Miguel Pizarro: “Después del 23F nuestro trabajo es visibilizar la crisis”

A un año del intento del ingreso de la ayuda humanitaria a través de la frontera con Colombia y Brasil, el diputado y también comisionado especial de la gestión de Juan Guaidó ante la Organización de Naciones Unidas afirmó que siguen buscando los mecanismos para que entren medicina y alimentos a Venezuela.

Hace un año la oposición encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, trató de cumplir una meta que se había planteado mucho tiempo atrás: el ingreso de la ayuda humanitaria. Definieron logística, movilización, acompañamiento y el 23 de febrero de 2019 como la fecha para ejecutar la acción.

Algunas cosas fallaron, entre ellas desestimar que el chavismo también jugaría e impediría que los insumos donados por varios países entraran a Venezuela.

Miguel Pizarro, diputado de la Asamblea Nacional y para ese momento coordinador del ingreso de la ayuda humanitaria, admitió a El Pitazo que el manejo de las expectativas con respecto a ese día D también fue algo que jugó en contra.

Sin embargo, ahora como comisionado especial de Guaidó ante la Organización de Naciones Unidas conoce la importancia de mostrar al mundo la crisis que vive Venezuela y, según reveló, es el trabajo que viene haciendo desde hace cinco meses en un espacio donde el chavismo aún tiene voz, participación y aliados.

–A un año del intento de ingresar a Venezuela ayuda humanitaria ¿Cuál es el balance?

–Hay un balance profundamente negativo acerca de la condición social y humanitaria del país. Hace un año seis millones de personas necesitaban asistencia humanitaria y hoy son nueve millones de ciudadanos los que la requieren. Si uno hace un corte estadístico de donde estábamos 12 meses atrás, ahora estamos más cerca de la catástrofe humanitaria que de haber superado la espiral de la emergencia.

Lo que pasó el 23 de febrero (de 2019) fue una demostración física del régimen: quemaron un camión y cerraron la frontera, pero durante el año ha tenido otros episodios. Si bien hay un avance en la Organización de Naciones Unidas en el reconocimiento de la emergencia humanitaria, ninguna de estas cosas se han manifestado en avances logísticos. Venezuela necesita ayuda para salir de la miseria en la que está.

–¿Qué fue lo que ocurrió el día del ingreso de la ayuda humanitaria?

–Primero, el uso salvaje y brutal de todas las formas de represión que tiene el régimen para impedir el ingreso de insumos. No solo el uso de las Fuerzas Armadas, sino de grupos paramilitares, como los que vimos en la frontera San Antonio-Ureña; así como la masacre de los pemones en el estado Bolívar. Segundo, un proceso de aprendizaje que tiene que ver más con nosotros.

El 23 de febrero hicimos una apuesta muy elevada para salvar vidas, para poner lo humano en el centro de nuestra acción política y hubo una serie de expectativas construidas que apuntaban a que no íbamos a hacer un ejercicio de ayuda humanitaria, sino que ese era el día de la batalla final, el día D, y todo eso terminó claramente en una frustración.

–¿En qué pudo contribuir ese cargamento que no entró? ¿Qué llevaban los camiones?

–Había insumos para hospitales tipo IV; suplementos nutricionales para atender adultos mayores con desnutrición severa; kits de higiene, que dentro de la esfera humanitaria tiene que ver con dignidad (toallas sanitarias, jabones, purificadores de agua); había dotación para ambulatorios y medicina primaria.

En esos días de febrero fuimos dando el balance y hubo algunas cosas que rescatamos como IHK, que son kits para atender a 50 mil pacientes en emergencia hospitalaria. Se preservaron porque no llegaron a la línea frontal de la frontera, pero luego se logró, a través de la Organización Naciones Unidas, que esos combos entraran al país.

–¿Tienen previsto hacer otras entregas y de qué forma?

–Entendiendo el contexto, hemos tomado la decisión de comunicar un poco menos lo que hacemos, para garantizar que efectivamente se cumpla. A todos los que hemos podido ayudar, le hacemos entrega directa (de los insumos) con mucha discreción. Al final, nosotros no somos los implementadores humanitarios. Es decir, ni la Asamblea Nacional, ni el gobierno interino son los que deben hacer la entrega de última milla. No les corresponde. Ese rol lo tienen las organizaciones y los actores humanitarios. Nosotros somos un puente de conexión entre quien puede ayudar y quien tiene la capacidad efectiva de entregar esa ayuda. Nosotros hemos mantenido el trabajo de pensar cómo escalamos en esto, cómo podemos ayudar a las organizaciones y cómo podemos hacer que entren más insumos y alimentos a Venezuela.

A un año del intento del ingreso de la ayuda humanitaria a través de la frontera con Colombia y Brasil, el diputado y también comisionado especial de la gestión de Juan Guaidó ante la Organización de Naciones Unidas afirmó que siguen buscando los mecanismos para que entren medicina y alimentos a Venezuela. Hace un año la oposición encabezada por el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, trató de cumplir una meta que se había planteado mucho tiempo atrás: el ingreso de la ayuda humanitaria.

Definieron logística, movilización, acompañamiento y el 23 de febrero de 2019 como la fecha para ejecutar la acción. Algunas cosas fallaron, entre ellas desestimar que el chavismo también jugaría e impediría que los insumos donados por varios países entraran a Venezuela.

Miguel Pizarro, diputado de la Asamblea Nacional y para ese momento coordinador del ingreso de la ayuda humanitaria, admitió a El Pitazo que el manejo de las expectativas con respecto a ese día D también fue algo que jugó en contra.

Sin embargo, ahora como comisionado especial de Guaidó ante la Organización de Naciones Unidas conoce la importancia de mostrar al mundo la crisis que vive Venezuela y, según reveló, es el trabajo que viene haciendo desde hace cinco meses en un espacio donde el chavismo aún tiene voz, participación y aliados.

–A un año del intento de ingresar a Venezuela ayuda humanitaria ¿Cuál es el balance?

–Hay un balance profundamente negativo acerca de la condición social y humanitaria del país. Hace un año seis millones de personas necesitaban asistencia humanitaria y hoy son nueve millones de ciudadanos los que la requieren. Si uno hace un corte estadístico de donde estábamos 12 meses atrás, ahora estamos más cerca de la catástrofe humanitaria que de haber superado la espiral de la emergencia.

Lo que pasó el 23 de febrero (de 2019) fue una demostración física del régimen: quemaron un camión y cerraron la frontera, pero durante el año ha tenido otros episodios. Si bien hay un avance en la Organización de Naciones Unidas en el reconocimiento de la emergencia humanitaria, ninguna de estas cosas se han manifestado en avances logísticos. Venezuela necesita ayuda para salir de la miseria en la que está.

–¿Qué fue lo que ocurrió el día del ingreso de la ayuda humanitaria?

–Primero, el uso salvaje y brutal de todas las formas de represión que tiene el régimen para impedir el ingreso de insumos. No solo el uso de las Fuerzas Armadas, sino de grupos paramilitares, como los que vimos en la frontera San Antonio-Ureña; así como la masacre de los pemones en el estado Bolívar. Segundo, un proceso de aprendizaje que tiene que ver más con nosotros.

El 23 de febrero hicimos una apuesta muy elevada para salvar vidas, para poner lo humano en el centro de nuestra acción política y hubo una serie de expectativas construidas que apuntaban a que no íbamos a hacer un ejercicio de ayuda humanitaria, sino que ese era el día de la batalla final, el día D, y todo eso terminó claramente en una frustración.

–¿En qué pudo contribuir ese cargamento que no entró? ¿Qué llevaban los camiones?

–Había insumos para hospitales tipo IV; suplementos nutricionales para atender adultos mayores con desnutrición severa; kits de higiene, que dentro de la esfera humanitaria tiene que ver con dignidad (toallas sanitarias, jabones, purificadores de agua); había dotación para ambulatorios y medicina primaria.

En esos días de febrero fuimos dando el balance y hubo algunas cosas que rescatamos como IHK, que son kits para atender a 50 mil pacientes en emergencia hospitalaria. Se preservaron porque no llegaron a la línea frontal de la frontera, pero luego se logró, a través de la Organización Naciones Unidas, que esos combos entraran al país.

–¿Tienen previsto hacer otras entregas y de qué forma?

–Entendiendo el contexto, hemos tomado la decisión de comunicar un poco menos lo que hacemos, para garantizar que efectivamente se cumpla. A todos los que hemos podido ayudar, le hacemos entrega directa (de los insumos) con mucha discreción. Al final, nosotros no somos los implementadores humanitarios.

Es decir, ni la Asamblea Nacional, ni el gobierno interino son los que deben hacer la entrega de última milla. No les corresponde. Ese rol lo tienen las organizaciones y los actores humanitarios. Nosotros somos un puente de conexión entre quien puede ayudar y quien tiene la capacidad efectiva de entregar esa ayuda. Nosotros hemos mantenido el trabajo de pensar cómo escalamos en esto, cómo podemos ayudar a las organizaciones y cómo podemos hacer que entren más insumos y alimentos a Venezuela.

Sigue leyendo este trabajo de Dayimar Altuve Ayala en El Pitazo

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