Emma Velásquez, una venezolana de 34 años, realizó cirugías cosméticas durante meses, cobrando a sus clientes entre 30 y 250 dólares por procedimiento. Para ello, no tenía licencia médica. El oficio lo aprendió viendo videos de YouTube y Facebook, según confesó a la policía.
Su arresto ocurrió la semana pasada en Barcelona, estado Anzoátegui, en el oriente de Venezuela. Sus prácticas pusieron en riesgo la salud de decenas de personas, a las que les agrandó labios, inyectó plasma rico en plaquetas o aplicó microdermoabrasiones, indicó el jefe de la policía científica, Douglas Rico.
Policías se hicieron pasar por clientes interesados en sus servicios de estética enviándole mensajes a su cuenta de Instagram, By Emma Velásquez, hasta concretar una cita. Al llegar al sitio, confirmaron que no tenía avales médicos.
Velásquez, que tenía un registro policial abierto desde 2004 como persona extraviada, tenía en su consultorio decenas de jeringas y tubos de ensayo, así como numerosos equipos y artículos para tratamientos estéticos.
El de Velásquez se suma a decenas de casos reportados durante este año en Venezuela de falsos doctores con credenciales nulas o ficticias. Varios en el gremio médico culpan al gobierno por la falta de controles sobre quienes ejercen la medicina.
Hace un mes, la policía científica reportó otro arresto en Caracas de una mujer de 26 años que realizó trabajos ilegales de medicina invasiva y de dermocosmiatría durante al menos seis meses en su consultorio, el “KGMC Centro Estético”.
Los escándalos de médicos impostores van más allá de la estética. José López, de 38 años, se hizo pasar por médico cirujano y ginecólogo en centros de salud del estado Aragua, en el centro del país, donde llegó a colocar palitos de chupetas intradérmicos como supuesto método anticonceptivo, dijo la policía.
En Zulia, la región más poblada de Venezuela, Mauricio Monroy, de 29 años, ejerció como médico residente de anestesiología en el Hospital Universitario de Maracaibo. Lo logró forjando un título universitario, divulgaron las autoridades.
La policía científica lo detuvo en mayo en uno de los quirófanos de ese centro asistencial, el de mayor relevancia del sistema de salud estatal en la ciudad.
También, se supo en mayo de la aprehensión en el oeste de Caracas de una presunta cirujana con especialidad en homeopatía, de 46 años, que ejerció ilegalmente la medicina por 20 años gracias a un título universitario forjado.
Una investigación del diario El Pitazo reflejó que la policía venezolana detuvo a 21 falsos médicos en el país entre enero y mayo de este año. Los arrestos ocurrieron en los Andes, el occidente, los Llanos y el centro de la nación.
Controles ineficientes
El Ministerio de Poder Popular para la Salud del gobierno presidido por Nicolás Maduro es el principal responsable y el primer filtro para evitar las prácticas de medicina ilegal, subraya Huníades Urbina, secretario académico de la Academia Nacional de Medicina y pediatra intensivista de amplia experiencia.
“El Ministerio de Salud tiene un departamento que debe chequear estas credenciales (de todos los médicos en el país). Nos asignan una matrícula”, entre otros documentos que certifican sus estudios, dijo a la Voz de América.
Un segundo paso en la cadena de controles yace en los departamentos de recursos humanos de los centros públicos y privados de salud, apuntó.
El caso de quienes ejercen ilegalmente la medicina en consultorios privados ya se escapa de la competencia ministerial, indica. La proliferación de médicos falsos en Venezuela tiene su origen en la avaricia, cree el especialista.
“Estos delincuentes ven la oportunidad de ganarse un dinero atentando contra la vida y la salud de los pacientes. Ven cuánto se cobra por una consulta, se ponen una bata médica y hacen cualquier barrabasada”, advierte.
Venezuela vive una aguda crisis económica desde hace nueve años, en los que hubo un proceso hiperinflacionario por más de 48 meses continuos y la devaluación de la moneda nacional pulverizó el poder de compra ciudadano.
Urbina estima que los criminales detenidos aprovechan “la gran credibilidad” que tienen los médicos venezolanos como “forma de ganar dinero fácil”. El aumento reciente de las denuncias obedece a que los pacientes notan la falta de experticia del impostor, no reciben tratamiento adecuado y denuncian, opina.
Un médico con más de dos décadas de experiencia en el campo de la cirugía cardiovascular de Venezuela también apuntó a la falta de controles.
“La evaluación de credenciales pasa por las autoridades y las instituciones del ministerio de Salud”, dijo a la VOA, bajo condición de anonimato por temor a represalias.
El médico, que recientemente compartió quirófanos con uno de los doctores con credenciales falsas, cita ejemplos de controles férreos para ejercer la medicina en otros países, como por ejemplo Estados Unidos.
“No solo basta con llevar documentos y soportes. Quien aspire a pertenecer a un centro clínico o a un grupo de traumatólogos, por ejemplo, debe acudir al FBI y ante la DEA (Agencia antidrogas del gobierno) para confirmar antecedentes, verificar sus registros, que te autoricen a emitir recetas”, comentó.
Otros organismos del Estado y la sociedad civil, como el ministerio de Educación, el Colegio de Médicos de cada región en Venezuela, el sistema de identificación nacional y hasta las embajadas deben involucrarse en la aplicación de controles y verificación de credenciales de la medicina local, dijo el médico.
La Ley del Ejercicio de la Medicina en Venezuela atribuye a los colegios médicos competencias menos encaminadas a las certificaciones de credenciales, y más apegadas a velar porque se cumplan normas éticas.
Su artículo 56 los llama a “cooperar con los organismos oficiales en la vigilancia del cumplimiento de las normas legales” del ejercicio de la medicina”, pero el deber de velar por las autorizaciones para practicarla recae sobre el Estado.
El gobierno venezolano no se ha pronunciado sobre los casos de prácticas ilegales de la medicina, mientras en el sector denuncian que existen condiciones precarias para atender pacientes en centros asistenciales.
“Nadie supervisa”
La falta de valores y de formación ética y moral entre los venezolanos es génesis de los ejercicios criminales de la medicina, según Freddy Pachano, médico pediatra y responsable de los estudios de postgrado de la Facultad de Medicina de la centenaria Universidad del Zulia, en el occidente del país.
Para él, solo hay una razón de la proliferación de doctores falsos en la nación suramericana en tiempos recientes: “la falta de supervisión y de sanción”.
“En la medicina, (el problema) es la falta de poder y acción de los entes reguladores” del Estado, dijo a VOA.
El rol del gremio médico, representado en las seccionales regionales de su colegio, también es vital, opina. Asegura, además, que “no hay leyes claras” en Venezuela sobre esa revisión y certificación de credenciales médicas.
“Nosotros (en LUZ) hemos pedido la obligatoriedad de la certificación y recertificación cada cierto tiempo, de forma obligatoria, de los profesionales en las áreas de la salud, pero eso no tiene apoyo puesto que amerita estudiar y tener la posibilidad de ser reprobado y no poder ejercer”, advierte a la VOA.
Pachano afirma que ningún ente estatal o centro privado y público de salud demanda la actualización de los estudios médicos. “Es un serio problema”, dice.
En Venezuela, “nadie supervisa a quien ejerce” y hasta se permite el ejercicio de la medicina “sin autorización de los Colegios de Médicos”, denuncia.
Recuerda, asimismo, que el gobierno venezolano promovió modificaciones de la Ley de Ejercicio de la Medicina para incluir a los llamados médicos integrales comunitarios. El chavismo promovió un programa de formación de seis años para atender la medicina preventiva y de atención primaria de salud, en coordinación con la Misión Médica Cubana y dos ministerios de Venezuela.
“En el juego entre los médicos que forma el gobierno con fines políticos y los que forman las universidades autónomas no hay una ley adecuada”, asegura Pachano, que considera la reforma de la ley como “un tremendo error”.
A su juicio, el “tema complejo” del ejercicio médico sin mayores controles debe vencerse con una operación conjunta entre el Estado y el gremio de la salud.
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