Las relaciones entre Colombia y Venezuela han agarrado velocidad de crucero desde que Gustavo Petro y Nicolás Maduro se encontraran a principios de noviembre en Caracas.
Los países pretenden ahora conectarse energéticamente, por lo que la petrolera estatal colombiana, Ecopetrol, ha pedido permiso a Estados Unidos para negociar con la venezolana, PDVSA. La empresa pública controlada por el Gobierno chavista está bajo las sanciones de Washington, lo que impide a empresas y particulares hacer negocios con ella.
El permiso no va a ser necesariamente fácil de conseguir. Meses atrás, se acordó que Conviasa, la aerolínea pública venezolana, cubriera la ruta Caracas-Bogotá. Los aviones estaban preparados para volar cuando Estados Unidos desplegó todo su poder de intimidación para evitarlo.
La embajada norteamericana envió cartas a funcionarios colombianos recordándoles que Conviasa también estaba en la lista de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros (OFAC), conocida como la lista Clinton, y que cualquiera que le ofreciera un servicio, como podía ser el servicio de catering o la limpieza de las naves, podría ser perseguido por la justicia estadounidense. Colombia se echó atrás y Venezuela enfureció. Solo una aerolínea, Turpial, cubre por ahora la ruta.
Los países esperan cosechar mejores resultados esta vez. Ecopetrol, la empresa más grande del país, ha presentado formalmente una solicitud ante la OFAC para recibir una licencia con la que operar con PDVSA, similar a la que ha recibido Chevron, para poder importar gas. La oficina otorgó una autorización a la petrolera estadounidense para reanudar operaciones limitadas de extracción de petróleo en Venezuela después de que el chavismo acordara regresar a los diálogos con la oposición en México, de donde tiene que salir una propuesta de elecciones presidenciales confiables en 2024.
En 2004, Álvaro Uribe y Hugo Chávez firmaron un acuerdo binacional de conexión energética entre ambos países. Se acordó entonces que Ecopetrol y Chevron le vendieran gas a PDVSA. Ese trato duró de 2007 a 2015 y la petrolera venezolana pagó todo lo adeudado. A partir de esa fecha, tenía que ser lo contrario: los venezolanos se lo venderían a los colombianos.
Eso duraría de 2015 a 2027, pero no ha podido hacerse efectivo. Primero por el fenómeno del calentamiento del océano Pacífico, conocido como El Niño, y después por las sanciones, a lo que se sumó que Colombia encontrara más gas en su territorio.
El asunto de la exportación enfrenta algunos problemas. Colombia produce ya el 80% del gas que consume. Hay algunos productores que no logran vender todo lo que producen, por lo que hay una sobreoferta. En paralelo, han surgido nuevas ofertas que dificultan el negocio entre los dos países. Venezuela autorizó hace un mes a una empresa privada, Prodata Energy, a exportar gas natural a Colombia por primera vez. Prodata, con sede en Caracas, ha obtenido el permiso para enviar a través de un gaseoducto de 224 kilómetros que hasta ahora estaba inactivo.
Ese acuerdo, según Bloomberg, ayuda a Venezuela a diversificar sus exportaciones de energía, que son la base de su economía. Refuerza el suministro de Colombia, donde el mercado espera que la producción decrezca por la intención del presidente Petro de conducir al país hacia las energías verdes.
En este contexto complejo, Ecopetrol y PDVSA quieren concretar un contrato ejecutable en este 2023 que sea beneficioso para las dos naciones. Solo falta que Estados Unidos otorgue su consentimiento.
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