El cibercrimen no duerme, no descansa, ni hace cuarentena

Hace apenas un par de años se empezaron a popularizar los códigos “QR” (generador de códigos) que sustituían a los pases de abordar en la aviación o para ciertos pagos de impuestos, y hoy, al popularizarse estos como la vía para pagar diversos trámites, comprar diversos bienes, productos o servicios, los hampones digitales ya empezaron a timar personas que descargan o escanean estas claves desde su celular sin ellas saberlo.

Aunque la clasificación de ciber delitos es muy amplia y la capacidad para legislar y castigar estos está desfasada por la velocidad del desarrollo digital, en los últimos meses ha nacido una nueva clasificación de delincuentes electrónicos: los fakers o conspiradores que diseminan noticias no veraces, los proselitistas que difunden ideologías, los narcisistas que sólo quieren saber hasta dónde pueden viralizar sus producciones, los hackers o piratas informáticos que han sido capaces de saquear bancos y robar identidades de millones de personas; pero que ahora pueden ser ubicados, y los más peligrosos para los ciudadanos son los estafadores de la economía a través del engaño, con avisos falsos atemorizando a la gente, les roban su identidad hasta dejarlos endeudados. Por ejemplo: cobrando multas bajo amenazas o impuestos inexistentes con documentos falsificados.

Por lo anterior, es importante revisar muy bien a quiénes y cómo se comparten datos personales, números de tarjetas de débito o crédito, historia de vida, etcétera o bien capacitarse o buscar ayuda profesional. Las denuncias se van multiplicando. Ya es popular la frase: “El cibercrimen no duerme ni hace cuarentena.”

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