El cibercrimen y los negocios de la minería en Venezuela. El minado de Bitcoin es un proceso que provee el poder computacional y la seguridad requerida para correr esta red de moneda descentralizada.
Para empezar a minar, cualquiera puede comprar un tipo especial de computadora conectada a Internet que corre cálculos difíciles a altas velocidades.
Aunque no tiene casi nada en común con minar oro, el resultado final es el mismo: los participantes son premiados con moneda, en este caso, bitcoins recién “nacidos”.
El factor principal que lleva a los venezolanos a adoptar la minería de Bitcoin es un control de precios aplicado por el gobierno socialista: la electricidad es prácticamente gratuita.
El minado de bitcoins requiere muchísimo poder de procesamiento de la computadora, lo cual a su vez requiere muchísima electricidad.
En la mayor parte del mundo, los cargos por servicios se comen el costo de la minería. En lugares donde los precios de la energía son altos, incluso puede ser una propuesta a pérdida. Pero en Venezuela, el gobierno ha hecho que minar bitcoins sea algo parecido a tener una casa de la moneda en tu propio hogar.
Desde luego que los controles de precios conducen invariablemente a escasez, y los frecuentes apagones del país crean constantes dolores de cabeza para los mineros de Bitcoin.
Pero también han encontrado formas de superar esto, tales como ubicar sus operaciones en zonas industriales, donde el servicio eléctrico es generalmente ininterrumpido.
Dado que el minado de Bitcoin es, en efecto, un proceso que convierte el valor de la electricidad en moneda, los mineros venezolanos están haciendo una suerte de arbitraje: compran una mercancía sub-valorada y la convierten en Bitcoin para obtener ganancias.
En este proceso, obtienen acceso a una moneda con muchísimo más poder de compra en el extranjero que el bolívar, la moneda oficial, que se intercambia aproximadamente por 0,00025 dólares en el mercado negro. Como dice el dicho local: el dinero venezolano “no sirve ni para comprar papel toilette”.
En un país que carece de comida y cuidados médicos básicos, Bitcoin está ayudando a mantener las despensas llenas y los botiquines suplidos, haciendo la vida tolerable -aunque no siempre fácil- en medio de la crisis.
Como muchos usuarios de Bitcoin, Alberto, el minero que hace $1.200 al día, importa comida de EE UU a través del servicio de despensa de Amazon Prime. Esto sería imposible con bolívares porque casi nadie fuera de Venezuela los acepta como pago, y la escasez creciente de moneda norteamericana hace que comprar bienes extranjeros se haga cada vez más difícil. Aunque el gigante de ventas con base en Seattle no acepta bitcoins, hay muchas compañías intermediarias que sí lo hacen.
Alberto compra gift cards de Amazon a través del sitio web eGifter, usando un software especial que disfraza la localización de su computadora, y luego dirige sus pedidos a través de un servicio de courier basado en Miami.
El compañero de minería de Alberto, Luis, de 27 años, compra equipos electrónicos, perfumes, jabón y champú en Amazon. Hace poco compró una billetera, un rompecabezas y una camisa Tommy Hilfiger.
Alberto y Luis son un típico ejemplo del creciente número de venezolanos que usan Bitcoin para poner comida en la mesa. Algunos incluso lo emplean para comprar bienes a proveedores extranjeros para mantener sus negocios a flote.
En más de una docena de entrevistas, miembros de la comunidad -algunos de los cuales son mineros, y otros sencillamente emplean la moneda- describieron cómo esta tecnología ha aliviado las durezas del día a día, posibilitándoles vivir vidas cómodas a pesar de la sociedad que se desintegra a su alrededor.
Muchos usuarios de Bitcoin viven con miedo constante de ser descubiertos y sólo acordaron a una entrevista con Reason bajo condición de anonimato.
Alejandro, un minero de 25 años que vive en el Táchira, está ayudando a mantener a su familia con comida comprada en Wallmart.com con una tarjeta Netteller, que es una tarjeta de crédito prepagada que le permite a sus usuarios depositar bitcoins y gastar en dólares.
Cada tres semanas, también carga su tarjeta con bitcoins y cruza hacia Colombia para acumular provisiones.
Jesús, de 26 años, vive en la ciudad de Barquisimeto, y da gracias a Bitcoin por salvar su negocio. Es dueño de una pequeña tienda de reparación de celulares y computadoras ubicada en un centro comercial. Cuando sus proveedores se quedaron sin inventario debido a las restricciones cambiarias, su tienda estuvo al borde de hundirse. Entonces un amigo le mostró Bitcoin.
Ahora, llega a ordenar 400 dólares de proveedores en Amazon en un buen mes, y su negocio se ha recuperado. “Tengo acceso a herramientas y a inventario que son difíciles de encontrar o extremadamente caros en Venezuela”, afirma.
Ricardo, un maestro de fotografía de 30 años, gana cerca de 500 dólares al mes con un equipo de cinco computadoras mineras escondidas en una habitación a prueba de sonido en la casa de dos pisos de su familia. Su madre padece de enfermedad crónica del hígado, y la medicina que necesita para permanecer con vida ya no se vende en Venezuela. Con bitcoins, puede comprar el medicamento de proveedores extranjeros. “Bitcoin es nuestra única esperanza de sobrevivir hoy en día”, afirma.
Negocio arriesgado
Los mineros de Bitcoin quizás tengan un acceso privilegiado a bienes extranjeros, pero también viven bajo una amenaza constante. Muchos temen ser descubiertos por el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), la fuerza policial de investigaciones del país.
Los oficiales del SEBIN han cazado a algunos mineros de Bitcoin y presuntamente -según han denunciado- los extorsionan bajo amenaza de arresto y acciones judiciales.
Sobre este tema, el caso más comentado este año fue el arresto de dos hombres, uno de ellos, de 31 años, dueño de un servicio de encomiendas en la ciudad de Valencia.
Según informa Reason, en 2015, un amigo le presentó la minería de Bitcoin como forma de mantenerse a flote durante la crisis económica. Compró cuatro computadoras de China especialmente diseñadas para este propósito e invitó a algunos amigos a hacer lo mismo.
El 14 de marzo, dos oficiales del SEBIN llegaron sin anunciarse, afirmando que los trabajadores de la compañía de luz habían detectado altos niveles de uso de electricidad en esta dirección y exigieron requisar el lugar.
Informó la prensa del estado Carabobo que esa misma tarde detuvieron a los dos hombres y posteriormente al representante de SurBitcoin, la mayor bolsa de intercambio de Bitcoin en Venezuela.
Dos días después, el canal del Estado, Venezolana de Televisión, publicó un artículo en su web en el cual se referían a Bitcoin como una herramienta de “cibercriminales” quienes, entre otras cosas, “evaden las políticas cambiarias”.
Según afirma el medio Reason, tras ello muchos mineros afirman haber sido extorsionados por la policía. Ni esta información ni estas denuncias aparecieron publicadas en ningún medio de comunicación en Venezuela, ni siquiera en los de oposición.
Como la minería Bitcoin no es ilegal en ese país, presuntamente los involucrados fueron acusados de “contrabando”, por no tener los papeles necesarios para importar las computadoras de China y por “robo eléctrico.
El cargo de “robo de electricidad” sí se relaciona con un debate actual en la comunidad Bitcoin: ¿Minar es un desperdicio de energía? Incluso si no lo fuese, ¿debería darse en Venezuela, de entre todos los lugares? La nación sufre de apagones severos.
En vez de elevar los precios para frenar la demanda, el gobierno ha apelado a cortar el suministro de manera selectiva. En Abril, se ordenaron apagones diarios de cuatro horas en algunas regiones del país, y a los empleados públicos se les ordenó trabajar dos días por semana para reducir el consumo de energía en los edificios del gobierno.
Una de las muchas ventajas del Bitcoin es que es libre de controles de precio. Hugo Chávez impuso un sistema de control cambiario en 2003, y hoy en día la tasa del mercado negro es de más de 4000 bolívares por dólar (precio actualizado al 30 de noviembre).
“El gobierno ha tomado de rehén a toda la población al encerrarlos en una moneda que se hunde”, afirma Andreas Antonopoulos, un científico en computación, escritor y figura influyente en la comunidad. “Bitcoin está liberando a los rehenes”.
La economía secreta
A medida que más y más venezolanos depositan su confianza en Bitcoin, los mineros del país han construido sus propias comunidades para intercambiar, vender y compartir información. Después de descubrir Bitcoin en 2012, Alberto compartía las noticias en reuniones tecnológicas e incluso habló en conferencias.
Cuando la situación de inseguridad empeoró, los mineros de Bitcoin, incluyendo a Alberto, se mudaron “bajo tierra”.
Parte de esa actividad subterránea ahora también ocurre en un grupo de Facebook llamado “Bitcoin Venezuela,” iniciado en mayo del 2013 por Randy Brito, un libertario que entonces contaba con 21 años y vive en España. Brito en un principio quiso que el grupo sirviera como foro educativo, pero una vez que “la minería se hizo viral,” afirma, todo empezó a girar alrededor del comercio y ayudar a los usuarios a “atravesar sus difíciles vidas”.
La mayoría de los usuarios Bitcoin en Venezuela no son libertarios, afirma Brito, pero eso no importa porque los principios libertarios están imbricados en la tecnología, dado que es la primera moneda digital ampliamente admitida que puede ser intercambiada sin aclarar la transacción a través de un tercero intermediario, como una compañía de tarjetas de crédito o un banco.
Es como el efectivo en ese aspecto, pero Bitcoin tiene una gran ventaja sobre la moneda de papel: puede ser intercambiada a través de Internet, de modo que no hace ninguna diferencia que el comprador y el vendedor vivan en los dos extremos del mundo.
El grupo de Facebook funge como bazar online con avisos para carros, bicicletas, botes, licor, suplementos de proteínas, jabón, smartphones, botas de escalar, equipo atlético, video juegos, y papel toilette. Sus más de 7.000 miembros también pueden comprar medicinas desde el extranjero. Pero los ítems más comunes en la lista son partes de computadora y equipo de minería.
Dado que Bitcoin no tiene propiedades físicas, también es más difícil de robar. Venezuela aún tiene un robusto mercado en dólares estadounidenses, pero almacenar verdes es un riesgo en un país azotado por el crimen. “Los ladrones los huelen como si fueran perros de caza”, afirma Héctor, un doctor transformado en minero bitcoin.
Después de que los mineros fueron arrestados en marzo, los cuatro moderadores de Bitcoin Venezuela, encargados de buscar infiltrados y estafadores, hicieron el grupo “secreto” en Facebook, de modo que no aparece en los resultados de búsqueda.
Los nuevos miembros requieren permiso para unirse, y los moderadores usan un grupo de Facebook secundario para filtrar a los posibles candidatos antes de invitarlos.
De cualquier modo, Brito urge a los usuarios a no mantener ninguna información identificable en sus perfiles, y algunos miembros del grupo -incluyendo Alberto- acceden a él a través de una cuenta de Facebook secundaria registrada bajo un nombre falso.
Los miembros actuales pueden invitar a nuevas personas a unirse (yo fui añadido por una fuente.) Luego los moderadores examinan los perfiles de Facebook de los invitados antes de permitirles la entrada.
Pero no todo es tan secreto. El mayor intercambio de criptomonedas en el país, SurBitcoin, ha ido creciendo exponencialmente. El sitio facilita el intercambio de bolívares por bitcoins, que a su vez pueden ser vendidos por dólares. Empleando bitcoin como moneda intermedia, es posible mejorar la tasa del mercado negro con menos apuros y riesgos. Muchos mineros venezolanos también confían en SurBitcoin para intercambiar sus ganancias por bolívares, que emplean para cubrir gastos como alquiler y comida.
El intercambio SurBitcoin opera en una oficina a 3.379 kilómetros de Caracas, mucho más al norte, en un complejo a orillas de la ribera de Brooklyn. Es dirigida por BlinkTrade, una compañía fundada en 2012 por Rodrigo Souza, antiguo desarrollador de software en la Bolsa de New York y actual personalidad de YouTube conocido por no tener pelos en la lengua.
Souza, de 36 años, vio a tiempo que Bitcoin tendría un impacto enorme en América Latina. Nacido en Brasil con su mentalidad libertaria, inmigró a los Estados Unidos en 2008. Dice que le abrió los ojos mudarse a un país donde la inflación no azota permanentemente la economía. “Me robaban todos los días de mi vida en Brasil” por la insistencia del gobierno en imprimir más y más dinero, afirma.
Hay aproximadamente 1.200 transacciones diarias en SurBitcoin, y el volumen de intercambio se ha triplicado durante el año pasado. “Es un montón de personas intercambiando pequeñas cantidades,” afirma Souza.
El cambio promedio en SurBitcoin equivale a unos 35 dólares. El intercambio líder en América Latina medido por la cantidad de dinero en movimiento es Foxbit, con sede en Brasil, pero hay más actividad cambiaria en SurBitcoin. El gobierno no ha exterminado el servicio, según Souza, en parte porque muchos oficiales públicos “se han vuelto nuestros clientes.”
Particularmente para los expatriados, SurBitcoin es algo caído del cielo. María, de 32 años, es una corredora de bolsa que abandonó Venezuela hace tres años y se fue a Brasil. Para enviar dinero a su familia que permanece en Venezuela, primero usaba un mensajero humano.
Un amigo regularmente compraba efectivo del otro lado de la frontera y lo depositaba en la cuenta bancaria de sus padres. “Tomaba muchos días y era muy peligroso”, afirma María. Ahora envía cerca de 350 dólares a casa cada mes a través de SurBitcoin sin apuros.
Notiveraz