Las precariedades son evidentes, basta con pasearse por los pasillos del Hospital Oncológico Dr. Miguel Pérez Carreño, de Carabobo, para darse cuenta que son muchas las cosas que no funcionan.
Lo primero que resalta en el lugar es la desolación. Cada vez hay menos pacientes porque solo está habilitada el área de hospitalización, donde se reciben estrictas emergencias y los pacientes deben llevar hasta su ventilador.
No hay aire acondicionado. Se dañó hace más de tres años. “Y no lo necesitamos por lujo, sino porque aquí ingresan pacientes con patologías como tumores necróticos, y a veces tienen olores característicos y se deben tener con aire acondicionado para evitar la proliferación de bacterias”, explicó Liseth Martínez, quien tiene más de 20 años de servicio en esta institución.
Solo dos mujeres estaban hospitalizadas la mañana de este lunes en el oncológico Pérez Carreño, que es el único de su tipo en el país y que está ubicado en el municipio Naguanagua. Las camareras hacían lo que podían para mantener a limpieza al 100 %, pero no tienen los implementos adecuados.
Áreas cerradas en el oncológico Pérez Carreño
En el departamento de consulta todo está cerrado. Y aunque el personal hace lo posible por mantener cada espacio esterilizado, hay filtraciones en techos y paredes que complican esa labor.
Los candados en las puertas del quirófano y de la terapia intensiva dejan claro que tampoco están en funcionamiento.
El personal médico del oncológico Pérez Carreño decidió, hace más de un mes, paralizar esas labores hasta que todos sean vacunados contra la COVID-19, tras un brote de la enfermedad entre quienes laboran en el hospital.
La única zona que luce diferente es la de quimioterapia. Fue rehabilitada por la gobernación de Carabobo en julio de 2019 y ahí sí hay aire acondicionado, las paredes con pintura nueva, que incluye la imagen gubernamental, y hay 25 sillas en perfecto estado para pacientes que requieren el tratamiento.
Mientras tanto, el área de radiotearapia se mantiene cerrada desde hace más de cuatro años cuando se dañó el equipo.
“Pero ya vinieron a hacer una inspección y esperamos que pronto sea abierta”.
Enfermeras sin insumos
Las necesidades son diversas. El personal no cuenta con la dotación oportuna de tapabocas ni guantes para cumplir con sus labores.
“Nos dan tres o cuatro pares que no duran porque para hacer un baño en cama a un paciente, por ejemplo, se necesitan cuatro o cinco pares para cada una, y por lo general somos personas las que debemos manipular al paciente, por eso se requieren hasta 10 pares para atender a una sola persona en un día”, relató Yusmira Sevilla, enfermera.
Las donaciones de diferentes organizaciones y fundaciones han sido sus grandes aliados, pero eso no puede solventar el déficit de enfermeros en el lugar, del que se desconocen números exactos porque es una información que se reserva la dirección del hospital.
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