El régimen venezolano, como buenos precursores del socialismo, han desarrollado una economía de la escasez con el propósito de reafirmar el monopolio público y, por lo tanto, el servilismo “rodilla en tierra”.
Es parte de otra estrategia de desmovilización de la población. Sus excusas en torno a la pandemia y la gasolina han sido de antología del terror.
En su propaganda culpabilizan con total ligereza a la falta de gasolina como causada por agentes externos.
Eluden como PDVSA, quien monopoliza el petróleo en el país, ha llevado un franco declive de su producción desde hace más de una década y un endeudamiento sin fin desde mucho antes.
El discurso populista obvia como ese rumbo “rojo rojito” naturalmente llevó a la empresa a niveles de producción de la década de los 40, un escenario tan catastrófico, que muchos desde el “no vale, yo no creo” no querían verlo venir.
La falta de inversión, malgasto, corrupción, la venta de refinerías en el extranjero (porque nos hacen creer que las únicas refinerías que tenía PDVSA estaban en Estados Unidos), los bajos salarios que espantan a los profesionales, la falta de producción en la petroquímica y otros productos necesarios para el mercado local y la elaboración de gasolina, son entera y completa competencia del régimen usurpador.
La situación es tan patética que imploran recuperar los bienes en manos del gobierno interino en el gran mercado capitalista americano, mientras importan gasolina a Irán, país que tiene muchísimas más sanciones desde hace mucho más tiempo por amenazar al globo con sus armas nucleares. ¿Cómo es posible que ellos sean los que surtan, entonces?
Para el año pasado, con 40.000 barriles diarios se podía cubrir la demanda máxima. Eso representa entre 6 y 7 veces menos que la producción de barriles diarios conocida y que todavía despacha hasta Cuba.
A simple vista, la baja producción no implica que la gasolina no parezca para los altos cargos y mandos del régimen. Mucho menos para los contrabandistas.
Entonces, todo apunta a que las caprichosas “semanas radicales” ha tenido mucho más propósito de ahorro de gasolina que de salud pública (en estado deplorable).
No tienen el propósito de salvar vidas, ni de salvar a la economía, la escasez endémica del socialismo se vuelve la excusa para el Estado monopolizar, mientras se mantiene a la gente sufriendo.
Es anormal en absoluto hacer cola por gasolina, es un modo de agotar a la población, mantenerla abrumada por la falta de servicios, enfermedad, inseguridad de todo tipo y economía.
Es una estrategia de control social que evita la participación cívica contra el régimen. Es quitarle la gasolina a las fuerzas vivas de la población, un plan esquemático que se eterniza como los decretos de emergencia, diálogos y “elecciones” sin cambios. Ellos la quitaron.
NotiVeraz