Cuando faltan tres semanas para que estudiantes de preescolar y primaria terminen el año escolar y seis para que lo haga media y general, profesores ven con preocupación cómo la brecha de desigualdad entre la educación pública que abarca al 75% de los niñas, niños y adolescentes del país, y la educación privada el 25%, aumentó a pasos agigantados en 2023-2024.
Mientras en planteles del Estado los estudiantes vieron clases dos o tres veces por semana, cubriendo menos del 60% del programa escolar, en instituciones subsidiadas de educación católica o autosustentables vieron clases a diario, logrando cursar el 100% de los objetivos académicos.
«Se está ampliando la desigualdad en Venezuela. Los que más tienen más aprenden», exclamó Luisa Pernalete, coordinadora de Educación para la Paz en Fe y Alegría Venezuela. Este movimiento de educación popular logró garantizar todos los profesores de primaria, pero tuvo que aplicar estrategias para poder tener docentes en todo bachillerato.
El 13 de febrero de 2024, la Escuela de Educación de la UCAB informó que en el país existen unos 480 mil profesores, pero que es necesario para atender a una población estudiantil de más de siete millones de estudiantes unos 250 mil docentes adicionalmente. El déficit de educadores se ha incrementado en el último lustro por los bajos salarios.
«Cuesta mucho conseguir docentes de inglés o matemática. Lo que hemos hecho en Fe y Alegría es que en bachillerato en vez de trabajar por materias se trabaja por áreas. Si tenemos un profesor de matemáticas, pero nos falta el de física se crea el área de ciencias y ese mismo educador asume las dos materias. También hemos visto en planteles que falta el profesor de sociales y los directivos han tenido que dar esa materia para no dejar a los muchachos desatendidos», explicó. En Fe y Alegría han logrado cumplir el año escolar dando clases todos los días.
Pero a Pernalete le preocupa la calidad educativa en las escuelas y liceos del Estado, donde se oficializó un horario mosaico, es decir, los profesores dan clases dos o tres veces por semana y los demás días los utilizan para rebuscarse en otro empleo, generalmente en la economía informal.
«Es muy difícil que un niño aprenda a leer viendo clases con un horario mosaico porque la lectura necesita de un refuerzo diario. Además no es sólo estudiar, en la escuela un niño aprende a relacionarse, sobre todo si su mamá lo dejó en manos de terceros como la abuela, porque se tuvo que ir del país para trabajar», explicó.
Gricelda Sánchez, secretaria de reclamos del Sindicato Venezolano de Maestros, informó que se ha vuelto normal en la educación pública ver a niños de nueve años que cursan tercer grado, sin saber leer o escribir, porque alega que hay una política de Estado desde el Ministerio de Educación que obliga a los docentes a pasar a los alumnos así no hayan aprendido nada.
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