El 2023 llegó con protestas de maestros y profesores a lo largo de todo el país, su reclamo era claro y conciso: un salario que sea acorde con la importancia de su labor, y la dedicación genuina con la que hacen su trabajo.
Este hecho es inusual porque enero suele ser un mes tranquilo tanto en lo político como en lo social. Por otro lado, en enero vimos la continuación de una desaceleración profunda de la economía venezolana. Estos son dos eventos importantes, a los que toca hacerle seguimiento cercano.
Para todos es claro que el salario en Venezuela, en general, es precario. Esa realidad es más dura para los trabajadores del magisterio venezolano. No importa si un profesor tiene una maestría, un doctorado, lo que gana es literalmente es una miseria, más aún cuando consideramos la importancia que tiene su trabajo para la vida de cualquier sociedad. El reclamo tiene bases sólidas, pero su solución no es sencilla.
“Cuando alcancemos una masa crítica de ciudadanos deseosos de vivir en libertad, con institucionalidad, con dignidad, entonces allí las posibilidades se abrirán”
Por otro lado, la economía venezolana parece haber tocado techo. A medida que avanzaba 2022 la tasa de crecimiento, que fue elevada los primeros meses del año, cayó de forma abrupta en la segunda mitad del año. Este hecho se prolongó durante enero de 2023, y no son pocas las empresas que reportaron menores ventas en enero de este año, frente a las que tuvieron hace un año. Al analizar lo ocurrido con la recaudación fiscal, podemos corroborar esta afirmación.
Es intuitivo y es sensato pensar que con menos corrupción, con un mejor manejo de los recursos del Estado, el Ejecutivo tendría cómo pagar mejores salarios. Si bien esto es verdad, solo explica parte del problema. Quizá este tenga más que ver con una producción nacional que tiene claros obstáculos para crecer a altas tasas y de manera sostenible en el tiempo; dicho de otra manera, es un problema de generación de recursos.
¿Cómo hacemos para generar más recursos y con ello tener la posibilidad de pagar mejores salarios? Esta es quizá una pregunta sobre la que debemos tener más debates e intercambio de ideas. Soy solidario con las protestas vistas en las últimas semanas, probablemente otros gremios se animen a hacer reclamos similares, pero como analista me siento obligado a pensar si en la realidad tenemos recursos suficientes para los aumentos exigidos.
Porque de no tenerlos, que para mí es lo más probable, entonces la presión tiene que ser para cambios más estructurales y relevantes. La petición no solo debe centrarse en obtener mejores sueldos, sino sobre cómo nos damos un sistema que sea generador de riqueza y de bienestar para todos.
En estos días me vino esta idea a la cabeza: Si un extraterrestre viera a Venezuela a lo lejos, seguro se extrañaría al ver tanta miseria, tristeza y precariedad autoinfligida. No se explicaría cómo un país que cuenta con recursos naturales, con recurso humano, un país que es dichoso, se encuentra en tal estado. Nosotros no lo vemos de esa forma, pensamos que, cada quien como individuo, no provocamos tal situación, pero nuestra realidad macro, como país, como sociedad es esa. Adrian Liberman, un psicoanalista que sigo en redes, acostumbra a terminar sus tuits con un duro y real comentario: Somos lo que nos hacemos.
No podremos alcanzar ese círculo virtuoso de generación de bienestar si cada fibra de nosotros no siente el reclamo de liberarnos del sistema actual. Si no nos convencemos de que podemos y queremos ser libres, con las responsabilidades que ello conlleva, jamás alcanzaremos ese ambiente propicio que todos anhelamos. Cuando alcancemos una masa crítica de ciudadanos deseosos de vivir en libertad, con institucionalidad, con dignidad, entonces allí las posibilidades se abrirán.
Seremos un país de inmensas oportunidades, de creatividad, de sueños que se hacen realidad, sin tantas angustias, sin las frustraciones de no poder realizarnos como individuos.
Con nuestro convencimiento, esfuerzo y trabajo, esa masa crítica se convertirá en un gran movimiento, lleno de un espíritu contagiante de libertad. Ante el desvanecimiento de “Venezuela se arregló”, surgirá la esperanza de la Venezuela que podremos ser.
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