Chavismo hostiga a la Embajada de España en Caracas

Las cosas en la Embajada española en Caracas nunca han sido fáciles en los últimos años. El país se desmorona y el desabastecimiento de bienes de primera necesidad no afecta sólo a los barrios más pobres.

Pero las relaciones entre los dos países hermanos, en todo caso, nunca se habían visto afectadas en lo diplomático por las tensiones políticas que, de cuando en cuando, se exacerbaban desde la llegada del chavismo, en 1998.

Pero hoy la legación diplomática de nuestro país, sita en la avenida Mohedano -una coqueta zona al norte de Caracas, junto a otras embajadas- lleva semanas sin luz, amanece regularmente con pintadas -algunas con mensajes torpes a favor de ETA- y lleva meses acosada por un cerco de espías del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia) y patrullas de la PNB controlando todos sus accesos.

La vida en la residencia del embajador, Jesús Silva, se tornó casi imposible el día en que bajo su techo se refugió Leopoldo López, líder de Voluntad Popular e icono internacional de la persecución de Nicolás Maduro a los demócratas en el país caribeño.

Eso fue el pasado mes de abril, y desde entonces ha habido momentos de tensión que harían del reciente incidente en Bolivia, protagonizado en diciembre por la encargada de negocios española frente a la embajada de México en La Paz, un juego de niños.

Mediaciones de Zapatero

¿Y por qué no se habla más de ello? Por puro pragmatismo. A ninguna de las dos partes les conviene romper este tenso statu quo. España es la madre patria. 

Con un doble papel -como toda madre- de comprender y reconvenir, guiar y corregir, cuidar al hijo y dejarlo libre. Venezuela -el gobierno de facto-, entretanto, se reivindica soberana, exige resolver sus problemas sin injerencias externas… y al tiempo pide ayuda. Económica, porque se hunde, y política, para que se le facilite la salida.

En eso está Zapatero, el expresidente español que aterrizó este jueves por la tarde en Caracas y se reunió al día siguiente con Nicolás Maduro y su vicepresidenta Delcy Rodríguez.

Fuentes conocedoras de su visita en el país aseguran a este periódico que, pese a que públicamente la oposición democrática lo denosta, en privado le reconocen una labor importante. Y podría estar incluso transmitiendo al madurismo el mensaje de que hay que aflojar el cerco a la Embajada.

Leopoldo López Gil es el padre del líder opositor además de eurodiputado por el Partido popular. Ha mantenido silencio desde el estallido del caso Delcy, la extrañísima reunión de la vicepresidenta madurista con José Luis Ábalos de madrugada y a bordo de un avión en Barajas, pero tras conocer el viaje de Zapatero, lo ha acusado de ser “tan culpable” como el régimen de Maduro.

NotiVeraz

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