Cada vez más dólares, cada vez menos bolívares. Es la tónica a la que se van acostumbrando en Venezuela, un país sumido en una grave crisis económica desde que Nicolás Maduro llegó al poder y del que, en los últimos años, se han marchado más de 4 millones de personas en busca de una vida mejor.
Después de años de restricciones a la divisa estadounidense, el gobierno venezolano la tolera ahora como alternativa a la imparable pérdida de valor del bolívar, la moneda oficial de la República, y Maduro se mostró a favor de su uso como «válvula de escape» frente a la «guerra económica» que, según él, sufre su país.
En un giro de su línea económica nunca explicitado por las autoridades, pero detectado por los expertos y los muchos habitantes del país que a diario cambian divisas en el mercado paralelo, el gobierno lleva tiempo aplicando una política de fuerte contención de los bolívares en circulación que persigue frenar la hiperinflación y la cotización del dólar.
Eso ha acelerado la rápida dolarización que vive el país. Según un informe de la firma de análisis Ecoanalítica, el dólar copa ya más de un 53% del valor total de las transacciones que se realizan en Venezuela.
Pero, paradójicamente, la economía venezolana vive bajo las sanciones de Estados Unidos, que buscan ahogar las vías de financiación del gobierno de Maduro, al que consideran ilegítimo, y su acceso a la divisa.
¿Cómo entonces llegan los billetes verdes a Venezuela? ¿De dónde proceden los que manejan esa minoría de privilegiados que vive en dólares y no con el devaluado bolívar?
Cuántos dólares hay en Venezuela
En un país en el que las autoridades llevan años sin difundir datos fiables sobre la mayoría de aspectos de la economía y la vida social, esa es una pregunta casi imposible de responder.
Venezuela se sitúa en el puesto 168 de un total de 180 países en la clasificación mundial que elabora Transparencia Internacional. La falta de datos hará que sea en 2020 uno de los pocos estados para los que el Fondo Monetario Internacional no elaborará previsiones.
El economista Guillermo Arcay, de Econalítica, asegura que «es imposible saber cuántos dólares circulan por Venezuela y, además, seguramente es una cantidad dinámica».
No obstante, indica Arcay, «es probable que sea ya superior a la de bolívares, cuyo valor total se estima alrededor de 700 u 800 millones de dólares».
Ahorros en dólares en el exterior
Henkel García, de la consultora Econométrica, explica que «gran parte de los dólares que circulan son los que muchos venezolanos llevan años ahorrando en el exterior».
El bolívar es desde hace tiempo una moneda muy inestable y la inflación que ha aquejado a Venezuela durante años la despojó de su condición de reserva de valor y llevó a que todo el que pudiera permitírselo ahorrara en dólares, como sucedió en la Argentina de la época del «corralito» y otros países sometidos a procesos inflacionarios severos.
De ahí que muchos venezolanos tengan cuentas en bancos de Estados Unidos, pese a que algunos están viendo cómo se las cancelan por el temor de las entidades a verse afectadas por las sanciones estadounidenses.
Esto explica la popularidad de medios de pago electrónicos como Zelle, un sistema gratuito que permite transferir con el celular fondos entre cuentas en Estados Unidos y que en Venezuela se utiliza con frecuencia para pagar cosas tan cotidianas como un café o una arepa.
Según Arcay, «esto es una anomalía que hace que, en realidad, gran parte del dinero que mueve la economía de Venezuela circule solo por el sistema financiero estadounidense«.
Otra práctica habitual es la de adquirir dólares en efectivo a cambio de dólares que se transfieren a cuentas en el exterior.
Los venezolanos que tienen cuentas fuera del país muchas veces traen dólares de sus visitas al extranjero. Es otra de las fuentes de entrada de la divisa estadounidense en una economía que, pese a los últimos movimientos liberalizadores del gobierno, sigue llena de trabas.
Remesas hacia Venezuela
Según los datos de la ONU, en los últimos años se ha marchado del país más de un 10% del total de la población estimada de Venezuela.
Sin embargo, pese al tamaño de su diáspora, el país recibe muy pocas remesas en dólares. Al menos, poco de lo que se pueden considerar técnicamente remesas.
Si durante años el control de cambios lo hizo imposible, ahora se suman las sanciones, que dificultan que los venezolanos emigrados envíen dólares desde fuera a cuentas bancarias en Venezuela.
Tan solo unas pocas casas de cambio autorizadas por el gobierno pueden recibir directamente transferencias en divisa y, según dice, Luis Vicente León, de la consultora Datanálisis, «las magnitudes de remesas formales son bajas sobre el total».
En esto, como en tantas otras cosas, los venezolanos han tenido que buscar caminos alternativos.
García explica que «las remesas llegan, pero a través de gente que cambia bolívares por dólares». El mecanismo consiste en depositar dólares en una cuenta en el exterior a alguien que puede depositar el equivalente en bolívares en una cuenta bancaria de Venezuela.
De nuevo, en una economía que opera en la opacidad, resulta imposible determinar las cantidades que se están moviendo por esta vía, que se ha convertido en el circuito a través del cual muchos migrantes venezolanos ayudan a sus familiares que aún viven en el país.
Lo que sí se sabe es que, como cuenta Arcay, «eso tiene un efecto inflacionario, ya que, para evitar su pérdida de valor, la gente gasta muy rápido los bolívares».
La frontera y las actividades ilegales
El gobierno venezolano no ha impulsado ningún cambio legal que ampare el uso del dólar en el país, lo que lleva a Tamara Herrera, directora de Síntesis Financiera, a afirmar que «ahora hay una política de permisividad, pero no una auténtica liberalización«.
Según los expertos, la dolarización informal que se está produciendo en Venezuela se ha convertido en terreno propicio para las actividades ilegales.
León cree que una economía en la que se manejan grandes cantidades de efectivo en dólares sin que se pueda rastrear su procedencia en el sistema financiero «es el entorno ideal para narcotraficantes y otros criminales que pueden llegar con su dinero sin levantar sospechas».
Los analistas creen que uno de los puntos desde los que se irradia dinero ilícito hacia el interior del país son sus porosas y conflictivas fronteras.
Las zonas limítrofes con Colombia, Brasil y Guyana son rutas habituales para el contrabando de gasolina, minerales preciosos y otras mercancías, según han denunciado organizaciones como el International Crisis Group, que en un informe del año pasado indicó que en los estados fronterizos de Bolívar y Amazonas «los sindicatos del crimen de Venezuela y grupos guerrilleros colombianos están creando nuevas amenazas en el sur del país«.
El Estado también estaría jugando un papel, ya que estas áreas «han captado la atención de unas autoridades presionadas para compensar la caída de los ingresos petroleros y el colapso general de la economía».
El informe citó a antiguos oficiales militares y de inteligencia que aseguraron que las operaciones de venta de minerales preciosos obtenidos a través de la minería ilegal «alcanzan a la cúpula del gobierno y de las Fuerzas Armadas«.
García resume: «Se sabe que hay un gran volumen de contrabando y que eso mueve muchos dólares, pero es imposible cuantificarlo».
Dónde se guardan los dólares en Venezuela
La dolarización está haciendo que los negocios a los que les va bien acumulen grandes cantidades de efectivo en divisa.
Hasta ahora, sus opciones para ingresarlos en entidades bancarias eran limitadas, lo que se estaba convirtiendo en un problema para los empresarios y comerciantes que tenían que ingeniárselas para encontrar un lugar seguro en el que almacenar sus ganancias.
Los bancos venezolanos han empezado a adaptarse a la nueva realidad y ya han comenzado a ofrecer algunos servicios de custodia y depósito.
Son todavía muy rudimentarios y están muy lejos de los complejos productos que ofrece la banca en países con una economía normalizada, pero empiezan a convertirse en una alternativa y los expertos pronostican que poco a poco se irán sofisticando.
Arcay lo ve claro: «El dólar lo está cambiando todo y lo va a seguir haciendo».
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