A pesar de ello, en 1950, Nueva York fue testigo de la invención de la primera tarjeta de crédito tal y como la conocemos: Diner’s Club de Frank X, McNamara, Ralph Sneider y Alfred Bloomingdale.
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Desde entonces, las tarjetas de crédito no han dejado de evolucionar. Las transacciones comerciales se tornaban mucho más fáciles y rápidas con la tarjeta al eliminar factores de desconfianza o de carencia de fondos.
¿Podrán las criptomonedas reemplazar a los plásticos en un futuro?
Muchos nos hacemos esa misma pregunta, puesto que toda invención tarda tiempo en popularizarse y hacerse común. Además, tal como ocurrió con las tarjetas de crédito, se necesitan adaptaciones que faciliten el empleo de las criptomonedas.
Incluso, hay quienes toman como referencia divertida al episodio de Los Simpson en el que aseguran que las criptomonedas son el dinero del futuro y que la tecnología Blockchain también. No obstante, no sabremos si esto ocurrirá hasta que pase.
Por ahora, las criptomonedas parecen más un activo de inversión y especulación que un activo de intercambio. Sin embargo, hay quienes le tienen fe a las stablecoins para cumplir con esta tarea.
Lo cierto es que antes de que pueda hacerse este cambio, algunas cosas deben cambiar y mejorarse en el ecosistema de las criptomonedas. Por ejemplo, monedas como Bitcoin están diseñadas para un límite de producción pre-establecido. Por ende, si se planea usarlo como moneda corriente algunas personas probablemente no tengan acceso a ella.
Además, hay partes del planeta donde la electricidad no está garantizada, ni mucho menos el acceso a internet como para hacer transacciones digitales. Luego, tenemos que algunos procesos de validación son lentos y, aunque se está trabajando en ellos, por ahora el sistema no soportaría transacciones de todo el mundo a cada segundo.
Sin embargo, no todo es negativo. Si consideramos el aumento de popularidad y diversificación que han tenido las criptomonedas desde la creación de Bitcoin, veremos que esto solo ha crecido.
Ahora habría que ver como se logra hacerlas más accesibles hasta que puedan llamarse con propiedad las monedas que reemplazarán a las tarjetas de crédito.