El panorama energético venezolano se vuelve más complejo tras una potente explosión que sacudió el Complejo Operativo Muscar, ubicado en el estado Monagas, dejando al menos cinco trabajadores heridos y generando una densa columna de humo que se elevó sobre la zona.
El incidente, ocurrido en un gasoducto de 26 pulgadas perteneciente a la estatal petrolera PDVSA, ha encendido las alarmas sobre la seguridad de las infraestructuras críticas del país y ha puesto de manifiesto la fragilidad de un sector ya de por sí decaído ante tantas carencias.
La explosión, que según PDVSA podría tratarse de un «ataque» a la industria petrolera, ha generado una gran conmoción tanto a nivel nacional como internacional. El incidente se suma a una larga lista de accidentes y sabotajes que han plagado al sector energético venezolano en los últimos años, evidenciando la vulnerabilidad de las instalaciones y la falta de mantenimiento.
Causas desconocidas
Las autoridades han iniciado una investigación para determinar qué factores desencadenaron el incidente. Sin embargo, expertos en la materia señalan que la combinación de factores como la antigüedad de las instalaciones, la falta de inversión y la escasez de personal capacitado podrían haber contribuido a este nuevo desastre.
Las consecuencias de este suceso se extenderán más allá de las inmediatas. La interrupción de las operaciones en el complejo de gas natural, que abastece a campos petroleros y plantas procesadoras, podría generar una nueva ola de escasez de combustible y de electricidad en un país que ya enfrenta severas limitaciones en el suministro de estos servicios básicos.
Además, el incidente pone en evidencia la necesidad urgente de invertir en la modernización y el mantenimiento de las infraestructuras petroleras venezolanas. La falta de inversión en los últimos años ha dejado a muchas instalaciones en condiciones precarias, lo que las hace más vulnerables a accidentes y sabotajes.
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