Cibercrimen adolescente es la punta del iceberg mundial

Cibercrimen adolescente es la punta del iceberg mundial. En 2019 hubo 8.914 detenciones e investigados por ciberdelitos en España. 571 de ellos fueron perpetrados por menores de entre 14 y 17 años.

Este 6,3% del total puede resultar poco impresionante, pero los expertos coinciden en que las cifras, aunque crecen año a año, siguen siendo una pequeña muestra de las verdaderas dimensiones del cibercrimen adolescente.

“En realidad los datos de prevalencia que dan los estudios que se hacen sobre cibervictimización o cibercriminalidad, es decir, cuando se les pregunta directamente a los jóvenes si han sido víctimas de alguna forma de ciberdelincuencia o si han perpetrado alguna de estas situaciones, el porcentaje no tiene nada que ver, es muchísimo mayor”, asegura Irene Montiel, doctora en psicología, criminóloga y docente e investigadora de la Unir.

¿Qué ensombrece las estadísticas? “En muchos casos no se denuncia, en otros muchos no se persigue porque no hay capacidad de persecución de los delitos, en otros, los fiscales de menores no saben qué hacer con esas denuncias…”, explica José Rosell, socio-director de la compañía de ciberseguridad S2 Grupo, que también se muestra convencido de que los datos de Interior recogen “mucho menos de lo que en realidad se está cometiendo”.

A esto contribuye además la juventud de los protagonistas, cuando criminal y víctima son menores, es habitual que se reste importancia a los hechos, al considerarlos “un juego de niños”.

En este sentido, cabe esperar que las cifras que se ven y las que no se ven continúen la misma tendencia. “La respuesta corta es que van a seguir creciendo.

¿Se están tomando medidas? Sí. ¿Son suficientes? Probablemente no”, afirma Hervé Lambert, director de operaciones de la empresa especializada en seguridad informática Panda Security. Internet es una parte creciente de la vida de jóvenes y no tan jóvenes, y para quienes han crecido en plena explosión de servicios de la red, el lenguaje del cibercrimen no se aleja tanto de los que ya conocen. Lambert lo ha visto en su propia casa.

“Cuando mi hijo pequeño tenía 13 años y hablamos de hackeos de wifi, el señorito se fue a Internet, buscó exploits y cuando llegué de trabajar al día siguiente me enseñó que había hackeado la wifi del vecino”.

Desconocimiento y curiosidad

“Para los adolescentes es mucho más fácil cometer delitos a través de Internet.

Primero, porque no saben que lo que están haciendo es delito, y segundo, porque por sus propias características evolutivas, están en un periodo en el que buscan sensaciones, en el que les gusta experimentar con diferentes identidades”, explica Montiel.

No procede aquí imaginar a la versión adolescente del hollywoodiense hacker con capucha sentado ante una pantalla de unos y ceros. Un 60% de los más de 3.000 cibercrímenes registrados como obra de este colectivo entre 2011 y 2019 se concentraron en las categorías de pornografía de menores, amenazas y descubrimiento y revelación de secretos.

Si nos ceñimos a tipologías penales, los menores de entre 14 y 17 años fueron el segundo colectivo que más delitos sexuales cometió en 2019 (222), solo por detrás de los cibercriminales de entre 26 y 40 años, que pese a ser un grupo de edad mucho más amplio, registran 234 detenciones e investigados.

“Es un tema complicado”, razona Montiel. “Están en un momento en el que experimentan con su sexualidad, se están descubriendo y pueden caer en conductas que son inadecuadas. Pueden no ser conscientes de que lo que están haciendo es producir pornografía infantil”.

Esa falta de conocimiento también alimenta excesos de confianza que abren la puerta al cibercrimen. “Si tú compartes tu contraseña con tus amigos, evidentemente alguno cometerá un delito y entrará en tu nombre en tu cuenta en redes sociales como Instagram o TikTok. La contraseña no se comparte.

Es personal. Es algo que nunca se le da a nadie”, explica Rosell. El experto señala a los padres como parcialmente responsables de este poco secretismo en lo que a contraseñas se refiere. “Un padre no puede entrar en el teléfono un niño.

Eso es un delito y no nos damos ni cuenta. Estamos provocando con nuestro comportamiento que no den importancia a cosas que sí la tienen”.

NotiVeraz

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