A metros bajo tierra quiere Nicolás Maduro ver al bolívar que ya no es tan fuerte como vociferó una vez. Ahora, su régimen socialista se enfrasca en una estéril digitalización de la economía, con el objetivo de sepultar la escasez de billetes en Venezuela, apegándose a la idea de que con este acto fúnebre caerá también la hiperinflación.
Son unas pretensiones que dejan clara su “voluntad de configurar un sistema en el que los repetidamente devaluados billetes venezolanos sean un recuerdo del pasado”, asegura la Gaceta de la Iberosfera.
Es un giro en la tendencia del manejo de la moneda, considerando que las emisiones de billetes que tienen denominaciones cada vez mayores con menos ceros esconden “el gigantesco proceso inflacionario”.
El nuevo plan de Maduro para combatir la hiperinflación expone otro intento fallido de abastecer al país de efectivo, mientras aumentan las deudas que suma la deteriorada economía nacional por este concepto.
Esta nueva iniciativa de «incinerar el bolívar» evidencia que fue inútil haber recurrido en febrero de este año a una empresa estatal de impresión de dinero en Rusia para comprar 300 millones de billetes con denominaciones que van desde 10000 bolívares por un valor de 0,14 dólares hasta 50000 bolívares equivalentes a 0,68 dólares, según una copia del contrato entre Goznak -como se conoce a la firma de impresión- y el Banco Central de Venezuela.
El valor total del efectivo de aquella operación ascendió a 143 millones de dólares. Esto se puede traducir a una equivalencia de aproximadamente una quinta parte del dinero en circulación en el país.
Y no fue la única. Después de esta gestión, en octubre el el régimen de Maduro importó 71 toneladas de papel de seguridad desde una imprenta italiana, cuya propiedad mayoritaria corresponde a la firma de capital privado Bain Capital para estrenar el billete de 100.000 bolívares, que se convertiría en la denominación más alta hasta ahora en moneda local, pero con un valor que apenas rozaría los 0,23 dólares.
Dos gastos perdidos. Sin contar la deuda con la compañía De La Rue -uno de los fabricantes de billetes bancarios más grandes del mundo- por 23 millones de dólares por servicios similares que aún mantiene.
Sin entender la realidad
Maduro apela a la digitalización de la economía después de que la hiperinflación se devoró tres familias de billetes emitidos durante los últimos seis años, así como también redujo el efectivo a solo el 2 % dje toda la liquidez monetaria en el país.
Es un caos hecho a su medida. Un desastre que se acrecienta, porque además “la emisión del propio billete, la tinta y los mecanismos de seguridad para imprimirlos terminan siendo más costosos que el valor nominal de cada pieza”, apunta El País.
Sin mencionar que la Casa de la Moneda nacional enfrenta otros obstáculos en pandemia, como la reducción de personal y los apagones que retrasan los intentos de impresión.
Una mirada más profunda revela que sectores como el de los pequeños comerciantes, sumado al ámbito del transporte público, no estarían preparados para migrar a una modalidad en la que la recepción de los pagos en bolívares se haga en modo digital.
Un engaño más
La digitalización de la economía no libera al país del papel moneda. “Es una afirmación falsa”, asegura Hermes Pérez, economista y último jefe de la Mesa de Cambio del Banco Central de Venezuela. El experto argumenta que “ningún medio de pagos electrónicos que agilice las transacciones comerciales resuelve el problema de fondo que está asociado a la pérdida del valor del dinero en Venezuela”.
De esa manera, sentencia que “nada que sustituye la funcionalidad del dinero en efectivo. Siempre se requerirá de efectivo para comprar un diario o pagar un pasaje de autobús. En el resto del mundo, a pesar de todos los avances tecnológicos, el efectivo se sigue utilizando”.
Sin embargo, el sistema C2P es el último salvavidas del chavismo. Esta plataforma permitirá el pago de productos en los comercios sin necesidad de usar tarjetas o puntos de venta para facilitar las transacciones. El cliente solo necesita un celular y el número telefónico que tenga afiliado a su entidad bancaria para el funcionamiento.
El comercio solicitará un número de cédula, celular y el nombre del banco. Luego el cliente recibe un mensaje de texto con el código para suministrarlo al comercio y continuar la operación. Finalmente, el personal del local registra el código y confirma la transacción. Pinta fácil en la teoría, pero Medianálisis aclara que el sistema no sustituirá el cash.
Sin plataformas
En la práctica, los pagos móviles son un desafío y en Venezuela. Uno mayor ante la escasez de teléfonos inteligentes y las conexiones deplorables.
Citando datos del Observatorio Venezolano de Servicios Públicos (OVSP), Pérez destaca que en el país la penetración de los teléfonos ronda solo el 41 % de la población y las líneas activas se redujeron de 20.000.000 a 13.000.000. “Significa no solo que la penetración telefónica es minoritaria, sino que además de eso hay un declive en las líneas telefónicas, donde cada día menos personas tienen acceso a ellas”.
De esa cantidad de usuarios, 51 % valora el servicio como malo como negativo y el 73 % reporta más de una falla diaria. Sólo quien tenga unos fajos, toreará la calamidad.
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