La muerte por COVID del general de brigada Juan Manuel Bogado Velásquez en una de las carpas que el régimen de Nicolás Maduro instaló para atender a los contagiados por el covid, mientras los hospitales militares lucen abandonados o colapsados, causó una fuerte reacción, entre militares activos y retirados.
El frente Institucional Militar (FIM), coincidiendo con lo que se murmura en los cuarteles resalta: “Terror es lo que causa, ante la pandemia que vivimos, el pensar que podemos ser alcanzados por la contaminación, porque sabemos que el destino es la muerte, porque no tendremos asistencia médica adecuada, como en cualquier país medianamente civilizado, y el camino es como sucede en Caracas, ir a parar a un depósito de enfermos, sin medicación adecuada y esperar el final, sin tener sus familiares conocimiento de lo que sucede con el enfermo, hasta que reciben la información que murió y deber esperar para recibir sus cenizas”.
Con el título “El grito de la angustia” la Asociación civil de militares retirados, agrupados en el Frente Institucional Militar (FIM) manifestaron su alarma “ante la grave situación que afecta la seguridad social de los miembros de la Fuerza Armada Nacional que se encuentran en situación de retiro” y por ello hicieron un llamado a los entes correspondientes para que den solución a la problemática.
“Es lo que oímos, un grito de angustia y desesperación, por parte de los familiares de la gran mayoría de los profesionales militares” en situación de retiro o reserva activa.
Recuerda la organización que esos hombres y mujeres entregaron “sus mejores años de vida al ejercicio de la profesión que exige todo el esfuerzo intelectual y físico a dedicación exclusiva, la cual hay que ejercer con dignidad y decoro para preservar la Soberanía Nacional, la integridad territorial y garantizar la seguridad de todos los habitantes del país”.
Reclaman que esos compañeros de armas “hoy claman ante una pandemia que cada vez se hace más trágica por la falta de asistencia social para preservar la salud y poder vivir con tranquilidad los últimos años de vida”.
No sin desaliento reconocen que son aquellos que “siguen esperando las promesas de que van a mejorar sus condiciones de vida, con anuncios que se conviertes en palabras sin ningún contenido ante la terrible situación de sobrevivencia, y la precaria subsistencia que se agrava cada día más ante la terrible situación económica que se afronta”.
Catalogan de “pírrica” la pensión de la que dicen que “no alcanza para adquirir los más elementales y básicos alimentos, y que hace imposible obtener los medicamentos que exige una edad avanzada de la mayoría de los militares en situación de retiro, que ahora son englobados con una nueva denominación como reserva activa, que debe significar mejor atención, y se ha constituido en el abandono de quienes fueros los servidores de la Patria”.
El caos
El FIM asegura que “dolor y angustia es lo que sentimos, al ver como mueren oficiales de nuestra Fuerza Armada, de todas las graduaciones, desde generales, bajando la pirámide jerárquica, porque no hay dónde acudir para mantener la vida, quienes por estadística pueden disfrutar unos años más de vida al lado de sus seres queridos, transmitiendo amor y la sabiduría que da la edad”.
“Nuestro sistema de Hospitales Militares esta arruinado, y Sanidad Militar es solo una denominación para usarla en maniobras que no representan ningún aporte a la Defensa Nacional”.
Revelan que “la lista de honorables y dignos profesionales militares muertos en las más precarias condiciones es extensa, sin motivar la sensibilidad por indolencia, de quienes por mandato constitucional tienen el deber de velar por la salud y la vida, poniendo en ejecución los más elementales principios de mando y conducción que se aprenden desde el inicio de la formación en las Academias Militares, y que debe aplicar todo aquel que ostenta una alta jerarquía y desempeña un cargo de decisión en la Fuerza Armada”.
Destaca la organización Frente Institucional Militar, que preside el Vicealmirante Rafael Huizi Clavier, que tienen información de la existencia “de hospitales de campaña en depósito, sin ningún uso ante la grave situación epidémica” y que a su juicio “serían muy útiles para salvar vidas, como es el primer deber de quien ejerce funciones de comando”.
Hacen un llamado a la conciencia, “es un llamado al verdadero cumplimiento del deber profesional, para prestar asistencia de emergencia urgente, para atender y detener la cadena de muertos, que se hubiera podido evitar si se hubiera cumplido con mística, patriotismo y sentido del deber por parte de quienes conducen la institución armada en la actualidad, oyendo la voz de los que claman por la vida, por lo que venimos en este momento a reclamar el cumplimiento del deber en forma efectiva para calmar el gran dolor de la familia militar”, finaliza diciendo el Frente Institucional Militar que agrupa a más de 260 militares.
La muerte del general
El general José Salazar Heredia, en un mensaje enviado a varios de sus compañeros de la institución militar, destaca que “no se comprende cómo fallecen nuestros amigos y compañeros de armas, en lugares alejados de nuestro hábitat como lo son los hospitales y clínicas militares”.
“El Poliedro es un sitio de condena, nadie sale por sus propios pasos de ese lugar. Días atrás el doctor Ángel Sánchez en un hospital de los Teques después de un periplo por Hospimil y hospitalito. El General Cuervo Romero otro tanto para atender su enfermedad. El Coronel Romero Muñoz sucumbió ante la desidia y crueldad de unos oficiales sin alma”.
“Nuestra sanidad militar está colapsada ante la mirada indolente de un Alto Mando Militar bueno para nada, excepto para enriquecer sus alforjas medrando en el erario. Son unos impresentables miserables”, dijo en medio de la indignación.
La expresión del general Salazar coincidió con la de muchos oficiales al enterarse del fallecimiento del general de brigada (Ej) Juan Manuel Bogado Velásquez, promoción 1967 General en Jefe Lino de Clemente.
Otro oficial, el coronel (Ej) Orlando Suárez Galeano, calificó a Bogado Velásquez como “fraterno compañero de promoción y entrañable amigo”, calificando la muerte del General “en la triste circunstancia que al padecer de Covid-19, haber sido desasistido por la Fuerza Armada, llevándolo a tener como última morada, improvisadas instalaciones médico asistenciales, ubicadas en el Poliedro de Caracas, inexplicablemente relegado y ausente del apoyo que ha debido brindarle toda la Red Sanitaria del Sector Militar”.
Ante ello manifestó “mi más enérgica protesta ante los indignos responsables de este atropello y deshonor, para quien fuera, aparte de un Oficial de muy alto rango, un insigne miembro de nuestro Ejército, Artillero ejemplar, y Presidente de la Corte Marcial.
Nuestras más profundas y sentidas expresiones de condolencia, a su Esposa Nancy, quien fuera “hospitalizada” en circunstancias análogas en el mismo sitio, a sus hijos, hermanos, familiares y amigos, a la vez que elevamos nuestras plegarias al Creador, para que lo haya bendecido y recibido en las Huestes Celestiales”.
Recogemos las palabras de otro oficial, quien dirigiéndose a un amigo le dice: “Apreciado Francisco, definitivamente, lo que está ocurriendo en el mundo, pero específicamente en Venezuela, es un Holocausto “al goteo”, con una frecuencia bárbara e incontrolada”.
Dice que “los miembros de la Fuerza Armada estamos siendo colocados como ‘carne de cañón’ ante una bestia de virus hambriento de humanos; por la ausencia de protección social y sanitaria, aunado al abandono total de nuestra Red Hospitalaria Militar por la descarada indiferencia e insensibilidad de quienes tienen la responsabilidad Constitucional de ejercer esa responsabilidad: el Gobierno Nacional, Ministerio de la Defensa y comandantes de componentes”.
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