Benedetti tendría un papel importante en el restablecimiento de relaciones con la administración de Nicolás Maduro y el manejo de casos como el de Monómeros.
En los hombros del exsenador Armando Benedetti podría recaer la responsabilidad de la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Venezuela y Colombia, toda vez que en medio colombianos se asegura que él podría ser el embajador de Gustavo petro en Caracas.
Después de estar en el Congreso durante 16 años, el político se alista para incursionar en la carrera diplomática y, aunque la designación de Benedetti no ha sido confirmada por Petro, diarios como El Colombiano y el Espectador, aseguran que su nombramiento «es casi un hecho».
Y es que llama la atención que él acompañó al designado canciller, Álvaro Leyva, en su reciente visita a Venezuela, para reunirse con los delegados de la administración de Nicolás Maduro. A esa cita asistieron el ministro de relaciones exteriores, Carlos Faria, y Freddy Bernal, gobernador del Táchira.
¿Qué se espera de Benedetti?
La noticia de que el exsenador llega a ese rol se conoce justo 12 días después de que la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia lo llamó a indagatoria por el caso de Fonade, en el que la magistrada Cristina Lombana revisa presuntas irregularidades en la contratación en esa entidad durante la administración de Juan Manuel Santos.
Fuentes del Pacto Histórico detallaron que Petro le asigna esa misión porque es uno de sus hombres de confianza.
Él aterrizó en su grupo político, la Colombia Humana, cuando el Partido de la U le quitó el aval y durante su paso por el Senado (2018-2022), comenzó a estrecharse una relación que lo dejó como uno de los más cercanos para la campaña presidencial.
Benedetti reabrirá una embajada vacía desde febrero de 2019, cuando el día 23 de ese mes Maduro anunció la ruptura de relaciones diplomáticas y consulares, lo que obligó al personal que allí quedaba a abandonar el país de forma intempestiva.
Para ese momento, la oficina estaba en manos de Germán Castañeda, encargado de negocios, aunque la ya compleja relación binacional limitaba las labores a la atención de los colombianos que allí residen.
Otros tiempos
El posible aterrizaje de Armando Benedetti en Caracas significa el inicio de otros tiempos. Primero, a partir del 7 de agosto se sella el restablecimiento de las relaciones diplomáticas para lo que el nuevo gobierno rehabilitará los consulados y el comercio de frontera.
Segundo, desde el bando del régimen estarían enviando un embajador a Bogotá cuyo nombre aún se desconoce.
En la agenda está el manejo de Monómeros Colombo Venezolanos, la compañía de fertilizantes con sede en Barranquilla en la que Venezuela participa económicamente.
Esa empresa es vital para el sector agrícola porque es proveedora de insumos químicos para el campo, un producto que escasea en los mercados internacionales por la guerra en Ucrania, ya que esa nación –y Rusia– son proveedoras globales.
En enero, la Superintendencia de Sociedades tomó control sobre Monómeros por presuntas irregularidades en el manejo de la corporación y esta misma semana salió a la luz que la entidad estaría a punto de levantar esa medida.
Es más: desde que el gobierno de Iván Duque reconoció a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, la oposición ha tenido que ver en su administración.
Esa, sin embargo, es solo una línea del catálogo de asuntos a revisar en el que también están la presencia de los disidentes de la extinta guerrilla de las Farc en ese territorio, al igual que de los hombres en armas del ELN.
No se puede olvidar, incluso, que la exsenadora Aída Merlano está retenida en Venezuela desde enero de 2020 tras escaparse de la justicia colombiana que le investigaba por la posible compra de votos en las legislativas de 2018, un escándalo que tocó fibras en el sector del excandidato presidencial y exalcalde de Barranquilla, Alejandro Char.
Char y Benedetti tienen un elemento en común: el primero fue alcalde de esa capital y el segundo podría buscar ese cargo en las próximas elecciones regionales, un futuro político que terminaría decantándose desde Caracas, desde una Embajada que estuvo inactiva por tres años.
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