Impulsó a una nación a derrocar al autócrata de Venezuela en las urnas, pasando meses rodeada de gente y llenando las avenidas de partidarios que se arriesgaban a palizas y detenciones solo para oírla hablar.
Ahora, con el presidente Nicolás Maduro acusado de robar las elecciones y su gobierno amenazando con capturarla, María Corina Machado, la popular líder de la oposición venezolana, se ha escondido, sola.
En una serie de entrevistas virtuales poco frecuentes y en profundidad desde que movilizó a millones de personas a votar contra Maduro en julio, Machado dijo que estaba escondida en un lugar secreto en algún lugar dentro de su país. Debido a que quien la ayude podría ser detenido o podría conducir a agentes del gobierno hasta ella dijo que no ha recibido visitas en meses.
Su madre la ha instado a meditar. Ella no lo ha hecho.
En lugar de eso, la exlegisladora trabaja sin descanso, celebrando reuniones virtuales con ministros de Relaciones Exteriores y organizaciones de derechos humanos, instándoles a recordar que una amplia coalición de países reconoce que su candidato elegido, Edmundo González, ganó la votación de julio por un amplio margen y debería tomar posesión en enero.
Pocas horas después de las elecciones, Maduro declaró la victoria, pero no presentó ninguna prueba que respaldara su afirmación. En respuesta, el equipo de Machado recogió y publicó las actas de escrutinio de más del 80 por ciento de los centros de votación.
Los recuentos, dijeron, mostraban que González había obtenido casi el 70 por ciento de los votos. (Temiendo por su libertad, González, de 75 años, huyó a España en septiembre).
Machado argumentó que Venezuela ofrece ahora algo extremadamente tentador al presidente electo Donald Trump: “una enorme victoria en política exterior a muy, muy corto plazo”.
En su opinión, Maduro está ahora tan débil —rechazado por su propio pueblo, sufriendo fracturas dentro de su partido— que una renovada campaña de presión por parte de Trump y sus aliados podría de hecho empujar al autócrata venezolano a negociar su propia salida.
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