Puede que desde 2019 Estados Unidos no mantenga relaciones diplomáticas con el régimen chavista en Venezuela, pero eso no ha impedido a la Administración Biden enviar recientemente una delegación a Caracas, con el objetivo de comprobar el estado de salud de varios ciudadanos y un residente estadounidenses detenidos allí desde 2017.
Varias fuentes han confirmado a ABC que el enviado especial del presidente de EE.UU. para negociaciones de rehenes, Roger Carstens, viajó con una reducida delegación en Caracas, pudo hablar con los presos y trajo noticias de estos a sus familias. Carstens viajó en un vuelo charter el martes 7 de diciembre y regresó a EE.UU. por la misma vía el viernes 10 de diciembre, según las fuentes oficiales.
A los familiares de los presos que están en EE.UU. no se les informó con antelación de esa visita. Según dicen a este diario algunos de esos familiares ahora esperan que la Administración Biden les atienda para explicarles los pasos que están dando para liberar a esos presos. Carstens visitó a directivos de la petrolera Citgo arrestados en 2017, a dos mercenarios estadounidenses detenidos en 2020 tras un intento fracasado de derrocar a Maduro y a un tercer exsoldado.
«Sí, realizamos una visita consular a ciudadanos y residentes de los Estados Unidos encarcelados indebidamente en Venezuela. El derecho de las visitas consulares es algo que tiene una historia milenaria en la diplomacia y eso fue el motivo de la visita», dijo el subsecretario de Estado para América Latina, Brian Nichols, al ser preguntado por ABC en una conferencia telefónica reciente.
Otras fuentes de la Administración dijeron a ABC que EE.UU. «sigue abogando por la liberación inmediata e incondicional de todos los ciudadanos estadounidenses detenidos injustamente en Venezuela». Ningún diplomático o funcionario estadounidense había podido verse cara a cara con los detenidos desde que en 2019 la anterior Administración, liderada por Donald Trump, rompiera lazos diplomáticos con el chavismo y reconociera a la Asamblea Nacional y a Juan Guaidó como interlocutores legítimos.
Según ha podido saber este diario, tanto el secretario de Estado, Antony Blinken, como el consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, estaban al tanto de la visita e incluso creían que era adecuada, a pesar de las malas relaciones entre Washington y Caracas.
Entre esos presos visitados están José Ángel Pereira, Gustavo Cárdenas, Jorge Toledo, José Luis Zambrano, Tomeu Vadell y Alirio José Zambrano. Se les apoda «los seis de Citgo», porque eran directivos de la empresa estadounidense de ese nombre, filial de la petrolera estatal venezolana Pdvsa. El régimen les hizo acudir a Caracas con falsas excusas y les detuvo en 2017 acusados de malversación de fondos.
En mayo entraron en arresto domiciliario, pero fueron recapturados tras la extradición a EE.UU. de Álex Saab, el supuesto testaferro de Maduro, que había sido detenido en Cabo Verde. Les arrestó el Sebin, el servicio de inteligencia, y se hallan en el temido Helicoide, la prisión que este gestiona en Caracas, donde en el pasado han sido documentadas torturas.
Varios activistas a favor de los derechos humanos han dicho también que en el Helicoide ha habido brotes de coronavirus, que el régimen es incapaz de controlar. El chavismo no da cifras fiables sobre los contagios y muertes en el país, minimizando continuadamente la crisis sanitaria, según han denunciado organismos internacionales como la Organización Panamericana de la Salud.
Varias fuentes conocedoras del viaje de Carstens han detallado a ABC cómo fue la visita, mantenida en alto secreto. La Administración Biden pactó indirectamente con el régimen chavista la visita a esos seis directivos de Citgo y a los otros tres estadounidenses detenidos más tarde, en 2020.
Carstens, que lleva en el cargo menos de dos años, temía que los detenidos no supieran quién es y recelaran de él. Por eso, dicen esas fuentes, trajo fotos de él mismo con las familias de ellos, tomadas en EE.UU. Al parecer, en el Helicoide, Carstens pudo hablar con cierto nivel de intimidad con los detenidos. Las visitas duraron según fuentes oficiales entre 45 y 90 minutos.
Uno de los detenidos de Citgo sí reconoció a Carstens, y pidió tocarle el rostro para poder asegurarse de que no era un ardid del chavismo.
El chavismo ha tratado de negociar con los presos estadounidenses de Citgo en el pasado, y hubo contactos indirectos con la Administración Trump. El 17 de diciembre de 2020 tuvo lugar un encuentro en México entre Jorge Rodríguez, hermano de la vicepresidenta venezolana y persona de confianza de Maduro, y un estrecho aliado de Donald Trump, Richard Grenell. Este dijo que acudió a la reunión a título particular y sin representar a Trump formalmente. Aun así, por aquel entonces todavía ostentaba el cargo de enviado especial de la Casa Blanca para las negociaciones de paz entre Serbia y Kosovo, y, lo que es más importante, entre febrero y mayo de 2020 fue director nacional de Inteligencia, el cargo que supervisa desde la Casa Blanca a todas las agencias de inteligencia de EE.UU. Entre mayo de 2018 y junio de 2020 fue además embajador en Alemania.
Los llamados «seis de Citgo» fueron hallados culpables de malversación de fondos el año pasado en un juicio marcado por graves irregularidades y demorado varias veces. Ellos se declararon inocentes. Las condenas fueron de entre ocho y 13 años de prisión. Maduro en persona les acusó de traición y el régimen no dejó espacio para un juicio justo, adelantado ya el que iba a ser el veredicto.
Carstens también pudo reunirse con Luke Denman y Airan Berry, dos soldados retirados de EE.UU. que participaron en el chapucero intento de derrocar a Maduro desde Colombia en 2020. A ambos los fichó como mercenarios Jordan Goudreau, otro veterano de guerra que no fue a Venezuela. También se vio Carstens con Matthew Heath, otro exsoldado norteamericano que fue detenido también en 2020 acusado de terrorismo y tráfico de armas.
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