Hasta hace tres años los únicos que se preocupaban por su seguridad informática eran los bancos. Luego fueron las empresas de retail, es decir, firmas con transacciones financieras.
Ahora el negocio está en el secuestro y pedido de rescate por información de cualquier empresa, algo que congela las operaciones de una firma”, me cuenta Óscar Diez, CEO de la firma de consultoría y tecnología Indra.
Lo vimos días atrás con la captura de todos los datos de Garmin (plataforma de gestión de datos de salud y ejercicios). No había dinero para robar, solo congelaron los accesos de los usuarios a sus datos (su peso o los kilómetros que corrieron), y recuperar esa información le habría costado 10 mdd.
“Este tipo de delitos es el que más ha crecido durante la pandemia, porque no requiere ningún robo físico, es muy redituable y los autores son muy difíciles de atrapar”, agrega Diez, “y no es algo que suceda solo desde servidores fuera del país. En México ya hay mucho talento dedicándose a estos secuestros que son muy rentables”.
La manera acelerada en que las empresas enviaron a sus empleados a su casa, el confinamiento masivo sin planes previos de backup de información o con candados de seguridad específicos han sido el mejor caldo de cultivo para “los criminales de teclado”.
Según datos de Indra en México, en los primeros seis meses del año crecieron 130% los ciberataques, siendo los más comunes la pérdida de datos y la filtración de información.
“El éxito de un cibercrimen es la combinación de personas y tecnología; siempre el punto débil es la gente y estamos en la coyuntura perfecta: más gente conectada, más información en la nube y por ende más hackeos”, agrega el ejecutivo.
En el país, si bien 7 de cada 10 empresas vieron incrementados los ataques, 35% de ellas bajó sus presupuestos en ciberseguridad (cuando ya de por si las firmas mexicanas invierten hasta tres veces menos que sus pares de EU o Europa).
Y precisamente este es uno de los servicios de tecnología de Indra donde tienen mayor presencia y que les está permitiendo crecer este año 7% versus 2019. En el ranking de negocios de la firma, los más importantes son bancos y aseguradoras, seguidos por empresas de retail, consumo y telecomunicaciones.
Donde sí se desinflaron sus proyecciones fue en energía e infraestructura. “Con la caída de inversiones gubernamentales, se cayeron 50% de los proyectos contemplados para este año, muchos de ellos estatales”, agrega Óscar Diez.
Por ahora, lo que sí tienen confirmado es su participación en una de las obras emblemáticas del sexenio como es el Tren Maya: ganaron el tramo III, un contrato por 223 mil 359 mdp.
Aun con este negocio más flaco, México y Latinoamérica siguen siendo el foco de atención e inversión de Indra, una región y un mercado en el que esperan duplicar su tamaño en los siguientes tres años.
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