El Gobierno de Venezuela busca «combatir» el fascismo en la nación caribeña, partiendo de una connotación negativa y vinculada a la oposición mayoritaria, agrupada en la Plataforma Unitaria Democrática (PUD), aunque, según el doctor en ciencia política Daniel Varnagy, este movimiento solo se puede ejercer desde el poder, con un fuerte respaldo militar.
Recientemente, el Gobierno celebró un ‘Congreso Mundial contra el Fascismo, Neofascismo y Expresiones Similares’, con la participación de «movimientos sociales» internacionales, con el objetivo de fortalecer la lucha contra esta «amenaza», según las autoridades venezolanas.
El Gobierno preparó esta actividad en medio de una crisis política tras las presidenciales del 28 de julio, en las que el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó como ganador a Maduro, un resultado cuestionado por buena parte de la comunidad internacional y rechazado por la PUD.
Varnagy explicó, en primera instancia, que el fascismo que surgió en la primera mitad del siglo XX en Italia y que dominó distintas partes de Europa, «no tiene nada que ver» con lo que se conoce actualmente de esta corriente, porque -agregó- se pueden encontrar movimientos de este tipo en posiciones políticas de izquierda o derecha.
«Uno entiende el fascismo como un sistema que tiene dos o tres componentes que siempre son comunes: el ultranacionalismo, el militarismo y la autocracia», dijo el experto
El también profesor universitario sostuvo que el fascismo se usa de forma peyorativa, «por el hecho de que los fascistas perdieron la Segunda Guerra Mundial».
Añadió que el término se utiliza para «despreciar movimientos políticos» o grupos de personas que no necesariamente están identificados con esta doctrina y sus características.
Señalar como fascista
Varnagy explicó que en Venezuela cualquiera de las dos partes, Gobierno y oposición, podrían señalarse mutuamente de fascistas, «desde el punto de vista de contenido semántico», ya que ambos sectores apelan a elementos nacionalistas.
Sin embargo, señaló que el fascismo es un «sistema de ejecución de Gobierno», por lo que -dijo- se debe tener el poder político para poder ejercerlo, por lo que ninguna oposición, más allá de sus simpatías ideológicas, tiene capacidad de practicarlo.
«Tiene que estar en el poder para poder emplear el militarismo, tiene que estar en el poder para poder hacer o buscar una autocracia en la ejecución de decisiones, tiene que estar en el poder para poder buscar esa igualación hacia abajo», agregó.
Ante esto, señaló que la oposición venezolana «mal podría ser» fascista en la práctica porque no tiene el control de las instituciones públicas ni del estamento militar.
«Aunque algunas ideas (de la oposición) para el sector en el poder pudieran lucir una afrenta, son una afrenta simplemente porque son ideologías contrarias», apostilló.
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