Texto de la carta donde el testaferro Alex Saab pide clemencia

El equipo de abogados de Alex Saab informó que el colombiano envió una carta abierta al primer ministro de Cabo Verde, Ulisses Correia, en la que rechaza la extradición que fue aprobada por su gobierno y que en este momento está en proceso de apelación.

En dicha carta se muestra Saab como un angel del cielo que jamás ha cometido delitos y numerosos ilícitos, cuando todo el mundo sabe a ciencia cierta que es uno de los peores criminales que juega con el hambre de los pueblos, especialmente con la de los venezolanos.

En el texto hace un recorrido por su carrera profesional y dice que desde muy joven comenzó su propia marca textil y que es una «persona normal con un pasado corriente, quien gracias al trabajo duro ha sido capaz de construir un negocio exitoso sin recibir beneficios del gobierno».

Saab tambén habla de las acusaciones de Estados Unidos y afirma que ese país no ha aportado la más mínima prueba en su contra, aparte de unos pagos a través de cuentas de ese país que dice que no hizo él y que no ofrecían otros medios de pago.

Esta es la primera vez que Saab expone su posición y se cataloga como enviado especial de Venezuela, en donde asegura que ha trabajado con profesionalidad

Por eso dice que su detención fue ilegal y que se han cometido muchas injusticias al no respetar su inmunidad. Agrega que tiene problemas de salud, que ha perdido 20 kilos y que cree que los traficantes de droga han recibido mejor trato que él.

CARTA 

Su Excelencia Ulisses Correia e Silva Primer ministro de la República de Cabo Verde Palacio de Gobierno Várzea, Cidade da Praia, Ilha de Santiago República de Cabo Verde Estimado primer ministro, Me llamo Alex Nain Saab Morán y llevo 57 días detenido de forma ilegal en su país mientras espero que se revise una solicitud de extradición realizada por los Estados Unidos sin fundamentos y motivada políticamente.

Me veo obligado a escribirle dada la gran injusticia que se ha cometido. Se me ha negado el derecho a una audiencia y mi equipo de abogados no han tenido acceso al informe del fiscal, algo sin precedentes en la historia legal de Cabo Verde. Estoy seguro de que ha escuchado hablar de mi; también estoy seguro de que no sabrá mucho de mi que sea cierto y no haya sido modificado.

Aunque nací en Barranquilla, Colombia, soy un ciudadano venezolano y he vivido en Caracas desde el año 2004. Me siento muy agradecido por las oportunidades que Venezuela me ha dado y no he intentado devolver la generosidad y hospitalidad de su gente. Mis padres emigraron desde el Líbano en 1960 y crearon un negocio textil que, al principio gracias a su duro trabajo y después a los esfuerzos de mis hermanos y yo, existió durante más de 50 años hasta que decidimos emprender nuestros propios caminos en los negocios. A los 18 años creé mi propia marca de ropa y tras cumplir los 20 dejé un negocio familiar que contaba con 2.000 trabajadores directos y 10.000 indirectos.

La empresa producía más de 12 millones de prendas al año y exportaba a 20 países. A los 21 años poseía una de las empresas textiles más grandes de Colombia. Combiné mi trabajo en el mundo de la moda con inversiones en proyectos de construcción gracias a los que se construyeron más de 1.000 apartamentos de forma privada y sin subsidios o ayudas del gobierno. Le cuento todo esto es para demostrar que soy una persona normal con un pasado corriente quien, gracias al trabajo duro, ha sido capaz de construir un negocio exitoso en el sector privado sin recibir beneficios gubernamentales.

A lo largo de los años he ganado la confianza de Venezuela porque he sido profesional, he lidiado con condiciones de pago difíciles, provocadas por los bloqueos a los que se ha enfrentado Venezuela y he usado mis fondos propios para cumplir con contratos. Permítame hablarle del principal motivo por el que le escribo y para preguntarle por qué he estado detenido de forma ilegal durante casi dos meses.

Durante dos meses en los que, y a pesar de haber proporcionado pruebas claras e inequívocas de tener serios problemas de salud, se me ha proporcionado con un acceso a una atención médica rudimentaria y he perdido casi 20 kg de peso; todo esto a pesar de haber sufrido cáncer. Me he dado cuenta de que, en su país, hasta los traficantes de droga han recibido un mejor trato y se les ha ofrecido arresto domiciliario; cosas no se han puesto a mi disposición aún siendo un enviado especial. Los Estados Unidos se han puesto un uniforme y se han auto declarado policías del mundo.

Los Estados Unidos han hecho público su objetivo de cambiar el régimen de Venezuela y su consecución ha brutalizado a la gente y la economía de Venezuela sin importar las consecuencias. Su deseo de extender sus pretensiones de forma extraterritorial va contra todas las leyes internacionales y no existen precedentes en nuestros tiempos.

Los Estados Unidos me han acusado, sin aportar la más mínima prueba contundente o evidencias, de presuntos crímenes cuya única conexión con los Estados Unidos es la existencia de pagos realizados a o a través de cuentas bancarias estadounidenses. Pagos que ni realicé personalmente ni de los que estaba a cargo y que eran obligaciones contractuales o facturas de tarjetas de crédito para las que no se ofrecieron métodos alternativos de pago. Estoy seguro de que olvidaron informarle de que esas mismas acusaciones ya fueron investigadas por la República de Ecuador (y la propia Venezuela) y no se encontraron pruebas de infracciones.

Por estos motivos, ¿están los Estados Unidos diciendo que Ecuador también es parte de una conjura corrupta controlada por mi? Como agradecimiento por cumplir con mis obligaciones y contractos, en abril de 2018, Venezuela reconoció mi contribución nombrándome enviado especial, con la inmunidad diplomática y los privilegios que acarrea dicha posición.

Dada la actitud vengativa y orientada políticamente de la Casa Blanca, se me encargó reunirme y negociar con gobiernos extranjeros y empresas privadas para crear nuevos canales para obtener y entregar los muy necesitados alimentos, medicinas básicas y recambios necesarios para la industria del petróleo. Como enviado especial tengo la responsabilidad de llevar a cabo las necesidades humanitarias que se me encarguen. Este fue el motivo por el que fui a Irán en abril, para negociar la entrega de gasolina y otros productos como recambios para impulsar la industria petrolera en Venezuela.

Cuando se me detuvo de forma ilegal en Cabo Verde el 12 de junio, me encontraba viajando a Irán en una misión especial humanitaria bajo el título de enviado especial, con inmunidad completa según el derecho internacional. Llevo tiempo sabiendo que me había convertido en el objetivo principal de los Estados Unidos y que, de acuerdo con sus modelos extraterritoriales, estaban preparados para llegar lejos como les fuese posible para evitar que llevase a cabo mis obligaciones para con el pueblo de Venezuela.

Esta mentalidad distorsionada incluía secuestrarme, como en una película de Hollywood, para presentarme ante su versión de la “justicia”. Todos sabemos que a los jueces del sistema judicial penal de los EE. UU. no les importa si has sido detenido o sometido a una entrega extraordinaria; si estás en su sala podrás y serás juzgado sin tener en cuenta las normas del derecho intencional o los derechos humanos básicos.

El 12 de junio, cuando el avión en el que viajaba para llevar acabo mi misión especial hizo una parada técnica en Cabo Verde, un oficial, que no se identificó per hablaba un inglés perfecto, me forzó a bajar de mi avión diplomático usando una alerta roja de la INTERPOL como pretexto. Eran las 20.00 en Cabo Verde, las 23.00 en Lyon, donde se encuentra la base de la INTERPOL. Sabemos que la alerta roja no se emitió hasta el 13 de junio, por lo que básicamente fui secuestrado.

Desde el aeropuerto, el policía me encerró en una celda durante dos días sin comida o luz. Durante este período, su funcionario insistió “firmemente” en que debería firmar mi orden de extradición voluntaria, a lo cual me negué. Estoy seguro, primer ministro, de que usted no tenía conocimiento de este trato cruel e inhumano, no obstante, me cuesta aceptar que incluso después de que Venezuela declarase oficialmente mi inmunidad, usted no hiciera nada para rectificar la situación. No tengo dudas de que su falta de acción tendrá consecuencias legales y políticas.

Su país se independizó hace solo 45 años, pero, por desgracia, existen países como los Estados Unidos que consideran a Cabo Verde como un país de segunda clase que no merece un nivel apropiado de respeto. ¿Qué sentido tiene proclamar su independencia y ahora someterse (ilegalmente) para agradar a los Estados Unidos? No creo que la gente de Cabo Verde esté de acuerdo con esto, ya que siempre se han visto discriminados y menospreciados por los Estados Unidos.

Primer ministro, le aseguro que Venezuela siempre lo tratará con mayor respeto y le presentará más oportunidades de los EE. UU. Como enviado especial de mi país puedo ayudar a Cabo verde más de lo que los Estados Unidos lo harán en 100 años. Venezuela siempre será un mejor aliado que el régimen estadounidense que restringe los derechos de aquellos que considera “enemigos” del estado. Venezuela siempre verá a Cabo Verde como una nación hermana igualitaria y nunca será un amigo por conveniencia. Simplemente pido justicia y que Cabo Verde, como miembro de las Naciones Unidas, respete mi inmunidad y me permita volver a mi país.

Le saluda atentamente,

Alex Nain Saab Morán

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