Once años llevan los caraqueños sin contar con un servicio de agua regular. Abrir los chorros y lograr que salga agua por las tuberías se volvió algo extraordinario, un lujo, un recuerdo, una idea lejana y ajena.
Al ministerio encargado de la gestión del agua le han cambiado el nombre cuatro veces, 13 ministros del chavismo han desfilado junto a una larga lista de excusas, pero en ningún caso han podido explicar por qué lo que se suponía era un plan de racionamiento asociado a la sequía, lleva más de una década empeorando hasta convertirse en una ausencia absoluta del suministro que le está costando la salud y la calidad de vida a más de 5 millones de personas que habitan la Gran Caracas, un área que cuenta con un sistema de distribución instaladoque se podría surtir de los 10 embalses que lo rodean.
Gota a gota secaron las tuberías
En 2009 Hidrocapital, la empresa estatal responsable del suministro de agua en la Gran Caracas, presentó el génesis de lo que sería el primer plan de restricción del servicio, que fue denominado Plan de Abastecimiento, a pesar de que se trataba de una disminución.
El gobierno evitaba usar la palabra racionar porque según la explicación del entonces presidente de Hidrocapital, Alejandro Hitcher, habría una reducción del suministro pero garantizaban que se iban a mantener los 250 litros al día por habitante, solo que dentro de un plan normativo por si se presentaba incapacidad de entrega por el bajo almacenamiento o por problemas técnicos en las tuberías.
El funcionario consideraba que más de 250 litros por habitante representaba un mal uso del líquido: “la meta es reducir este consumo y dejar de ser una sociedad que vive del derroche para ser una sociedad consciente”.
La medición a la que hacía referencia Hitcher responde a lo que establece la gaceta sanitaria No. 4.044 del Ministerio de Salud publicada en 1988, la cual indica que en el medio urbano se deben proporcionar 250 litros de agua al día por habitante y en el rural 150 litros.
En 1988 las mediciones le daban a los caraqueños hasta 400 litros de agua diarios por habitante.
Después de tres meses de aplicar ese primer plan, la promesa oficial era que el almacenamiento permitiría aguantar hasta mayo, cuando comenzaba el período de lluvias y el suministro se regularizaría. Era mayo de 2009.
José María De Viana, ingeniero especialista en el tema de agua y expresidente de Hidrocapital, explicó que en 2018 que el problema no tenía que ver con los ciclos de la naturaleza sino que radicaba en que el sistema de transporte y la red de tuberías que distribuyen han sido desmantelados por fallas en el mantenimiento y por tanto están operando a la mitad de su capacidad: a Caracas están llegando entre 5 y 6 mil litros menos de agua que la recibida en 1999.
“Las ciudades no dependen de la sequía o la lluvia porque para eso se construye infraestructura de almacenamiento de los meses húmedos para los meses secos.
Pero si le echamos la culpa a Dios, lo que queda es rezar para no asumir la responsabilidad de las fallas en el mantenimiento y las consecuencias de estar 20 años operando mal el sistema”, aseguró De Viana.
El ingeniero apuntaba que tampoco había crecido la infraestructura desde hace 60 años, tiempo de la construcción de los acueductos y sistemas urbanos de los cuales aún depende la ciudad.
El sistema Tuy I y II inició operaciones en 1967 y 13 años después se inauguró el Tuy III, en 1980.
En 1998 el chavismo recibió su gestión con el embalse de Taguaza recién operativo. Para completar el sistema faltaba el Tuy IV que fue una promesa de 20.000 litros de agua por segundo que el fallecido Hugo Chávez le ofreció a Caracas en 2005 para ser inaugurado en 2010. Ya cumplió su primera década de retraso.
Rezar o la danza de la lluvia
En 2014 Hidrocapital publicó un Plan de Racionamiento por zonas, un esquema que se había instalado disimuladamente cinco años atrás.
En el mismo año 2014, el resto de los países de la región tomaba previsiones ante el alerta de entes internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) que había emitido un informe por la proximidad del fenómeno meteorológico El Niño.
Venezuela no tomó previsiones ante los efectos, a pesar de que la advertencia señalaba que podía ser el más intenso en 65 años.
2015 se había registrado como el año más caluroso de la historia, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM) y al llegar 2016 la única acción concreta del gobierno venezolano fue cambiarle el nombre al plan: lo llamaron Abastecimiento Especial de agua, porque ya los niveles de los embalses eran tan bajos que desde el 4 de enero de ese año toda Caracas, Guarenas, Guatire, Valles del Tuy, Barlovento y los Altos Mirandinos tendrían que sufrir más días de racionamiento por semana, debido a los límites en rojo que presentaban los 18 embalses más importantes del país.
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