Es indudable que el universo digital ha brindado un sinfín oportunidades al sector de la publicidad, abriendo nuevas posibilidades para conectar con la audiencia a través de múltiples canales y formatos. Sin embargo, existe una sombra que rodea al mundo online: el fraude publicitario.
Después de encontrarse con diferentes opiniones sobre el delito al que corresponde este tipo de fraude, Dr. Augustine Fou se propuso explorar los diferentes delitos para decidir a cuál se asemeja más el fraude publicitario digital.
En primer lugar, reflexiona en su artículo para Forbes sobre los productos falsificados. «Los sitios web falsos que incluyen anuncios digitales usarían programas de software, también conocidos como «bots», para cargar repetidamente páginas web y crear impresiones de anuncios.
Venderían enormes cantidades de esos anuncios a anunciantes que pensaran que sus anuncios se mostraban a humanos que visitaban el sitio. Pero en este caso, no había humanos llegando al sitio, solo bots», explica. De esta manera, los anunciantes no obtienen el producto por el que pagan.
Tras esta reflexión, se detiene en el delito de infracción del copyright. Según el experto, los sitios falsos sin contenido en ellos se detectarían fácilmente si alguno de los anunciantes se detuviera a observarlos, pero son pocos los que lo hacen porque «simplemente son demasiados».
Sin embargo, Chase lo hizo en 2017 y, tras el análisis decidió reducir el número de sitios web que muestran sus anuncios de 400.000 a 5.000, una disminución del 99%. «Chase tenía razón al hacer esto porque, a pesar de la reducción, no hubo cambios en los resultados del negocio. ¿Le dice algo sobre esos otros 395.000 sitios, ¿no?», señala Dr. Augustine Fou.
Algunas de las páginas web falsas plagian contenido de otras fuentes logrando que, a simple vista, pasen por sites fiables. Sin embargo, todo el contenido que utilizan es robado.
En los sites que ofrecen música y películas pirateadas de forma gratuita existe una infracción masiva de los derechos de autor. «Estos sitios no cobran a los usuarios, ganan todo su dinero a través de publicidad digital, facilitada por redes publicitarias que «miran para otro lado» o renuncian a cualquier tipo de responsabilidad», advierte.
La definición de fraude electrónico es «un delito en el que una persona inventa un plan para defraudar u obtener dinero basado en falsas representaciones o promesas utilizando comunicaciones electrónicas analógicas o digitales…», recuerda Dr. Augustine Fou en su artículo.
«Los sitios falsos que venden anuncios falsos para ganar dinero engañando a los anunciantes y que piensen que los anuncios se están mostrando a los humanos que visitan sitios web, suena a fraude electrónico, ¿no es así?», señala.
Del fraude electrónico pasa a los delitos informáticos. «¿Dónde compran estos sites su tráfico? De cualquiera de los miles de vendedores de tráfico o revendedores online», indica.
Esta demanda de tráfico ha creado una enorme oportunidad para que los piratas informáticos ganen dinero vendiendo tráfico de bots. Los bots simples se pueden crear desde centros de datos en la nube, pero los bots más avanzados se crean implantando malware en dispositivos reales de personas.
Entonces, ¿a qué delito corresponde el fraude publicitario digital? A pesar de que pueda corresponder con todos los delitos que cita Dr. Augustine Fou, no existen leyes contra el fraude publicitario digital en estos momentos.
«Por lo tanto, las bandas cibernéticas y el crimen organizado están ganando dinero al cometer fraude publicitario a plena luz del día con impunidad.
No les preocupa que los atrapen, especialmente si están usando bots de un centro de datos, eso no es malware en los dispositivos reales, por lo que ni siquiera hay ningún delito informático», concluye, instando a los anunciantes a no mirar «hacia otro lado».
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