Una botillería en Recoleta, que manejaba el imputado –que quedó en prisión preventiva a fines de octubre pasado–, registró movimientos por 4 mil millones de pesos en dos años. Buena parte de este dinero se cree que provino del comercio sexual manejado por el grupo en la Plaza de Armas de la capital.
Un sujeto de origen sirio-venezolano fue detenido en medio de un sigiloso operativo realizado el 21 de octubre pasado, por parte de la Brigada Investigadora de Trata de Personas (Britrap) de la Policía de Investigaciones (PDI), en el marco de una investigación llamada “Operación Lira”, que realiza dicha unidad policial junto a la fiscal Carolina Suazo, en contra de una célula del Tren de Aragua (TDA) que explotaba sexualmente a mujeres en la Plaza de Armas de Santiago.
Se trata de Rafat José Kheir Kair, de 34 años, quien quedó en prisión preventiva luego de ser formalizado como autor de asociación ilícita para la trata de personas con fines de explotación sexual y como autor de lavado de activos.
De acuerdo con la indagatoria realizada por la fiscal y los detectives, Kheir era el hombre clave del grupo en las maniobras tendientes a ocultar el origen ilícito de los dineros que se obtenían por medio de la explotación de mujeres, indagatoria que comenzó en noviembre de 2022, cuando efectivos de la Britrap encontraron a una joven venezolana de 17 años, que era explotada sexualmente tanto en la plaza como en varios departamentos que la organización criminal manejaba en Portal Fernández Concha.
Ante eso, la muchacha fue llevada hasta un albergue, pero su paradero fue rápidamente averiguado por el líder de la célula, el cubano Yariel Ulloa López. Tal como establecieron después los oficiales de la Britrap, otros dos funcionarios de la PDI no solo dateaban a Ulloa, sino que además formaban parte de la organización, algo que ellos niegan.
La célula
Junto con Ulloa, el liderazgo máximo del grupo lo ejercía la colombiana Aura Acosta Villalobos, mientras que a cargo de las mujeres estaba el venezolano Lewis Ponce Ortiz, quienes se encuentran en prisión preventiva desde marzo de este año.
En total, considerando la detención de Kheir, ya se contabiliza la aprehensión de una docena de miembros del grupo. Otro integrante del mismo, Luis Osal Rodríguez, ya se encontraba detenido, pues en julio de 2022 fue sorprendido conduciendo un automóvil en estado de ebriedad, a la altura de Curacaví.
Al controlarlo, Carabineros se dio cuenta de que el sujeto llevaba entre sus ropas una pistola 9 milímetros. Al revisar el auto, descubrieron además una vainilla percutada en el suelo, a la altura del conductor, por lo cual es evidente que había disparado recientemente.
Otros dos detenidos en la causa son los ahora exfuncionarios de la PDI Nicolás Ortega Castro y Sebastián Peredo López. El primero trabajaba en la unidad de la policía civil del aeropuerto y el segundo en la Brigada de Robos Oriente. Ambos eran muy cercanos a Ulloa, tanto que –como lo consignó una investigación realizada por Mega– hay imágenes de todos ellos entrando juntos a un mall de la zona oriente y, al mismo tiempo, existen antecedentes que indican que la noche previa a las detenciones todos participaron de una fiesta que se celebró en el edificio donde vivía Ulloa, en calle Morandé 696, que era una despedida, puesto que al día siguiente abandonaría el país.
Sin embargo, no logró hacerlo, ya que fue detenido por la Britrap, a partir de una orden de detención en contra de él y sus cómplices, solicitada por la fiscal Suazo al Séptimo Juzgado de Garantía de Santiago.
Tras las detenciones se estableció que Ulloa y Acosta eran propietarios de una empresa llamada “Inversiones y negocios Acosta y CIA Ltda.”, que habían constituido el 29 de octubre de 2021, por medio de la cual mantenían el salón de belleza “Aura”, ubicado en Catedral 1009.
Según la indagatoria, el negocio era solo una fachada destinada a justificar los ingresos ilegales, que eran más que cuantiosos, pues la cantidad de mujeres que el grupo explotaba rondaba cada día entre 50 y 60, y el cobro mínimo por los servicios sexuales era de 30 mil pesos por “el momento”. Todas eran explotadas al menos seis días a la semana y algunas incluso los siete días.
Ante ello, las diligencias se expandieron, a partir del análisis de una serie de cuentas bancarias chilenas, en las cuales los clientes pagaban los servicios sexuales. Siguiendo la ruta de ese dinero detectaron la existencia de varias empresas, entre ellas, una del rubro de la construcción, una comercializadora de alimentos y bebidas, y otra dedicada a la importación y exportación de ropa, en las que participaba Kheir con otros ciudadanos de origen sirio-venezolano, uno de ellos su primo.
Actualmente se indaga si tenían conocimiento o no de las maniobras que la Fiscalía imputa al detenido.
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