El cardenal Baltazar Porras considera que la falta de una postura «clara» del Gobierno de Estados Unidos hacia Venezuela genera «mayor incertidumbre y mayor desesperanza».
El también arzobispo de Mérida y administrador apostólico de la arquidiócesis de Caracas finalizó en Miami una gira por varias ciudades de EE.UU. con el fin de presentar a los fieles una reliquia del beato venezolano José Gregorio Hernández.
Su opinión sobre la postura del Gobierno de EEUU de cara a Venezuela es que «no se ve claro» cuál es y, según dice, eso se «complica mucho más en medio de este conflicto de Rusia y Ucrania y con la postura de parte del régimen venezolano de apoyar irrestrictamente la actitud de Rusia».Porras defendió la necesidad de una solución negociada aunque reconoció que la idea de un nuevo diálogo causa rechazo dados los muchos intentos sin resultados.
A su juicio ha faltado la voluntad real por parte del gobierno de no solamente conversar, »sino de entrar en un entendimiento y esto hace que en buena parte de la población, hablar de diálogo en Venezuela es casi una mala palabra».
No obstante, subraya que «cuando hay un conflicto cualquiera, uno tiene que buscar cómo solucionarlo y solucionarlo racionalmente».
«En la vida todos los conflictos se arreglan no eliminando una de las partes, sino encontrando qué puntos en común tienen y por encima de todo el respeto a la dignidad de la persona», asevera.
El cardenal recalca que la pobreza y la desigualdad son anteriores a las sanciones y que la contrapartida para un posible levantamiento de las medidas tiene que venir del lado de los derechos humanos y las libertades personales.
Diálogo Con Contrapartidas
Muy cercano al papa Francisco, el cardenal sigue defendiendo la necesidad de una solución negociada para que Venezuela pueda retomar la senda democrática, por más que reconoce que la idea de un nuevo diálogo causa rechazo dados los muchos intentos sin resultados que ha habido desde 1999.
«Ha faltado siempre la voluntad real por parte del régimen de no solamente conversar, sino de entrar en un entendimiento y esto hace que en buena parte de la población, hablar de diálogo en Venezuela es casi una mala palabra», reconoce.
No obstante, subraya que «cuando hay un conflicto cualquiera, uno tiene que buscar cómo solucionarlo y solucionarlo racionalmente».
A su juicio, no puede ser a través de las armas ni a través de la violencia. «Hay que tener la suficiente creatividad para buscar y forjar (un diálogo) e indudablemente que haya en las partes un deseo real de llegar a algún entendimiento», subraya.
Esa postura de la Iglesia, que «es de siempre, no de ahora», se aplica también al conflicto de Rusia y Ucrania.
«En la vida todos los conflictos se arreglan no eliminando una de las partes, sino encontrando qué puntos en común tienen y por encima de todo el respeto a la dignidad de la persona», asevera.
Sin señales e hacer concesiones
Cuando se le pregunta si el régimen de Nicolás Maduro ha dado alguna señal de que esté dispuesto a hacer concesiones en esas cuestiones que atañen a la dignidad humana, Porras dice que no.
«Digamos a mucho decir que lo único que se busca es el levantamiento de las sanciones, pero no pasa nada con todo lo que tiene que ver con las libertades y todo lo que tiene que ver con la independencia de los poderes, principalmente el Poder Judicial y el Poder Electoral», agrega.
Aunque subraya a continuación que «uno no habla con quien quiere, sino con quien le toca» y llama a ambas partes a «buscar caminos y abrir cauces» para lograr entendimientos. Debe haber concesiones de ambas partes, agrega.
De acuerdo con el cardenal Porras, el Gobierno de Maduro se siente actualmente «tranquilo y seguro», porque la pandemia le ha permitido tener a la población controlada y aislada y evitar las protestas, pero eso no significa que los venezolanos estén conformes, sino que hay «represión» y «militarismo».
A pesar de algunas mejorías en la situación macroeconómica, Porras denuncia una «situación de pobreza creciente» que explica, entre otras cosas, «el creciente número de gente que sigue saliendo del país».
«Indudablemente que se han hecho una serie de inversiones, pero no tienen el verdadero sentido social de que esa riqueza llegue a muchos, sino que llega pues a muy pocos», asegura convencido de que «dentro de este esquema económico político difícilmente puede haber una mayor igualdad y participación de toda la población».
A esa brecha cada vez más grande entre un 90 % de la población que no llega a cubrir sus necesidades básicas y los que sí poseen recursos, se suma -dice Porras- la falta de avances en el campo «de los derechos humanos, de los presos políticos, de evitar la represión y la tortura o de abrir cauces para un poder judicial más equitativo o un poder electoral más equitativo».
El cardenal recalca que la pobreza y la desigualdad son anteriores a las sanciones y que la contrapartida para un posible levantamiento tiene que venir del lado de los derechos humanos y las libertades personales.
De quienes dicen que esos derechos han mejorado, Porras dice que desconocen sencillamente la realidad del país. «Yo invito a quienes lo dicen a que se den una vuelta por el interior del país, por lo que es Venezuela, para ver en qué estado están los derechos humanos».
Pero concluye: «lo primero, lo más importante, es que el problema de los venezolanos tenemos que resolverlo los venezolanos. Indudablemente hace falta el apoyo internacional, no solamente de Estados Unidos, sino también de la Unión Europea»
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