San Bernardino.
Jorge Rodríguez nos dijo la gravedad de la situación, las amenazas internacionales contra el país, etc. Que nos invitan porque vienen las elecciones a la AN y ellos necesitan saber a qué aspiramos nosotros, que el presidente nos mandaba a decir —me imagino que él tendrá grabadas esas conversaciones, porque estoy seguro de que ellos las graban— y nos dijo: El presidente nos mandó a decir que está dispuesto a ser generoso con el PCV. ¿Qué es lo que ustedes aspiran?
Me imagino que ahí hubo un choque cuando nosotros le dijimos: A lo que nosotros aspiramos es a discutir la política. Tenemos divergencia con ustedes en la política económica, en la política laboral, en la política en el frente agrario; bueno, y si no discutimos la política y coincidimos será muy difícil que vayamos juntos. Dijimos eso porque ese fue el mandato del Comité Central del PCV: si no hay cambio en la política, el partido tendrá que revisar su alianza electoral con el gobierno.
Luego de esa reunión se da una reunión con Arreaza vía telemática donde nos plantea la gravedad de la amenaza internacional contra el país. Le decimos lo mismo: Cuenten con nosotros para cualquier situación que se presente en lo político, en las relaciones internacionales que tenemos, movilizar la solidaridad, pero nosotros necesitamos discutir la política nacional económica, laboral, sindical y agraria. Les dijimos también que en el protagonismo popular estamos viendo que hay una manipulación para convertir en instrumental al aparato del Estado las formas organizativas como consejo comunales, comunas, etc. No hubo acuerdo tampoco con Arreaza y vino la tercera reunión, que fue también telemática, con el negro Aristóbulo y Diosdado Cabello y una comisión del buró.
Esto es bueno que se sepa, porque el relato que Maduro quiere mostrar es que nosotros queríamos más cargos. No, lo que nosotros queríamos era discutir la política.
—¿Esa «generosidad» de la que ellos hablaban se hizo explícita en algo concreto o nunca llegaron a abordar eso?
—Nunca llegamos a eso. Nosotros, en ese momento, no nos dimos cuenta, pero luego, cuando analizamos el tema en la dirección colectiva, muchos camaradas se levantaron disgustados: Ah, ¿están dispuestos a ser sumamente generosos con nosotros, querían que les pidiéramos cosas? Para nosotros, históricamente, el programa es un tema fundamental.
Entonces, se da la tercera reunión. Estaba saliendo Diosdado del covid-19, se veía bastante quebrantado. Con Diosdado se había mantenido una relación de cierta fraternidad. Se dio la discusión y dijimos lo mismo, no fue posible establecer ninguna mesa para la discusión. Les recordamos que ellos en algún momento habían planteado que el que quisiera contarse aparte lo hiciera y dijimos nosotros en el PCV queremos contarnos. Aristóbulo dijo: Aquí tenemos un modelo común, vayan y mídanse, nos disputamos los espacios, pero cada quien con respeto. Más o menos ese fue el acuerdo, pero después no fue así.
Nosotros ya veníamos trabajando con los compañeros del PPT, con Rafael Uzcátegui, con la gente de Izquierda Unida, el PRT y otros movimientos y constituimos la Alternativa Popular Revolucionaria. Eso fue como una agresión de primer orden contra la cúpula dirigente del PSUV y del gobierno. Nos cerraron las puertas en los medios de comunicación (del Estado), nunca más vinieron a las ruedas de prensa del PCV, no hubo posibilidad de acceder a los programas de radio y TV que son propiedad común, colectiva, que se manejan como si fueran propiedad del gobierno y del PSUV; hasta llegar al extremo de que el presidente Maduro da una rueda de prensa, señala a todos los partidos que están participando en el tarjetón, los de oposición y los del Gran Polo Patriótico, y le coloca la mano a la tarjeta del PCV para que no se vea. Hay un video con eso. El PCV es el único partido que no nombra.
—¿Desde cuándo no habla usted con Nicolás Maduro?
—Tengo años sin hablar con él. Nos vimos con Nicolás, luego de la derrota (en la Asamblea Nacional) de 2015, el 7 de diciembre que convocamos una reunión. Creo que desde la reunión del 26 de febrero de 2018 nosotros no conversamos con el presidente Nicolás Maduro Moros. Ese día, él vino a Cantaclaro y esa mañana fue a Miraflores una comisión del buró político donde le planteamos las observaciones para el acuerdo marco.
Eso debe estar grabado, yo me imagino que en Miraflores no lleguen a tanto como a borrar los archivos para que no quede constancia de lo que se diga. Allí le dijimos: Presidente, nos preocupa mucho lo que está sucediendo con el sector de las empresas del Estado venezolano, nos preocupa mucho que se esté creando una situación parecida a los tiempos del dominio puntofijista cuando se programaba y planificaba la destrucción de las empresas del Estado, el quiebre, para después venderlas a precio de gallina flaca.
Él dijo: ¡No! ¡Cómo se le ocurre, Figuera! Eso no es lo que está planteado aquí en Venezuela. Y ese es uno de los giros que se han hecho desde 2018 para acá.
Desde 2013 al 2018 hubo un proceso de dejar destruir la industria nacional para justificar su privatización. Esa es nuestra apreciación hoy. Maduro dijo hace unos dos años en la AN que de 2013 a 2017 habían utilizado 109 mil millones de dólares para pagar la deuda externa. ¿Y cómo es que no había real? Ah, pero privilegiaron la deuda en lugar de invertir en el sector petrolero, las empresas básicas, el sector eléctrico.
Aquí se estableció una élite en el gobierno integrada por sectores que ellos mismos denominaron «burguesía revolucionaria». Son burgueses que se ponen el calificativo de «revolucionarios» para tratar de presentarse ante el pueblo como que con ellos va a avanzar la revolución venezolana, pero nosotros sabemos que cuando la burguesía asume el control económico y político está ahí para controlar el poder.
La burguesía venezolana no es revolucionaria, ni la anterior de Fedecamaras y Venamcham, ni los nuevos grupos que se han incorporado y que, según nuestra apreciación, son los que controlan el gobierno de Nicolás Maduro, que dice que es socialista, pero tiene una política y una práctica a favor del capital.
—¿Cree que Maduro tuvo siempre la intención de que su gobierno tomara esta deriva o las circunstancias lo montaron en esa corriente?
—(Silencio breve) Nosotros tenemos la opinión de que ellos construyeron unos grupos económicos de los que ellos son parte y que determinan el curso de la política. Nosotros tenemos una frase histórica y es que el ser social determina la conciencia social. Son grupos económicos que aunque hablen de socialismo y de revolución, de los derechos del pueblo, sus verdaderos intereses son los del capital que ellos tienen.
—¿Esos grupos nacieron con Chávez o después?
—Esos grupos han nacido en todo este proceso. Para nosotros esto viene dándose desde los tiempos de Chávez.
—Insisto, ¿Nicolás Maduro se deja llevar o ya lo tenía previsto así?
—Consideramos que Nicolás es parte activa de esos grupos económicos y esa es la razón que lleva al PCV a una mayor confrontación. En el XV Congreso de 2017, el PCV decide una línea que sintetizó en confrontar, deslindar, reagrupar y acumular fuerzas para avanzar y enfrentar tanto la agresión del imperialismo como la política entreguista del gobierno de Nicolás Maduro. Ya en 2017 calificamos esa política de entreguista, no la calificábamos todavía de neoliberal.
El Congreso del PCV de 2022 y la Conferencia Nacional del PCV sí la califica de ser una política profundamente liberal burguesa con contenidos neoliberales. Ya hoy consideramos que está francamente en una línea neoliberal al servicio del capital. Y eso no es por equivocación de Nicolás sino porque él es parte de los grupos económicos.
—¿Entonces Nicolás Maduro traicionó el proyecto original de Hugo Chávez?
—Sí, lo hemos dicho. La cúpula gubernamental encabezada por Nicolás Maduro y la cúpula del PSUV, también encabezada por él, traicionaron el proyecto histórico que levantó Hugo Rafael Chávez Frías y al cual el PCV se comprometió a acompañar.
Son ellos los que abandonan el proyecto, no nosotros. Son ellos los que están dividiendo las fuerzas porque, al ellos asumir una deriva neoliberal, son ellos los que rompen con el proyecto. Chávez enfrentó la política neoliberal cuando llegó en 1999 a la Presidencia de la República con el tema de Cantv y posteriormente con el de Sidor, de Pdvsa, del Seguro Social. Ellos abandonaron el proyecto histórico que se levanta con la Agenda Alternativa Bolivariana.
El problema de esa cúpula del PSUV y del Gobierno contra el PCV hoy es que nosotros somos una de las pocas voces que estamos denunciando el nuevo pacto de élites entre la mal llamada burguesía revolucionaria y los sectores tradicionales históricos de la burguesía nacional y de los grupos económicos transnacionales. Esa alianza se expresa con la aplicación del paquete neoliberal, en la AN entre el gobierno y los sectores de la Alianza Democrática que votan casi todo lo que lleva la fracción del PSUV a la Asamblea Nacional, en los diálogos de México y en lo sindical en la tripartita. Todo se ha conformado con el acompañamiento y la dirección del gobierno norteamericano y de los gobiernos de la Unión Europea. Hay una recomposición de las relaciones de poder que se expresa en el nuevo pacto de élites.
—Usted dijo a finales de 2022 que el PCV estaba en capacidad de hacer una campaña internacional para denunciar al gobierno de Maduro y ya hubo un pronunciamiento de decenas de partidos comunistas.
—El gobierno intenta liquidar una experiencia que para ellos es incómoda, peligrosa, como es la experiencia de una organización que está haciendo una crítica profunda y que expresa también sentimientos de las bases del PSUV. El PCV tiene una práctica de democracia interna que contrasta con las prácticas autocráticas del PSUV.
Para extirpar el mal ejemplo que para ellos es el PCV tratan de buscar cómo dividir al partido y han buscado unos mercenarios, militantes del PSUV y cuadros intermedios que estaban en cargos en la Gobernación de Monagas y aparecen hoy diciendo que ellos van a rescatar al PCV.
El PCV es una de las pocas organizaciones que ha llamado a la movilización, a acompañar las luchas de los trabajadores de educación, de la administración pública, de las empresas básicas, luchas por salario, por prestación sociales, por vacaciones, por el derecho a la convención colectiva, por el derecho a la organización sindical, por la libertad de los trabajadores presos que han sido criminalizados. Tratan de desarmar a la clase trabajadora de un instrumento político que es el PCV y que además logra solidaridad internacional.
No estamos acudiendo a la OEA — no creo que acudamos mientras esté allí Luis Almagro— ni a la Comisión de DDHH de la ONU. A la ONU, si es necesario, acudiremos porque nadie puede pensar que va a golpear y golpear a otro y este no va a hacer nada. El PCV decidió hacer la denuncia internacional y eso ha tenido una respuesta de partidos comunistas que se han basado en un acuerdo de noviembre en La Habana, el XXII Encuentro Internacional de los partidos comunistas y obreros. Ahí logramos un pronunciamiento de cuarenta y tantos partidos comunistas que hacen un llamamiento a respetar los derechos del PCV.
—¿Cómo cree que le cae al gobierno de Maduro, que intenta manejar la franquicia del chavismo, este llamado de los partidos comunistas?
—Ellos tienen que valorarlo porque no quieren quitarse la fachada de «revolucionarios» ante el mundo; quieren, aplicando una política neoliberal al interior del país, mantener una fachada de revolucionarios y socialistas. Me imagino que están sopesando eso porque judicializar al PCV va a concitar respuestas de partidos comunistas del mundo y de sectores de la intelectualidad progresista y revolucionaria. Los partidos comunistas del mundo saben que hicimos nuestro Congreso en 2022 y elegimos nuestro Comité Central en forma democrática.
Hay un punto que quiero señalar: han dicho que el PCV está probando de su propia medicina porque supuestamente no nos pronunciamos cuando hubo las intervenciones de otros partidos. El PCV se pronunció en contra de todas las intervenciones del TSJ, incluyendo la de los partidos de la derecha, como AD; también del PPT, Tupamaro, etc. Esa es una violación de la democracia interna. Buscan poner a esos partidos al servicio de la política de Nicolás Maduro y lo han dicho: quieren tomar al PCV para que regrese al lado del gobierno. Esto ha estado precedido de una campaña desde el programa del señor Diosdado Cabello, incitando, y como no obtuvo respuesta interna, montaron un parapeto desde afuera.
—¿Cree que la amenaza de Diosdado Cabello de judicializar al PCV es una jugada particular o tiene el apoyo de Maduro?
—Esa es una decisión de la cúpula del PSUV. Para ser más precisos: esto es una decisión de sectores de la cúpula del PSUV. Ligeramente hablamos de «la cúpula» del PSUV, pero el análisis nuestro nos indica que hay gente de esa dirección que no está de acuerdo; no comparten la opinión del PCV, pero no están de acuerdo con el procedimiento porque consideran que eso les puede producir mucho más daño de cara a las elecciones del próximo año.
—Hablando de daño electoral, quisiera analizar la situación laboral y las protestas que organiza en todo el país la Coalición Sindical Nacional. ¿Qué papel juega el PCV en ese movimiento?
—Consideramos que no hay ninguna razón para que los derechos de los trabajadores se hayan conculcado al nivel en que están hoy. Los intereses del capital se han indexado, no estamos pidiendo que le pongan salario en dólares a los trabajadores, pero sí que el dólar sea el referente de la canasta básica. Todas las transacciones, comerciales, industriales, de servicios, incluso el Estado venezolano está cobrando en dólares los servicios, los indexa mensualmente. Esta crisis no es por un error del gobierno, sino que es la política el gobierno. El gobierno se planteó crear las condiciones de un paraíso para la inversión extranjera y eso significa que los salarios son miserables.
—Las condiciones ideales para instalar la maquila, que tanto se criticó en la época de Carlos Andrés Pérez.
—Exáctamente, la maquila, que ahora han llegado al extremo de aprobar la Ley de Zonas Económicas Especiales.
—Con la diferencia de que antes funcionaban las inspectorías del Trabajo.
—Hoy las inspectorías funcionan al lado de los patronos, lo que hacen es autorizar la desincorporación de los trabajadores y la Lopcymat ha sido casi eliminada, quieren sustituir los sindicatos con los CPT que son instrumentos al servicio de las políticas patronales. Hay todo un plan para crearle un paraíso al capital nacional y transnacional a costa de sueldos miserables y de condiciones de trabajo infrahumanas. Buscan aplicar una política monetarista para que, según dicen, no aumente la inflación, pero la inflación aumenta todos los días con los salarios deprimidos.
La responsable de la inflación es la política de importación del gobierno, para que haya estabilidad de la moneda debe haber producción nacional, o petrolera o industrial y agrícola.
—¿Previeron ustedes que la respuesta de calle de los trabajadores iba a tener la magnitud que ha alcanzado?
—Desde hace ya bastante tiempo hay datos que señalan un inmenso descontento…
—Una cosa es descontento y otra que se manifieste en la calle.
—Más del 60% de la población no quería nada con nadie, es un nivel de escepticismo muy peligroso porque eso puede llevar a salidas fascistas. El nivel de control social del aparato del Estado y del PSUV no hacían previsible el nivel de respuesta que ha alcanzado la protesta de la clase trabajadora, eso hay que decirlo. Estábamos acompañando movilizaciones pequeñas, pero la explosión de la protesta a partir de la acción de los jubilados y pensionados motivaron las posteriores movilizaciones. Hay que reconocer el papel del magisterio y de los trabajadores en general de la educación. Nosotros acompañamos las protestas, no las estamos dirigiendo.
Hoy en Venezuela hay una nueva situación por la disposición de lucha de vastos sectores de los trabajadores. El gobierno está manipulando y está jugando con fuego en una dimensión de ceguera política, lo que están incubando es una protesta de magnitudes inmensas.
—Algo que parece jugar a favor de estas protestas es el proceso abierto en la CPI contra el gobierno. Todavía no ha retomado la represión en las calles.
—El gobierno tiene un marco complejo. En lo internacional negocia con gobiernos europeos, con el norteamericano y con sectores de la derecha prointervención en Venezuela. La política del gobierno es mantener el control político, pero abrir el país a las inversiones extranjeras y también garantizarse la impunidad, que es una de las cosas que garantiza la Ley Antibloqueo. Esas negociaciones le crean al gobierno un marco de ciertas restricciones para la acción represiva, pero lo que demuestra la historia es que en la medida que avanza la política neoliberal y que el gobierno y el Estado no puede controlar por la vía social e ideológica a las grandes masas, aplican al menos dos modelos de represión: el masivo y el selectivo. En Venezuela están aplicando el selectivo en todas las esferas.
*Lea también: Entre hermetismo y confidencialidad avanzan las inversiones con la Ley AntibloqueoEn el sector de educación se ha producido un nivel de solidaridad entre los trabajadores y de las comunidades con ellos y la acción represiva se les complica. El gobierno está intentando impedir acciones que puedan usarse en su contra a nivel internacional, pero la criminalización de los cuadros obreros continúa. Hay 18 compañeros detenidos, un grupo de ellos quedaron en presentación.
—¿Tienen denuncias concretas de represión selectiva en el sector docente?
—Sí, hay denuncias, pero la respuesta hasta ahorita ha sido solidaria y ha logrado evitar citaciones a Fiscalía, situaciones con la policía, o que amenazas a directores de circuitos o planteles lleguen a despidos. El movimiento sindical clasista revolucionario está llamando a fortalecer la organización, a constituir los comités de conflicto, comités de lucha por salario y pensiones dignas. Eso se está dando en los planteles y podría producir un salto importante para la lucha en el corto plazo.
La victoria de los trabajadores de la educación significa derrotar las políticas patronales de las cúpulas de las federaciones nacionales que se han cuadrado con el discurso gubernamental de que en Venezuela no hay recursos y que por tanto tienen que calarse un salario miserable y trabajar en otra parte y subsidiar ellos al Estado. El PCV está promoviendo un proyecto de ley de aumento general de salario indexado a la canasta básica y de escala móvil de salario así como proyecto de Ley de Recuperación del valor de las prestaciones sociales.
—¿Qué viabilidad tiene ese proyecto de ley si a usted ni siquiera le dan el derecho de palabra en la AN?
—Bueno, nosotros la estamos discutiendo con algunos sectores sindicales y la están empujando la Central Unitaria de Trabajadores de Venezuela (CUTV), el Frente Nacional de Lucha de la Clase Trabajadora y otros movimientos. Es un instrumento para desenmascarar la política del gobierno y para que vastos sectores del movimiento obrero se movilicen.
—¿Es para darle más contenido a lo que ya ha sucedido en los últimos meses?
—Exactamente. Para desenmascarar esta política porque, como usted lo señala, en la AN de manera sistemática me niegan el derecho de palabra. Ahí hay una violación de la Constitución, del Reglamento Interior y de Debate en todos los sentidos, porque a diferencia de los tiempos de Maduro o de Cilia Flores como presidentes de la Asamblea Nacional…
—Maduro en 2005 ya les negaba la palabra a los diputados de la oposición. Esa costumbre es vieja.
—…entonces se publicaban en la web de la AN los proyectos de ley, ahora no. Ahora solo tienen acceso a lo que se está discutiendo los que forman parte de la comisión y los demás nos enteramos del contenido cuando la presentan en la plenaria. No tenemos ni siquiera posibilidad de intervenir para entregar aportes.
—Para terminar, ¿qué se puede esperar en el corto plazo de las protestas laborales?
—Hay una conspiración contra el movimiento de base magisterial desde las cúpulas de las federaciones, desde el gobierno y el Estado. Produjeron un documento que dicen es de las 17 federaciones, pero hay una que dice que ella no firmó, donde señalan que no están en conflicto con el gobierno y que quienes estén promoviendo luchas están ilegales, o sea, dirigentes sindicales nacionales convertidos en esquiroles.
Eso está produciendo un movimiento interesante que es la exigencia de renuncia de las direcciones sindicales de las federaciones. No desafiliaciones sino renuncia para que, por la vía democrática, los trabajadores en asamblea, se doten de direcciones legítimas.
Independientemente del resultado reivindicativo, este movimiento ya es victorioso porque activó la movilización de los trabajadores y demostró que sí es posible luchar, unidos, con objetivos claros por los derechos del pueblo. Y si este movimiento conquista las demandas que está haciendo, particularmente las del salario indexado a la canasta básica, está derrotando la política monetarista del gobierno, a su política neoliberal.
La perspectiva que nosotros vemos es esperanzadora y nos hace tener confianza en las capacidades combativas de nuestro pueblo y en sus victorias.
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