La investigación Esclavizar para delinquir arrojó el reclutamiento forzoso de niños y adolescentes para que formaran parte de esta estructura criminal. Un adolescente capturado por delincuentes, quien fungía como garitero, contó a esta organización su experiencia dentro de la banda del KoKi.
Mandadero, garitero, traficante y malandro. Estas eran las cuatro jerarquías criminales dentro de la estructura de la megabanda del “Koki”, “Garbis” y “Vampi”, según lo reflejó una investigación realizada por la organización Cecodap y la agencia Pana, la cual fue publicada este jueves 30 de marzo.
En el informe Esclavizar para delinquir, se incluyeron testimonios de niños y adolescentes que fueron reclutados de manera forzosa para que sirvieran a la agrupación de delincuentes. Entre los relatos recopilados, está el de un adolescente de 16 años de edad que se vio obligado a sumarse a la megabanda ante las carencias alimenticias y precarias condiciones en las que vivía.
“En la garita estábamos dos con un radio, teníamos que avisar si venía la policía, si pasaba un carro que no era de la zona, también teníamos que estar pendiente de la gente que vivía en el barrio porque aquí estaba prohibido hacer lo malo por la misma gente del barrio”, contó.
“Si había un robo, aunque fuera abajo en la avenida, nosotros teníamos que averiguar fuentes y lanzar el pitazo, entonces los malandros iban a buscar al que robó, le hacían su juicio y ahí rapidito lo castigaban”, prosiguió el joven al que se le protege su identidad.
“Dependiendo si la cosa era muy mala, por ejemplo, si el que había robado era familia o protegido de alguno de los principales lo plomeaban y hasta podían matarlo. Lo hacían delante de todo el mundo, para que todo el mundo supiera cómo era la vaina, que si alguien se comía la luz, lo podía pagar muy caro, hasta con la vida”, detalló.
“Una vez una señora subió a la garita donde yo estaba y nos denunció a un chamo que le había robado un celular. Nosotros estábamos obligados a contarlo y entonces los malandros lo fueron a buscar y lo encontraron. Ahí mismo delante de todo el mundo, lo juzgaron. Al chamo lo sentenciaron a muerte. Se lo llevaron para un sitio, lejos, y le metieron un tiro en la frente”, sostuvo el adolescente
La función de mandaderos, es naturalizada por la comunidad. Dentro de la estructura criminal, ellos se encargaban de comprar alimentos o enseres para los integrantes del grupo delictivo.
Luego, estaban los gariteros, quienes fungían como centinelas en puntos clave de la Cota 905 y luego La Vega y El Cementerio. Ernesto relató a detalle, su función y participación.
El traficante, era quien se encargaba de la comercialización de sustancias estupefacientes, así como el cobro de extorsiones y secuestros, dinero que era luego entregado a los “malandros”. Los traficantes, también captaban perfiles de niños y adolescentes que pudiesen adherirse a la megabanda.
Por último se encuentran los malandros, jerarquía máxima en dicha estructura criminal, a la cual pertenecían Carlos Luis Revette, alias “el Koki”, Carlos Calderón, “el Vampi” y Garbis Ochoa, “el Garbis”. Ellos eran los que hacían los llamados juicios contra los subalternos, hacían pagos a los integrantes de la megabanda y tomaban las decisiones.
En el estudio realizado por Cecodap, se determinó una alta participación de niños y adolescentes en los primeros tres grupos mencionados.
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