Hoy se conmemoran los 200 años de la gran victoria de Ayacucho

El encuentro puso fin a la lucha independentista en Suramérica, que había sido iniciada por Francisco de Miranda en 1810

“¡Victoria, victoria, victoria…!” Con estas palabras, pronunciadas con una emoción y frenesí, rayando en la locura, acompañadas de histriónicos saltos sobre una mesa, celebró Simón Bolívar el anuncio del triunfo con el que su Abel se irguió sobre la dominación española en suelo suramericano, con el triunfo en la batalla de Ayacucho, cuando el capitán Alarcón, portador de tan importante mensaje, llegó desfallecido el 17 de diciembre de 1824, después de cubrir en ocho días el trecho que separa a Lima de Las Pampas de la Quinua, escenario de la cruenta batalla.

Bolívar venía sufriendo de constantes y fuertes ataques de tos y en la inmensa tristeza que le embargaba por no estar presente en el decisivo encuentro, solo era consolado por su fiel Manuelita Sáenz. Sucre había sabido cumplir, había convertido en realidad la épica victoria de Ayacucho, aquel 9 de diciembre de 1824, momento del cual se están conmemorando 200 años. Antonio José de Sucre, el ejecutor de la hazaña, estaba por cumplir 30 años. Había nacido el tres de febrero de 1795 en Cumaná, la “primogénita” del continente suramericano.

El triunfo en Ayacucho fue el reflejo culminante de aquella rebeldía demostrada ante el conquistador español por Guaicaipuro, Tupac Amarú (José Condorcanqui), Lautaro y otros guerreros, sin obviar el acto de los comuneros del Paraguay y del Socorro, Juan Francisco de León, José Leonardo Chirino, Francisco Ortiz, Manuel Gual y José María España y, por supuesto, las acciones marítimas del precursor, Francisco de Miranda, realizadas en 1806.

Este reportaje sobre la batalla de Ayacucho se fundamenta en la narración de tan importantes episodios formulada por los esposos Víctor Wolfgang y Christine de von Hagen, en su biografía sobre Manuelita Sáenz, titulada Las cuatro estaciones de Manuela. También la sustentamos en la obra de Vicente Lecuna, titulada Catálogo de errores y calumnias en la historia de Bolívar, y otros textos de valiosa importancia. 

Catorce años de lucha.

En su narración los Von Hagen relatan que “el 9 de diciembre amaneció despejado y frío. Durante toda la noche precedente en la meseta de más de 3.000 metros de altitud que domina la vieja ciudad de Ayacucho,  las fogatas de las tropas patriotas habían ardido sin interrupción. Se había dormido poco. Los grupos de soldados envueltos en sus ponchos de lana habían permanecido alrededor de los fuegos, titilaban en la fría noche como miradas de estrellas”. 

Habían transcurrido 14 años de lucha cuando se llega a este combate con los patriotas comandados por Bolívar, seguido por Sucre y numerosos oficiales ingleses, suramericanos y, por supuesto, venezolanos, entre quienes destacaban Jacinto Lara y José Laurencio Silva. Todo había comenzado el 19 de abril de 1810, cuando los caraqueños destituyeron al capitán general, Vicente de Emparan y Orbe.

En esos casi tres lustros, fueron muchos los altibajos que tuvieron los patriotas, entre los que destacó el sufrido por el primer gran jefe, Sebastián Francisco de Miranda, continuaron los buenos momentos que tuvo Bolívar con su Campaña Admirable en 1813, la cual le reportó el título de Libertador, y vinieron los fracasos que conllevarían  seis años, hasta que triunfa en Boyacá, el 7 de agosto de 1819 y libera a la Nueva Granada.

Luego repite con la grandiosa victoria de Carabobo, librada el 24 de junio de 1821 y logra la independencia de la patria que lo vio nacer en Caracas, el 24 de julio de 1783. Seguimos con el triunfo de Sucre en Pichincha, el 24 de mayo de 1822, que libera a Quito, y la batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, en la cual Bolívar vence a los realistas, dirigidos por el segundo jefe hispano José de Canterac. 

Después de la batalla de Junín, Francisco de Paula Santander, a quien Simón Bolívar había dejado al frente de la Gran Colombia en Bogotá, intuye que el Libertador triunfaría en el encuentro final por la liberación continental y argumenta que el jefe de la Gran Colombia no podía poner su vida en peligro fuera del territorio y es cuando, cabe preguntarse, por qué no lo señaló antes de Junín. Bolívar recibe de algunos de sus subalternos venezolanos, entre quienes destacó Jacinto Lara, el consejo de no aceptar esas disposiciones. Bolívar se preguntó entonces para qué serviría la Constitución si él no respetaría sus designios y es ahí cuando dispone que Sucre fuera quien condujera el encuentro final.

Derrotado el último jefe español.

Antes de entrar a matarse, los enemigos se saludaron. Los oficiales de ambos ejércitos desenvainaron sus espadas y sin ellas fueron al terreno intermedio para conversar y despedirse. Muchos de ellos eran amigos de otros tiempos y hasta hermanos carnales. Se abrazaron a  la vista de los soldados, sin disimular sus  lágrimas de ternura. Después hizo acto de presencia el general Juan Antonio Monet quien bajó de la montaña para prevenir a Córdova, el insurrecto, que iba a comenzar el combate.

Al amanecer del jueves 9 de diciembre, Sucre recorrió a caballo la línea del ejército, proclamando a los efectivos: “¡Soldados, de los esfuerzos de hoy, pende la suerte de la América del Sur. Otro día de gloria va a coronar vuestra admirable constancia!”.
Sucre estaba al frente de 6.000 soldados,  mientras que José de la Serna contaba con 9.310 efectivos y, no obstante, tener 3.000 de más, resultó el vencido. Así pues, comienza el combate, y a las 10 de la mañana los fuegos de las guerrillas y algunos cañonazos disparados de parte a parte dieron la primera señal del inicio de las hostilidades.

Seguiría  la sangrienta lucha, en la que había una sola opción: vencer o morir. El jefe realista, José de la Serna, marchaba a pie a la cabeza del centro de su ejército. En el encarnizado encuentro no tardó en producirse la derrota que favoreció a las armas republicanas. Allí se destacó la audacia del joven y valiente general colombiano José María Córdova, quien cargó sobre la división del general Gerónimo Valdez y la destrozó, no obstante, la tenaz resistencia realista. 

Dándole cumplimiento a las indicaciones que Simón Bolívar le remitió a Sucre a través de sus mensajeros, éste se desplaza en marchas casi paralelas por las inmediaciones del Cuzco siguiendo a los realistas. Fue así como Sucre simuló una retirada que no era más que una treta, con la finalidad de llegar a un lugar que le permitiera tener ventaja sobre el enemigo. Eso permitió que el jefe español creyera estar en ventaja y fue a caer en la altiplanicie de Ayacucho, surcada por caudalosos ríos entre los cerros de la Quinua y el Cundurcunca. 


Título de Gran Mariscal de Ayacucho.

La estrategia trazada le permitió a Sucre triunfar en la batalla que tuvo una duración de algo más de tres horas. En los enfrentamientos, las divisiones que comandaban Jacinto Lara, José María Córdova y José de la Mar consiguieron la ventaja que Bolívar había señalado con lo del arrinconamiento. 

El virrey José de la Serna e Hinojosa cae vencido en ese escenario. La victoria se concretó y los Von Hagen describen estos momentos así: “… Cuando la batalla entró en una nueva fase, la retirada realista se convirtió en derrota. Los soldados abandonaron sus fusiles y sables y corrieron en forma desesperada hacia los farallones, tratando de escalarlos y de ponerse a salvo. Las balas de cañón se estrellaban contra las rocas y mataban más con fragmentos de piedras que directamente o con trozos de metralla. Los jinetes no daban luz a sus sables y la infantería apuntando cómodamente…”. 

Y, luego precisan: “Los españoles dejaron en el campo 1.400 muertos y más de 700 heridos. Los que escaparon a la muerte fueron reunidos en algo que parecía una formación, pero estaban totalmente desfallecidos”. 

Entre los que cayeron prisioneros, se incluyó al propio virrey La Serna, con sus fuerzas agotadas y una herida en la cabeza. Sigue el texto y señala: “En el mismo momento en que La Serna ponía su firma a los artículos de la capitulación, su rey (Fernando VII), en la lejana España, le recompensó por sus pasadas victorias con el sonoro título de conde de los Andes”. En el mismo marco de la derrota, fueron apresados en su totalidad los integrantes del Estado Mayor Español, conformado por 16 generales e igual número de coroneles y cuatro mariscales de campo. 

El 6 de agosto del año1825, Simón Bolívar fundó a Bolivia en la parte superior del territorio de los antiguos incas y, es entonces, cuando Antonio José de Sucre recibió el título de Gran Mariscal de Ayacucho. Moriría asesinado el 4 de junio de 1830, en el estrecho sendero, llamado Cabuyal, de las montañas de Berruecos, Colombia. Tenía 35 años y cuatro meses de vida. 

notiveraz

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