En la red social Instagram abundan anuncios que solicitan inmuebles en alquiler o venta, principalmente en el este y sureste de Caracas, como residencia de familiares de diplomáticos. Son muchos y todos hacen una salvedad: deben contar con pozos de agua y planta eléctrica.
La crisis del agua en Caracas y el resto de Venezuela se conoce mundialmente. Siendo una nación privilegiada en recursos hídricos se encamina a una pobreza hídrica, más irreversible que inevitable. Agravará, sin duda, la compleja crisis humanitaria que comenzó hace más de una década.
Suena apocalíptico, pero la mano del hombre prepara el terreno. Los ecocidios se repiten. Las actividades antrópicas como la minería, deforestación, agricultura, urbanismos, turismo, petrolera, ganadería y aguas servidas están acabando con los equilibrios naturales y arrasan los recursos hidrológicos. Con un agravante, no hay información. No es que la ocultan.
Simplemente no existe, han desechados los saberes de la ciencia por los poderes creadores del pueblo y estamos a la deriva. Salvo el enriquecimiento propio, el creciente funcionariado público se ocupa poco de sus obligaciones y responsabilidades. No son solo los empleados de las hidrológicas, que dependen más de la lluvia que de sus conocimientos para servir agua corriente a la población y disponer adecuadamente de las aguas servidas.
Falta información, estadísticas y estudios, y mucha voluntad para evitar la catástrofe que se avecina de no tomarse medidas urgentes. La advertencia la hizo en 2011 la Asociación Venezolana de Aguas, Aveagua.
Según los números que memorizamos en bachillerato, si tuvimos profesor de Geografía o Ciencias de la Tierra, Venezuela cuenta con más de un millar de ríos, de los cuales 124 poseen cuencas mayores de 1.000 kilómetros cuadrados; 2.500 lagunas, 2 lagos importantes –Maracaibo y Valencia– y reservas de aguas subterráneas calculadas en 7,5 billones de metros cúbicos.
Las aguas fluviales del país se dividen en tres vertientes: Caribe, Atlántica y la cuenca del lago de Valencia. La primera, recibe las aguas de cuencas y subcuencas del lago de Maracaibo y litorales occidental, central, oriental, ríos Tuy y Unare. Esta drena 17,5% de la nación y ahí reside la mayor cantidad de población
La vertiente del océano Atlántico abarca 82% del territorio nacional. Es abonada por los ríos Orinoco, San Juan y Guanipa y de los afluentes de la margen izquierda del río Esequibo, como es la cuenca del río Cuyuní.
El lago de Valencia, entre Carabobo y Aragua, recibe un porcentaje pequeño de agua.
“Venezuela aparece como cuarto en ranking de producción de agua (Km3/año), superado por Brasil, Colombia y Perú, todos países amazónicos y con áreas territoriales muy superiores. Llama la atención la alta producción hídrica de las cuencas de los ríos más grandes de Venezuela, el Caroní y el Orinoco, esta última sería la cuenca de mayor rendimiento líquido del planeta, 0,0374 m3/s/km2, superior al valor del río Amazonas, 0,0325 m3/s/Km2, a pesar de que el área de la cuenca del Amazonas es 5 veces mayor que la del Orinoco. Venezuela dispone de 47.120 metros cúbicos habitante por año”, refirió el ingeniero civil Arturo Marcano, máster en Hidráulica en la revista Guayana Sustentable, en 2017.
La disponibilidad per cápita coloca a Venezuela como un país de relativa abundancia, si se compara con países dotados con menos de 1.000 m3 /hab/año, que acusan estrés hídrico.
Global Water Partnership define la seguridad hídrica como la provisión confiable de agua cuantitativa y cualitativamente aceptable para la salud, la producción de bienes y servicios y los medios de subsistencia, junto con un nivel aceptable de riesgos relacionados con el agua. Condiciones que no se dan en Venezuela.
Los informes del Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos dan cuenta de que más de 90% de la población almacena agua en sus hogares y junto con la electricidad es uno de los servicios peor evaluados por la colectividad. El agua que llega a los hogares no tiene la propiedades nos enseñaron en la escuela, aquí no es inodora ni incolora, tampoco es insípida.
información completa: El Nacional
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