Una fiscalía de crimen organizado y un grupo especial de la Policía Antidrogas investigan por narcotráfico al peruano estadounidense Miguel Arévalo, alias «Eteco, quien ha querellado a numerosos periodistas y personas que hablan sobre sus antecedentes policiales, fiscales y demás actividades con el crimen organizado.
‘Eteco’ – a través de sus abogados extorsiona a cualquiera que se le ponga en su camino como es el caso de la demanda en Tarapoto contra la fiscalía de crimen organizado y el grupo Orión por violación de su derecho al debido proceso.
Miguel Arévalo ya realizó 10 denuncias anteriores por difamación contra periodistas por hacer público investigaciones por lavado de dinero. Señalaron que la organización criminal estaba conformada por sospechosos de tráfico ilícito de drogas, lavado de dinero, testaferros, acopiadores de clorhidrato de cocaína. También se incluyeron a empresarios que residían en Miami, Lima, y Centroamérica.
Lo sorprendente es, sin embargo, que se haya dictado medidas de embargo preventivo de los bienes de Ojo Público, y de ambos periodistas. Entre las irregularidades que denuncian los afectados, está el hecho que no se notificó la naturaleza de la denuncia el 4 febrero. Esto, luego que el 15 Juzgado Penal de Lima admitiera a trámite la querella.
Esto ocurre, tras las publicaciones donde se denuncia las conexiones de Miguel Arévalo Ramírez con el narcotráfico. En respuesta, este personaje ha planteado hasta el momento 10 denuncias por difamación contra los periodistas que realizaron las investigaciones.
Entre los denunciados se encuentran César Hildebrandt, Eloy Marchan y Américo Zambrano (Hildebrandt en sus Trece), Gustavo Mohme (La República), Marco Zileri y César Prado (Caretas). También Miguel Ramírez (exeditor de El Comercio), entre los principales.
Las notificaciones recién fueron remitidas a las oficinas de Ojo Público el pasado martes 9, acompañado de otros de fechas 25 de marzo y 1 de abril. La firma del juez titular está ausente en todos los documentos remitidos, solo constando el sello del juzgado en mención.
Carlos Rivera Paz, abogado de ambos periodistas, también remarcó una seria irregularidad en cuanto al proceso iniciado en el 15 Juzgado Penal. Ya que Edmundo Cruz y Óscar Castilla tienen un proceso similar en el quinto Juzgado Penal. El jurista se cuestiona por qué se abrió otro proceso en un juzgado diferente.
“¿Cómo se pudo abrir otro proceso por los mismos hechos en un juzgado distinto? ¿Qué está haciendo el Poder Judicial? (…) La jueza solo envió la citación y el fallo sobre el embargo, pero nunca notificó la denuncia. Es derecho de mis defendidos conocer los argumentos y pruebas presentadas contra ellos”, dijo.
Acusaciones
Lo acusan de transportar droga a mafias internacionales y financiar a Sendero Luminoso en el Alto Huallaga desde mediados de los años ‘80. El empresario con estaciones de gasolina en Miami llegó a ser dueño de una aerolínea y de bienes raíces en Centroamérica.
El 2016, Arévalo interpuso millonarias demandas contra OjoPúblico por revelar las indagaciones de la DEA en su contra. Ahora busca bloquear las pesquisas del Ministerio Público y la Dirandro con un hábeas corpus en San Martín.
«Acusar a Arévalo en el Distrito Sur de Florida, incautar sus activos en Perú y desmantelar su organización en Estados Unidos, Nicaragua y Honduras»
El ciudadano peruano estadounidense Miguel Arévalo Ramírez (55) ‘Eteco’ fue declarado objetivo oficial del Ministerio Público y de la Dirección Antidrogas de la Policía (Dirandro) al investigarlo como jefe de una presunta organización criminal que envió toneladas de droga a cárteles de Colombia y México entre los ‘80 y ‘90; así como financista del grupo terrorista Sendero Luminoso en el valle del Alto Huallaga.
Además, lo tiene bajo sospecha por lavar dinero ilícito a través de inversiones millonarias y testaferros en Perú, Centroamérica y Estados Unidos.
OjoPublico conoció que el Ministerio Público oficializó la pesquisa preliminar contra Arévalo por narcotráfico y colaboración con el terrorismo. El caso permanecía legalmente bajo estricta reserva para evitar el entorpecimiento por parte de la presunta organización que dicho personaje lidera.
‘Eteco’ –quien declara residencia en Tocache (San Martín)– es sindicado por la Dirandro como uno de los últimos cabecillas de las drogas que operaron en el Huallaga y que llegaron a negociar con grupos criminales de Colombia y México para enviar droga a EE.UU.
Según el Ministerio Público y la Dirandro, los antecedentes de Arévalo con el narcotráfico iniciaron en los ‘80 con envíos de toneladas de pasta base a Colombia a través de avionetas, para luego, a mediados de los ‘90, cambiar la modalidad y despachar droga por intermedio de barcos pesqueros a las costas de México.
La Policía Antidrogas además tiene en la mira a la red familiar creada por ‘Eteco’ en Perú para presuntamente blanquear el dinero procedente de sus actividades ilícitas en las últimas tres décadas.
FISCALÍA Y DIRANDRO INVESTIGAN A MIGUEL ARÉVALO POR PRESUNTOS ENVÍOS DE DROGA A COLOMBIA, MÉXICO Y EE.UU. Y POR COLABORACIÓN CON EL TERRORISMO DESDE 1980
La Fiscalía Especializada en Crimen Organizado, junto a un equipo de la Dirandro respaldado por la DEA, empezó sus indagaciones en julio del 2018, pero mantuvo el caso en reserva por la peligrosidad y la complejidad de la presunta organización de Arévalo.
Dos años antes del inicio de dichas pesquisas, había revelado los detalles de la operación bautizada como “Intocables: la organización de narcotráfico de Arévalo”, patrocinada desde el 2012 por la oficina de la DEA en la embajada de EE.UU. en Lima.
Desde entonces, y como represalia por publicar las indagaciones de la Agencia Antidrogas de EE.UU., Arévalo, presentándose como ciudadano de EE.UU., interpuso cinco juicios en el Poder Judicial contra este medio digital, el autor de este reportaje y Edmundo Cruz de La República, pidiendo que se le pague hasta US$310 millones en calidad de reparación civil y se retiren las publicaciones de Internet.
En uno de los casos, el 15 Juzgado Penal de Lima ordenó el embargo de los bienes de los periodistas.
Miguel Arévalo, investigado por narcotráfico y colaboración con el terrorismo, querelló al periodista autor de este reportaje y a Edmundo Cruz por revelar sus antecedentes policiales y fiscales.
Hoy, Arévalo –quien además enjuició a periodistas del grupo El Comercio, Hildebrandt en sus trece, Caretas, Willax Tv y a la procuradora antidrogas del Ministerio del Interior, Sonia Medina– tendrá que enfrentar una indagación del Ministerio Público que ya cuenta con colaboradores que vienen relatando sus presuntas actividades ilegales con el narcotráfico ante el despacho de los fiscales Álvaro Rodas y Amanda Oroz y el grupo especial Orion de la Dirandro a cargo del comandante PNP Walter Lozano Pajuelo, conocido como uno de los cazadores de ‘Artemio’, y elegido para el caso por el ministro del Interior, Carlos Morán.
Enterado del caso, el imputado ha planteado un hábeas corpus en San Martín para frenar estas pesquisas.
El reportaje que hoy presentamos se basa en las pesquisas actuales del Ministerio Público y la Dirandro y en entrevistas con exacopiadores de cocaína del Huallaga y exallegados de su entorno en Lima. También en declaraciones de exmandos de Sendero Luminoso, y reportes de la Policía Antidrogas y la DEA que sindican a la red de ‘Eteco’ como a una Consolidated Priority Organization Target (CPOT), nombre usado en EE.UU. para definir a un grupo criminal que debe ser desarticulado a nivel nacional e internacional.
EL CASO ‘ETECO’ ES INVESTIGADO POR LOS FISCALES ÁLVARO RODAS Y AMANDA OROZ Y EL COMANDANTE PNP WALTER PAJUELO, UNO DE LOS CAZADORES DE ‘ARTEMIO’ Y JEFE DEL GRUPO ESPECIAL ORIÓN DE LA DIRANDRO
En el 2004, el Gobierno de EE.UU. incluyó al entonces empresario aerocomercial Fernando Zevallos ‘Lunarejo’ en esta categoría, considerada como la antesala de la incorporación al Kingpin Act, la lista antidrogas de dicho país. Hoy, el exdueño de Aerocontinente purga dos condenas –por narcotráfico (20 años) y lavado (27 años)– y tiene pendiente otra acusación por estos delitos en la Corte del Distrito Sur de Florida. Aquella historia, con el inicio de la presente indagación fiscal, puede repetirse este año con Miguel Arévalo.
Made in Alto Huallaga
La historia de Miguel Arévalo empieza en el Alto Huallaga como hijo del migrante loretano Julio Tercero Arévalo Silva, conocido como ‘Negrín’, y siendo el intermedio en edad entre sus hermanos: Julio, Luis, Gery y Jeannete, la mayoría residentes en EE.UU. Entre los años ‘70 y ‘80, Arévalo –quien llegó a trabajar en la panadería de su padre en Tocache– cursó sus estudios escolares entre Lima y dicha localidad de la región San Martín, convertida ya en esa época en uno de los mayores centros de producción de hoja de coca y de pasta básica de cocaína del mundo.
Al amanecer de los ‘80, San Martín era un gigantesco narco aeropuerto para decenas de avionetas peruanas y colombianas que recogían pasta base y la llevaban al vecino país del norte; así como en campo fértil de los primeros militantes de Sendero Luminoso. Para cuando el Estado Peruano declaró la guerra al narcoterrorismo en la región, Arévalo ya había acabado sus estudios primarios en un colegio de Tocache y la parte final de sus secundarios en Lima.
Hacia 1983, el Huallaga era junto con las cuencas cocaleras de Bolivia la principal despensa de toneladas de pasta base en Sudamérica para las mafias dominantes de la época: el Cártel de Medellín de Pablo Escobar, y el Cartel de Cali de los hermanos Rodríguez Orejuela. De Tingo María y Aguaytía, hasta Aucayacu, Tocache, Uchiza y Juanjuí, la región era el teatro de operaciones de jóvenes que entonces eran sindicados como jefes del narcotráfico en el valle y que hoy apenas son leyendas olvidadas en viejos atestados policiales.
En aquella época, según la Dirandro, Arévalo y su familia eran cercanos del clan más fuerte del Huallaga: los Gonzales Álvarez de Tocache, prósperos empresarios del valle, acusados por la Policía Antidrogas por sus presuntos narcovuelos a Colombia y protagonistas de una trágica historia de sangre que hasta hoy se recuerda en San Martín.
El vínculo entre ambas familias se selló cuando la hermana mayor de Arévalo se casó con Genaro Gonzales Álvarez, hermano de Leonardo, Víctor Manuel, José Liborio y Pedro Miller.
Leonardo Gónzales ‘Leo’, considerado por la Policía Antidrogas como jefe del narcotráfico en el Huallaga, era dueño de una aerolínea aérea local. Según la Dirandro, Miguel Arévalo se inició en la organización del también empresario nacido en 1953 en La Libertad y asesinado en 1987 en Tarapoto.
De acuerdo a la Dirandro, Arévalo se vinculó con la organización de los Gonzales apenas se hizo mayor de edad. Empezó colaborando con el traslado de pasta base en embarcaciones que surcaban el río Amazonas, desde Sion (San Martín) hasta Iquitos (Loreto); y luego en el despacho de droga vía avionetas Cessna a Colombia. El negocio en casi todos los casos era integrado por sus familiares cercanos (uno de sus tíos, primos y cuñados de sangre o políticos) que después serían el soporte logístico de su propia organización.
En esos días, los cuñados de Arévalo eran fundadores y dueños de Radio Marginal. Creada en 1981, la emisora era popular entre los jóvenes senderistas que llegaban al Huallaga para su estreno de fuego y hoy vive inmortalizada en la canción ‘Vamos a Tocache’. La familia Gonzales además era accionista de Taxi Aéreo Selva (TAS), que sería la principal rival de un joven que entonces ascendía implacable en el mundo de las drogas: Fernando Zevallos, dueño de Transportes Aéreos Unidos de la Selva Amazónica (Tausa), conocido como ‘Lunarejo’.
En 1983, ambas empresas –dedicadas al transbordo de bienes, dinero y personas entre la selva y la costa– eran objetivo de la Policía Antidrogas al ser señaladas como compañías de fachada para el tráfico de pasta base a los cárteles colombianos. Entonces, el peso político y económico de los cuñados de Arévalo en la región era evidente: Víctor Manuel, médico de profesión, había sido alcalde de Tocache entre 1980 y 1983, y acabó siendo vicepresidente del Banco Amazónico en 1985; mientras Leonardo, era la presunta cabeza de las actividades ilícitas.
Entonces, los Gonzales Álvarez, nativos de La Libertad, tenían acusaciones por narcovuelos a Colombia. En uno de los episodios más recordados de aquel 1983, Leonardo Gonzales fue incluido en las indagaciones contra cuatro pilotos de la Fuerza Aérea de Colombia –luego sindicados como operadores de Pablo Escobar– que fueron detenidos en Tocache mientras cargaban droga en una avioneta. La historia acabó en escándalo meses después, cuando los pilotos se fugaron de la cárcel en Tarapoto, en donde estaban detenidos.
Cuando esto ocurrió, Arévalo tenía casi 20 años y ya fijaba su residencia en Lima ante las autoridades del registro de identificación de un país a punto de declararse en emergencia por Sendero Luminoso. En simultáneo toda una generación de jóvenes se unía a las mafias del narcotráfico a lo largo y ancho del Huallaga. Según la Dirandro, Arévalo era conocido como parte de la organización de sus cuñados, al igual que un grupo de personas que luego acabaron laborando en la filial del Banco Amazónico de Tocache.
LA DIRANDRO ESTABLECIÓ QUE MIGUEL ARÉVALO SE INICIÓ EN LAS ACTIVIDADES ILÍCITAS EN EL ALTO HUALLAGA BAJO LA ORGANIZACIÓN DE SU CUÑADO LEONARDO GONZALES, ASESINADO EN TARAPOTO EN 1987
Poco después, Arévalo inició sus aventuras empresariales. En 1986, su familia creó uno de sus primeros negocios en Lima: Casa de Cambios San Luis, dedicado a la compra y venta de dólares. Ese mismo año, ‘Eteco’ hizo su primer viaje al extranjero: Panamá, el paraíso fiscal que los cárteles de la región preferían para lavar su dinero.
Con 22 años, ya seguía los pasos de sus cuñados, Víctor Manuel y Leonardo Gonzales, quienes también viajaban al mismo destino, así como a Colombia y a EE.UU. Según su registro migratorio histórico, el joven Arévalo se identificó como «comerciante» al salir del país.
Precisamente, aquellos viajes coincidieron con la rápida bonanza de la familia Arévalo, pero también con la tragedia para sus parientes políticos. En abril de 1987, su cuñado, Leonardo Gonzales, supuesto jefe de la organización en Tocache, fue acribillado a balazos cerca de su casa en Tarapoto.
El crimen, nunca resuelto a nivel judicial, cambió el tablero de ajedrez en el Huallaga. Una década después, los sicarios que lo asesinaron dijeron que el autor intelectual había sido ‘Lunarejo’, considerado su rival en el transporte de droga.
Luego de perder de manera violenta a uno de sus cuñados, la familia política de Arévalo creció cuando se emparejó con la joven Magda Ruiz Fonseca (Tingo María, 1967) a quien conoció en el Huallaga junto a sus hermanos: Óscar y Marco Antonio, este último conocido como ‘Toño’ por la Policía Antidrogas y considerado el operador de los narcovuelos desde Colombia a inicios de los ‘90. Actualmente, ambos cuñados de Arévalo purgan condena por dicho delito desde el 2003. El Poder Judicial impuso 22 años de prisión para Marco Antonio y 18 años para Óscar.
Miguel Arévalo (al centro) junto a sus cuñados Óscar y Marco Antonio Ruiz Fonseca, condenados por narcotráfico tras la intervención de 1.500 kilos de droga en Lambayeque el 2003. La foto de una celebración fue obtenida por la Dirandro poco antes de la caída de ambos cuñados.
Sendero, El Golf de San Isidro y Miami
A poco de concluir los ‘80, el río Huallaga se teñía de rojo. Sendero Luminoso imponía su dictadura de fuego en Tocache y las firmas del narcotráfico eran obligadas a pagar cupos de guerra a cambio de dejarlos enviar sus cargas de droga a Colombia.
En ese contexto, según la Dirandro, Arévalo creó su propia firma en el valle y financiaba a las huestes del jefe terrorista ‘Artemio’ (preso desde el 2012), como también hicieron capos famosos, entre ellos Demetrio Chávez Peñaherrera ‘Vaticano’.
Los exmandos de Sendero Luminoso sindicaron a Arévalo –al que ya llamaban ‘Eteco’– y a su primo David Bazán Arévalo, como integrantes de una firma del tráfico de drogas desde 1987, por lo menos.
Entonces, de acuerdo a los testimonios de la Dirandro, Arévalo pagaba cupos a los lugartenientes de ‘Artemio’ mientras enviaba droga a Colombia y viajaba al extranjero de manera constante. Con el tiempo, la vida de ambos parientes se separó. Bazán se convirtió en político, fue alcalde de Tocache en dos períodos, y luego acabó detenido por financiar a los terroristas del Huallaga para asesinar a un fiscal el 2007.
Sin embargo, Arévalo no solo era conocido por su pasado en el Huallaga. En 1989 creó su primera empresa: Turismo Mar en Lima. Para bautizarla convirtió la letra inicial de su nombre y apellidos en una sigla que la Dirandro usaría después para nombrar los planes operativos en su contra. Hacia 1993, con 29 años, Arévalo podía ser considerado como un exitoso hombre de negocios que viajaba casi todos los años a EE.UU. en un contexto de terrorismo sobre Lima y con la industria nacional en caída libre.
Arévalo era dueño de un duplex de 207 metros con vista panorámica al Parque El Olivar de San Isidro, una de las zonas residenciales más caras de Lima (lo compró con solo 25 años); tenía un vehículo BMW, llamativo en pleno colapso económico del país; y vivía en Miami por épocas. Incluso llegó a crear tres compañías en Florida, Michael Trading Corporation (1991), Brosis Management Group (1993) y LJM Group (1993); y una adicional en Lima, Andina de Aviación (1992). Con esta última, parecía destinado a revivir el legado aerocomercial de sus cuñados, los hermanos Gonzales.
Miguel Arévalo realizó su primer viaje al extranjero en 1986 con 22 años. Su destino fue Panamá, entonces centro económico de la región. En los años ’90 mantuvo su ritmo de viaje sobre todo a EE.UU y Colombia.
La bonanza de Arévalo ocurría en la misma época del auge de los narcovuelos a Colombia. En ese contexto, la muerte volvió a tocar la puerta de sus cuñados: el 30 de diciembre de 1991, la Policía descubrió el cuerpo del exvicepresidente del Banco Amazónico y exalcalde de Tocache, Víctor Manuel Gonzales. Lo habían torturado y arrojado a un terreno baldío de Ventanilla, en las afueras de Lima. Tiempo antes había salido de cárcel en el marco de un juicio que lo señalaba como integrante de una mafia desarticulada con droga en Portugal.
Una década después, uno de los presuntos asesinos culpó a Fernando Zevallos de ser el autor intelectual del crimen de Víctor Manuel, como cuatro años antes había ocurrido con el hermano de este, Leonardo en Tarapoto. De esta forma, Arévalo acabó perdiendo a sus dos cuñados en muertes violentas nunca aclaradas a nivel judicial. Hasta ahora, ‘Lunarejo’ niega su implicación en dichos asesinatos.
Aquel crimen no alteró el interés por el negocio aéreo de sus cuñados fallecidos. En 1992, según un informe de la DEA, la organización de Arévalo transportaba droga desde el Alto Huallaga a Colombia y volvía al Perú con el dinero por la venta de la mercadería.
En estos narcovuelos, su firma llegó a transportar presuntamente 30 toneladas de pasta base a las áreas dominadas por el Cartel de Cali. Sin embargo, estos viajes no eran los únicos que realizaba el entorno de Arévalo: él y sus parientes también se dedicaban al transporte de dinero del Huallaga a Lima.
De acuerdo a un reporte de la DEA, “The New Kings of Cocaíne”, el Cartel de Cali –con la persecución a Pablo Escobar en Medellín–se convirtió entre 1990 y 1994 en la organización de las drogas más fuerte en América Latina usando a “narcotraficantes peruanos para el suministro de pasta base de cocaína” por intermedio de “avionetas bimotor”. Otro informe de la DEA, más específico, dice que Arévalo envió en esos años toneladas de droga adicionales a Colombia por vía aérea.
A mediados de los ‘90, cuando EE.UU. presionaba al Perú para quebrar el puente aéreo con Colombia, la firma de Arévalo decidió abandonar el transporte de droga por vía aérea para empezar a utilizar embarcaciones con destino a México. En 1996 –uno de los años que más viajes registra su historial migratorio– ‘Eteco’ es identificado por la DEA como el hombre clave detrás de una serie de operaciones que involucran a compañías de fachada y barcos en el acopio de cocaína de Perú.
Este hecho, como otros relatados hasta ahora, permanecieron en las sombras hasta una década después.
De los narcovuelos a Colombia a la aerolínea en Centroamérica
Con 33 años, y ya residiendo en Miami, Arévalo vuelve al negocio aéreo, pero no en Lima o Miami, sino en uno de los países más convulsionados de Centroamérica: Nicaragua, clave en las rutas del comercio de cocaína entre Sudamérica y EE.UU., y tan emblemático para el rubro ilegal que el mismo Pablo Escobar fue fotografiado por la DEA en dicho país mientras cargaba droga en una avioneta en 1984. Así, de un momento a otro, el peruano se convirtió en el hombre detrás de la compañía Atlantic Airlines con sede en Managua.
Entre los ‘80 y ‘90 Arévalo ya había conocido la experiencia aerocomercial de sus cuñados, los Gonzales, así como la de Fernando Zevallos con Tausa en Tocache y Aerocontinente en Lima, además de tener la suya propia desde que creó Andina de Aviación. Sin embargo, no había incursionado en un negocio de este tipo en el extranjero (con excepción de sus empresas en Miami). Aún así, Arévalo invirtió en Nicaragua y la transformó en los años siguientes en su plataforma de negocios en Centroamérica.
Se confirmó que Atlantic Airlines inició operaciones en Nicaragua en 1997. Un año después, según el Ministerio de Transporte e Infraestructura de este país, ya era una de las compañías que brindaba el servicio de pasajeros entre la capital Managua y las ciudades de Bluefields, Puerto Cabezas y Corn Island, en la costa atlántica. Según la Oficina de las Naciones Unidades contra las Drogas y el Crimen (Unodc), estas localidades son puntos de tránsito de la droga sudamericana que acaba llegando a EE.UU.
En la última década la DEA ha recogido abundante información de Miguel Arévalo sobre sus presuntas actividades vinculadas al narcotráfico y al lavado de dinero en el rubro aerocomercial en Centroamérica.
La aventura en Centroamérica –que incluyó la apertura de compañías aéreas semejantes en Guatemala (1999) y Honduras (2001)– duró una década. En ese lapso, la compañía afrontó problemas con las autoridades aeronáuticas de la región por los desperfectos y accidentes de su flota aérea: ocho personas murieron luego que una de sus naves se estrellara en el aeropuerto La Aurora de Guatemala (2001), otros dos aviones tuvieron problemas técnicos y aterrizaron de emergencia en las terminales de La Ceiba y Tegucigalpa en Honduras (2007), y tres personas más perecieron cuando otra aeronave cayó en Ecuador (2008).
En el Perú, Arévalo llegó a crear una filial de Atlantic Airlines Honduras el 2006, aunque su primer negocio lo había hecho dos años antes cuando alquiló tres aeronaves a la aerolínea local Star Perú, fundada por el ucraniano Valentin Kassianov. Nada de esto prosperó más allá de aquel contrato que logró despertar el interés de la Policía Antidrogas. Según la DEA, Arévalo –que ostentaba la nacionalidad estadounidense y vivía en Miami– había creado sus empresas de aviación en Centroamérica como fachada de actividades ilícitas a través de las cuales realizó 15 vuelos transportando droga entre dicha región y Florida.
Para entonces, la DEA ya tenía bajo sospecha a la organización de Arévalo y su conexión con una lista de personas acusadas de narcotráfico: por el lado de su hermana mayor, sus cuñados Leonardo y Víctor Manuel Gonzales (asesinados por supuestas vendettas en San Martín y Lima); por el extremo de su esposa, sus cuñados Óscar y Marco Antonio Ruiz Fonseca (que acabaron siendo detenidos una década después y condenados a cárcel), y su primo, David Bazán Arévalo (hoy preso por colaboración con el terrorismo).
A esta nómina se suma su tío Julio César Arévalo Silva ‘JC’, quien purgó condena por tráfico de drogas luego de caer con una carga ilícita en la localidad de Bellavista (San Martín) en 1997, a kilómetros de Tocache; sus primos hermanos Luisa y Milton Arévalo Guzmán, sentenciados a cinco años de cárcel por narcotráfico en Chile, luego de ser detenidos con cocaína el 2003; y otros dos primos de ‘Eteco’, José Arévalo Guzmán y Alberto (un exmilitar fallecido en Colombia en 1987), quien también han sido vinculados con su organización.
UN TÍO Y DOS PRIMOS DE ARÉVALO FUERON CONDENADOS POR NARCOTRÁFICO. DOS CUÑADOS DE PARTE DE ESPOSA ESTÁN PRESOS. OTROS DOS CUÑADOS POR EL LADO DE SU HERMANA Y CON ANTECEDENTES POR DROGAS FUERON ASESINADOS EN 1987 Y 1991
Toda esta información se manejaba en la sede de la DEA en Lima. Sin embargo, la noticia de que Arévalo iba a incursionar en el negocio aerocomercial en el Perú –luego de la caída de ‘Lunarejo’ (había recibido 25 años de prisión)– provocó la curiosidad de la Dirandro por aquel personaje. Los años de anonimato de ‘Eteco’ habían acabado. El 12 de febrero del 2006, el periodista Miguel Ramírez de El Comercio reveló los nexos del peruano residente en Miami con el narcotráfico, así como sus actividades comerciales en Centroamérica.
Aunque era la punta de un iceberg, los antecedentes de Arévalo ya eran públicos.
La Dirandro filmó a Miguel Arévalo, con camiseta roja, en una localidad de Ecuador, cercana a la frontera con Perú, el 2006. El investigado salió del Perú luego de que se revelaran las primeras investigaciones periodísticas en su contra.
Los expedientes antidrogas salen a la luz
Entre 2011 y 2012, la sede de la DEA en Lima realizó una serie de citas entre sus agentes y la Divinesp, unidad de élite de la Dirandro, que años atrás había desmantelado a la mafia de ‘Lunarejo’. En esta ocasión el objetivo de las autoridades de EE.UU. y Perú era ‘Eteco’. En dicha presentación se hizo un repaso de casi toda la información que tenían sobre él, sus nexos con cárteles colombianos y mexicanos, sus operadores en el narcotráfico y el lavado, así como las operaciones fallidas que se habían montado detrás de aquel esquivo personaje de nacionalidad estadounidense.
Hoy revela la documentación que sirvió de base para las exposiciones de la DEA. Según los expedientes de la Dirandro, el antecedente más remoto de la relación de Arévalo con el tráfico ilícito de drogas es el testimonio de un poderoso narcotraficante del Huallaga en los ‘80, José María Aguilar Ruiz ‘Shushupe’, quien ejerció como informante de la DEA y cabecilla de firma al mismo tiempo. Según este, la Dirandro tenía a ‘Eteco’ como objetivo desde 1995, cuando se conformó un equipo de élite para investigar a Fernando Zevallos y a su entorno.
En el 2002, ‘Shushupe’ –también originario de Tocache como la familia de Arévalo– dijo que ‘Eteco’ era un narcotraficante de alto nivel en el marco de un interrogatorio de la fiscalía en el penal de Iquitos, donde purgaba prisión por dicho delito. Aquella fue una de sus últimas manifestaciones ante la justicia. Aguilar Ruiz, testigo estelar en el caso contra ‘Lunarejo’ y otros capos del Huallaga (incluso declaró ante una comisión del Congreso sobre estos delitos en el gobierno de Alberto Fujimori), fue asesinado el 2005.
Para el 2003, después de la declaración de ‘Shushupe’, la DEA tenía bajo sospecha a Arévalo, quien manejaba sus negocios en Centroamérica. En aquel contexto, la Dirandro incautó 1.500 kilos de cocaína en un fundo en Lambayeque y capturó a los cuñados de ‘Eteco’: los también tocachinos Óscar y Marco Antonio Ruiz Fonseca ‘Toño’, quien llegó a decir que vivía en Colombia desde 1988. Ambos fueron condenados –Arévalo llegó a ser mencionado en el atestado, pero no acusado– como parte de una mafia que ya había exportado hasta cuatro toneladas de droga a México y España.
EN SU ARCHIVO HISTÓRICO, LA DIRANDRO CONSERVA LAS DECLARACIONES DE LOS EXNARCOTRAFICANTES JOSÉ AGUILAR RUIZ ‘SHUSHUPE’, JORGE CHÁVEZ MONTOYA ‘POLACO’ Y ÓSCAR BENÍTEZ SINDICANDO A ARÉVALO COMO CAPO DE LAS DROGAS
Al año siguiente, la DEA y la Guardia Costera de EE.UU. realizaron una operación que acabó con la intervención de un barco pesquero que llevaba cuatro toneladas de droga cerca de las Islas Galápagos (Ecuador): El Grichi, de bandera panameña y que tenía como capitán al peruano Aurelio Carlos Uribe López. La Dirandro, en simultáneo, realizó una serie de capturas en el norte de Perú y desarticuló a la organización que en Lima dirigía Alfonso Reyna Sánchez, también natural de Tocache, uno de los responsables del envío de la cocaína.
La Dirandro concluyó que Reyna Sánchez (quien hoy purga 17 años de prisión por este caso) y los hermanos Julio y Óscar Rodríguez Hurtado fueron los operadores claves en el transporte de la droga a México a través de El Grichi, pero que el plan fue organizado en Brasil por el financista de dicha organización. A pesar de que ‘Eteco’ no fue identificado en el atestado, la Dirandro apuntó un detalle clave en el expediente del caso: Reyna Sánchez –al ser capturado por primera vez en otro caso– había confesado ser dueño de una ferretería en Tocache en donde trabajaba junto a uno de los tíos de Arévalo.
Para la DEA, Arévalo fue el autor intelectual del cargamento de cuatro toneladas de droga en El Grichi a través de una empresa de fachada panameña llamada Carpitrade Inc., dueña de la embarcación. Cuando ocurrió la intervención de la Guardia Costera en Galápagos el 2004, aquella nave ya había transportado 17 toneladas de cocaína desde 1998, según el atestado del caso. Con esta información ingresada en el sistema antidrogas del Perú y de EE.UU., las versiones que vinculaban Arévalo con actividades ilícitas también sonaron en el ámbito diplomático.
El 21 de marzo del 2005, la embajada estadounidense en Lima elaboró un cable secreto en donde identificaba a Arévalo como un narcotraficante de alto nivel que operaba entre Perú, México y EE.UU. junto a ‘Lunarejo’, Óscar Rodríguez Gómez ‘Turbo’ (acopiador de droga que hoy purga prisión) y Manuel Rivera Niebla del Cártel de Sinaloa. Esta información, puntual pero contundente, recién se conocería el 2010 cuando la plataforma Wikileaks accedió a los documentos secretos del Departamento de Estado de dicho país y publicó, junto con el diario The Guardian, la primera gran filtración en la historia del periodismo.
El 2005, dos años después de la detención de los cuñados de Miguel Arévalo por narcotráfico, la Unidad Inteligencia Financiera (UIF) revela que el entonces dueño de Atlantic Airlines era considerado como un «sujeto investigado».
Ese mismo año, el confeso narcotraficante y también colaborador de la DEA, Óscar Benítez Linares, confirmó la versión brindada por ‘Shushupe’ y el resto de entidades antidrogas: Arévalo era patrón de una firma que enviaba droga a Colombia y EE.UU. en los ‘90, tenía un lujoso penthouse en El Golf de San Isidro (detalles que pocos conocían entonces) y que tenía estrecha relación con ‘Lunarejo’, sindicado como autor del crimen de sus cuñados Leonardo y Víctor Manuel Gonzales. Benítez, preso entonces en Piedras Gordas, hizo esta confesión ante el Ministerio Público en el marco de las indagaciones de la Dirandro contra Zevallos.
Aquel 2005, la misma DEA informó a la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), creada dos años antes, sobre las actividades aerocomerciales de Arévalo en América Latina y sobre su reciente incursión en el mercado local a través de contratos de alquiler de aviones con Star Perú del ucraniano Valentín Kassianov. “Queda por determinar si [‘Eteco’] utilizará [a aquella aerolínea nacional] para el transporte de estupefacientes a Centroamérica para que después ingresen al mercado norteamericano”, dice el informe confidencial de la UIF que recién hoy reseñamos.
En el 2006, otro capo de las drogas habló sobre ‘Eteco’ después de Aguilar y Benítez: Jorge Chávez Montoya ‘Polaco’ –uno de los narcotraficantes más despiadados del Perú y brazo derecho del ‘Lunarejo’– dijo a la fiscalía que Arévalo era narcotraficante y que había sido el financista detrás de las nueve toneladas de cocaína decomisadas en el 2000 en el barco de bandera panameña Nativa cerca de Arica (Chile). Al igual que en el caso de El Grichi, la DEA también estuvo detrás de dicha nave. Hoy ‘Polaco’ purga prisión en EE.UU. tras su extradición de Perú en el 2015.
Esta información recorrió la sede de la DEA en Lima cuando el Ministerio Público abrió las primeras pesquisas oficiales contra Arévalo el 2006, tras la publicación de El Comercio. Desde entonces, dos fiscalías en Lima y Callao investigaron casi en paralelo a ‘Eteco’ por lavado de dinero, hasta que el recién creado sistema de fiscalías de crimen organizado envió estos casos al fiscal Jorge Chávez Cotrina. Este último, en una resolución de 22 páginas, archivó el caso el 2009 a pesar de la gravedad de las imputaciones.
De seguimientos y escuchas a la investigación oficial
Una década después de aquella fallida investigación y del archivo del fiscal Chávez, Arévalo se erige como el objetivo más esquivo de la Dirandro desde ‘Lunarejo’. El 2006, un equipo de la División de Investigaciones Especiales (Divinesp), bajo patrocinio de la DEA, intentó atraparlo luego de montar una operación de seguimiento en Ecuador, en el contexto de la primera revelación periodística que lo relacionó con el narcotráfico. El caso fracasó. Cinco años después, la misma Agencia Antidrogas de EE.UU. lo llegó a vigilar en Miami junto a otros personajes del ámbito aerocomercial, pero la historia no trascendió oficialmente.
El 2013, otro equipo de la Dirandro especializado en lavado de dinero del tráfico de drogas obtuvo nuevas evidencias contra Arévalo e incluso llegó a conseguir una orden del Poder Judicial para escuchar sus comunicaciones telefónicas y en simultáneo rastrearlo con sus principales testaferros en Lima y Tocache. La operación tampoco logró su cometido. Por motivos que desde el año pasado son materia de investigación, el caso fue encarpetado en el mismo sistema de crimen organizado que desde el 2010 coordina Chávez Cotrina (el fiscal que archivó el caso ‘Eteco’ en 2009).
Hoy el caso está en poder del grupo Orión de la Dirandro, a cargo del comandante PNP Walter Lozano Pajuelo, y de los fiscales de crimen organizado Álvaro Rodas y Amanda Oroz. El primero fue uno de los oficiales claves de la pacificación del Huallaga tras la captura del cabecilla senderista ‘Artemio’ el 2012, junto al hoy coronel PNP, Harvey Colchado (exjefe de la División de Investigación de Delitos de Alta Complejidad); mientras que los fiscales Rodas y Oroz vienen investigando a un escuadrón de la muerte que operó en la Policía el 2015.
La Fiscalía de Crimen Organizado y la Dirandro investigan a Miguel Arévalo por sus actividades ilícitas en el negocio de las drogas. El acusado no fue ubicado en el domicilio que declaró en su documento de identidad.
Actualmente, la fiscalía de crimen organizado sigue la pista del tráfico ilícito de drogas, así como la reconstrucción histórica de los nexos de Arévalo con la subversión en los años ’80. En tanto, el grupo Orión indaga en el origen de los millonarios bienes de la familia de ‘Eteco’: desde que tenían una panadería en Tocache hasta que dicho personaje compró bienes en zonas residenciales de Lima e hizo inversiones aerocomerciales, de estaciones gasolineras y de bienes raíces con sus hermanos y otros operadores en EE.UU. (Miami), Nicaragua y otros países de Centroamérica.
También se investigará el fracaso de las pesquisas realizadas en la última década por parte del Ministerio Público y la Policía contra Arévalo y las motivaciones de los archivamientos prematuros, así como el extravío temporal de múltiples evidencias relacionadas a uno de los casos más importantes por narcotráfico desde la caída de ‘Lunarejo’ hace 15 años.
La Dirandro ya ha establecido canales específicos con agentes de la DEA para establecer cómo y cuándo Arévalo obtuvo la nacionalidad estadounidense que hoy utiliza en las múltiples demandas judiciales que presenta contra periodistas del Perú.
En ese sentido, y luego de levantar la reserva de las pesquisas a fines del 2019, el fiscal Rodas dispuso notificar a Arévalo las imputaciones en su contra, pero fue imposible ubicarlo en las direcciones asociadas a su documento de identidad en Tocache.
Los documentos oficiales no fueron recibidos en los domicilios señalados y acabaron siendo devueltos al Ministerio Público como si no hubieran sido de conocimiento de dicho personaje. Sin embargo, sorpresivamente, ‘Eteco’ – a través de su abogado Juan Alejandría Castro (exregidor de San Martín por Acción Popular)– planteó una demanda en Tarapoto contra la fiscalía de crimen organizado y el grupo Orión por violación de su derecho al debido proceso.
El 23 de diciembre del 2019, el juez titular de investigación preparatoria de Tarapoto, César Mariano Méndez Calderón, admitió a trámite la solicitud planteada, quedando el caso a la espera de su fallo. Casi en simultáneo, el 15 Juzgado Penal de Lima, a cargo del juez Mario Reluz Gonzales, fijó para el próximo lunes 15 de enero el informe oral en el juicio por difamación presentado por Arévalo contra el autor de este reportaje y Edmundo Cruz (el último caso de los cuatro planteados desde el 2016), en la etapa previa al pronunciamiento final de un proceso en el que se dictó el embargo preventivo de los bienes de los demandados.
El juez encargado de la demanda concedió el uso de la palabra a Arévalo, mientras el Ministerio Público y los oficiales de la Dirandro lo buscan por Lima y San Martín. Si bien ‘Eteco’ seguía en Perú, hasta inicios de diciembre (según su reciente reporte migratorio), al cierre de edición su paradero exacto es desconocido.
NotiVeraz