El pasado lunes 9 de enero, fecha prevista para el regreso a las aulas de clases, Dionne Mieres, docente en Carabobo, se puso su chemise del uniforme y, cansada de que el sueldo no le alcance, salió de su casa con un solo objetivo: unirse a las protestas del gremio en exigencia de un salario acorde a sus necesidades y mejores condiciones de trabajo, publicó La Patilla.
En la asamblea de docentes en Valencia, la presidenta del Colegio de Profesores en Carabobo, Zaida Silva, exigió al Ministerio de Educación firmar la contratación colectiva en beneficio de los trabajadores. Consideró que, con las manifestaciones, los educadores le están enseñando a los estudiantes a luchar por sus derechos.
Las protestas se replicaron en distintos rincones del país, los docentes se volcaron masivamente a las calles para exigir al régimen de Nicolás Maduro la reivindicación de sus derechos laborales.
“Estamos demostrando el descontento general de los trabajadores públicos, y no solo estamos en la plaza Bicentenaria de Maracay, estamos también protestando en La Victoria, en San Mateo y en los otros estados del país” señaló Ricardo Guerra, educador y miembro del movimiento Todos por la educación en Aragua.
Maestros en miseria
En Falcón, los docentes denunciaron que el salario no les alcanza ni para pagar el pasaje y trasladarse a sus aulas. En Lara, el gremio educativo manifestó que el Ministerio de Educación les adeuda 280% de lo estipulado en la anterior contratación colectiva.
En Zulia, el Sindicato del Magisterio denunció que un profesional de la educación grado III, con ocho años de experiencia, devenga como salario 30 dólares mensuales.
En Anzoátegui, Orianny Otero contó que en la actualidad sobrevive con trabajos alternos y de la ayuda que pueda proveerle algún familiar. Enfatizó que ya llegó a un punto en el que se le mezcla la tristeza con la rabia, ya que considera una injusticia tener que salir a la calle a reclamar algo que por ley les corresponde.
En Monagas, Nairobi Rodríguez, una de las manifestantes, relató que ha tenido que vender frutas en el mercado municipal para sobrevivir ante el bajo salario que devenga.
En Nueva Esparta, una de las docentes lamentó haber tenido que pasar las peores Navidades de su vida, debido a que la incesante escalada del dólar disolvió lo poco que cobró de aguinaldos.
Por su parte, Julio Véliz, representante de la Federación Venezolana de Maestros en Caroní, aseguró que el gremio docente no cuenta con seguridad social. “En las clínicas, hospitales, no tenemos dónde caernos muertos, porque antes contábamos con esos beneficios y no los quitaron”, aseguró.
En Sucre, militantes del chavismo intentaron sabotear la manifestación de los docentes. Sin embargo, no fue impedimento para exigir lo que se había propuesto en todo el país: mejores condiciones laborales y un salario digno.
En la frontera del Táchira, en el municipio Ureña, la profesora Hilda Vivas destacó que aunque acuden a las aulas por vocación, “esta vocación ya se está acabando”, ya que ellos deben llevar sustento a los hogares y no pueden seguir viviendo en la miseria.
Los estados Guárico, Apure, Mérida y Barinas también se unieron a la primera protesta multitudinaria de este año.
Amenazas y retaliaciones
La lucha de los educadores por calidad de vida y derechos laborales ha sido una constante en los últimos años, y este 2023 no parece ser la excepción: El 10 de enero, por segundo día consecutivo, volvieron a salir a las calles con pitos, banderas y cacerolas en mano.
En San Juan de Los Morros, Guárico, la docente Celina Cordero envió un mensaje a los estudiantes y enfatizó que la protesta de los maestros también es en defensa del derecho a una educación de calidad que ellos merecen.
“Le hemos dicho siempre a nuestros estudiantes: no estamos violentando sus derechos, los estamos defendiendo, porque tenemos que cubrir muchas necesidades de las escuelas. Tenemos que llevar cepillo, coleto, desinfectante para lavar los baños, nunca hay agua. Entonces, estamos exigiendo esos derechos”, manifestó Cordero.
Docentes de varios municipios de las zonas norte, montaña baja y frontera del estado Táchira, también protestaron de manera pacífica para exigir salarios que correspondan a la realidad que se padece en el país. Pidieron que se cumpla el artículo 91 de la Constitución.
“¿Hoy, ustedes, le dieron desayuno a sus hijos?, ¡Yo no pude darle a la mía! Tengo el estómago vacío, no pude ni tomar una taza de café, porque el miserable sueldo que cobré ayer, el equivalente a 18 dólares, no me permitió comprarlo, a pesar de que soy docente V con doctorado. Un docente raso no puede comprar nada, porque devenga entre 150 a 200 bolívares al mes”, dijo Lluvia Tovar, profesional de la educación en Apure.
En Bejuma, al occidente de Carabobo, los representantes se restearon con los maestros y no enviaron a sus chamos a clases.
En Yaracuy, ni cercos policiales ni bonos ni amenazas frenaron a cientos de educadores nacionales y estadales, en compañía del personal administrativo y obrero, que realizaron una marcha para exigir mejores beneficios salariales y el pago de deudas.
A la jornada de manifestaciones se sumaron los trabajadores de la Universidad de Los Andes y de la Universidad de los Llanos Ezequiel Zamora (Unellez) en Barinas, que exigieron la restitución beneficios como HCM, pago de uniformes y prestaciones sociales, eliminación del instructivo Onapre, así como el respeto a la autonomía administrativa y financiera de las universidades.
Los amedrentamientos no se hicieron esperar, y en Monagas denunciaron que la Secretaría de Educación Regional habría pedido a los directores de los planteles la lista de profesores que no acudieron a las aulas de clase por asistir a las protestas.
Y para implantar el terror entre los manifestantes, un grupo de colectivos adeptos al chavismo dispersó con presuntas bombas lacrimógenas a los docentes que estaban protestando frente a la Zona Educativa de Apure.
Una muestra clara de las retaliaciones del régimen de Maduro se evidenció en el cuarto día de protestas, cuando la docente Carmen Sulay Rojas fue destituida como subdirectora del liceo Ángel Noriega Pérez, ubicado en Pampatar, municipio Maneiro del estado Nueva Esparta, por participar en las manifestaciones.
En Zulia, los docentes denunciaron que recibieron amenazas del Ministerio de Educación por reclamar un salario digno. Mientras que en Bejuma, Miranda y Montalbán, al occidente de Carabobo, los educadores activos y jubilados continuaron la agenda de protestas y aseguraron no tener miedo.
Se alzaron los empleados públicos
Por otro lado, un grupo de trabajadores de Hidrocaribe en Sucre, protestó en rechazo a los bajos salarios que devengan y la vulneración de sus derechos laborales. Esta misma escena de quejas por parte de empleados de hidrológica se repitió en los estados Anzoátegui y Nueva Esparta.
En Barinas, Táchira, Mérida, Guárico y Anzoátegui, los trabajadores de la salud han mantenido la calle caliente para exigir mejores condiciones laborales en los hospitales y ambulatorios, así como también un salario digno, pues lo que perciben no alcanza para sobrevivir en medio de la crítica situación económica que atraviesa Venezuela, donde el salario es cancelado en bolívares, pero los precios de bienes y servicios están expresados en divisas. En Táchira, el personal sanitario pidió un salario de 700 dólares.
En esta misma tónica, los empleados de la Siderúrgica del Orinoco (Sidor) Alfredo Maneiro, en Ciudad Guayana, estuvieron cuatro días manifestando en la avenida de los Trabajadores a la altura del portón IV de la empresa, exigiendo mejoras salariales, reivindicaciones laborales, la liberación de sus compañeros apresados por el régimen por protestar y la suspensión de los despidos por manifestar. Finalmente, lograron un acuerdo con el chavismo y levantaron la tranca.
Los trabajadores de Corpoelec, el Seniat y de algunas gobernaciones como la de Sucre, Táchira y Anzoátegui, no se quedaron atrás en sus quejas, y también calentaron el asfalto bajo la consigna de sueldos anclados al dólar o al petro para evitar que la devaluación y la inflación devoren sus bolsillos.
Bonos de hambre
El régimen de Maduro alardea constantemente de los bonos que otorga a través del Sistema Patria. Sin embargo, esos montos no alcanzan para cubrir las necesidades básicas de los venezolanos.
“Los bonos que nos están dando son un pañito de agua fría, porque el que cancelaron no alcanzó absolutamente para nada, y aparte no incide en nuestro salario”, enfatizó uno de los manifestantes desde San Juan de los Morros.
En Nueva Esparta, el bono de guerra económica generó rechazo en el gremio de docentes. En Anzoátegui y Falcón también alzaron sus voces, porque esos pírricos bonos otorgados por el chavismo, aun cuando pretendían enfriar las calles, más bien se convirtieron en la chispa que encendió más los ánimos de los trabajadores.
Seguirán protestando
Las calles se volvieron a calentar el lunes 23 de enero, cuando miles de trabajadores públicos de diferentes gremios le exigieron, por tercera semana consecutiva, al régimen de Nicolás Maduro reivindicaciones salariales y mejores condiciones laborales.
Trabajadores de los estados Mérida, Lara, Aragua, Carabobo, Monagas, Anzoátegui, Táchira, Zulia, Nueva Esparta, Apure, Barinas, Sucre, Bolívar, Falcón y Guárico no faltaron a la cita. Criticaron que mientras los funcionarios del régimen y sus familias gozan de lujos, los empleados públicos tienen el estómago vacío.
En marzo de 2022, Maduro fijó el salario mínimo en 130 bolívares, que en aquel entonces equivalían a unos 30 dólares. Ahora, debido a la inflación indetenible, ese monto se ha visto reducido a poco más de 6 dólares.
Según estimaciones del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación de Maestros (Cendas-FVM), la canasta alimentaria en diciembre de 2022 se ubicó en 485,06 dólares, el equivalente a 63,24 salarios mínimos para ese mes.
A pesar del acoso, la persecución y el amedrentamiento por parte de las autoridades, en las diferentes regiones del país imperaron las protestas durante todo el mes de enero.
Sin miedo y con firmeza, los trabajadores de la administración pública afirman que se mantendrán en las calles hasta que el chavismo escuche a los ciudadanos que claman por una mejor calidad de vida.
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