Decenas de figuras de la oposición venezolana, que convirtieron a Colombia en su sede no oficial en los últimos años, dicen que la elección de Gustavo Petro como el primer presidente izquierdista de Colombia los pone en riesgo y planean irse del país.
Activistas, líderes de partidos, exoficiales y desertores militares están haciendo el movimiento, según siete personas con conocimiento de los planes. De acuerdo con una publicación de Bloomberg, temen ser acosados, espiados o incluso secuestrados. Petro asume el cargo el próximo 7 de agosto y reemplazará a Iván Duque, un abierto opositor de Nicolás Maduro.
“Me siento muy inseguro en Colombia en este momento”, dijo en una entrevista Pablo Parada, de 32 años, exlíder estudiantil y preso político. “Los vínculos de Maduro con el presidente entrante no son un secreto. Estamos seguros de que el Gobierno de Venezuela querrá la entrega de miembros de la resistencia y militares. Somos una amenaza”.
En una entrevista reciente con el periódico El País, Petro dijo que los activistas y periodistas venezolanos en Colombia no enfrentarían la extradición bajo su mandato, pero sus planes más amplios para ellos no están claros.
Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio Venezolano de la Universidad del Rosario en Bogotá, dijo a Bloomberg que la oposición ha tenido acceso directo a los niveles más altos del Gobierno, ayudando a dar forma a la política hacia Venezuela. Eso cambiará con Petro quien –dice– debe tomar medidas para proteger a los venezolanos perseguidos.
La figura más destacada de la oposición venezolana que busca opciones de salida es el expresidente de la Asamblea Nacional Julio Borges, de 52 años, quien fundó el partido Primero la Justicia y ha estado en Bogotá durante más de cuatro años.
El Gobierno de Caracas emitió una orden de arresto contra él, acusándolo de ser el autor intelectual de un ataque con drones explosivos contra Maduro. Otro diputado opositor acusado con él, Juan Requesens, se encuentra bajo arresto domiciliario en Caracas.
En Bogotá, Borges va en bicicleta a las reuniones y camina por el parque, un cambio radical con respecto a Caracas, donde los funcionarios de Maduro lo ridiculizaron y viajó en vehículos blindados escoltados por guardaespaldas. Según personas que lo conocen, teme que una vez que Petro esté en el cargo, enfrentará nuevas amenazas.
Otra figura clave que también busca irse es Carlos Paparoni, un legislador venezolano de 33 años que dirigió varias investigaciones sobre corrupción y crimen organizado vinculado al régimen de Maduro.
De acuerdo con la publicación de Bloomberg, mientras estos políticos prominentes buscan asilo político o trabajos en Miami, Washington o Madrid, la mayoría de los demás (activistas de nivel medio y desertores del Ejército) enfrentan opciones más desesperadas.
El exdirigente estudiantil Parada, por ejemplo, dice que planea cruzar a pie el Tapón del Darién, la densa y peligrosa jungla entre Colombia y Panamá. También lo es para el capitán del Ejército Anyelo Heredia, de 38 años, quien escapó de la prisión militar de Ramo Verde en Venezuela en 2019 y enfrenta cargos de traición.
“La situación más delicada es la de los jóvenes que no tienen recursos para salir de Colombia”, dijo Heredia. El analista Ronal Rodríguez estuvo de acuerdo. “Tenían funciones en cabildos o municipios de Caracas o de otras ciudades y son los que, quizá, corren más riesgo porque hay órdenes para ellos de la justicia venezolana”, dijo.
Al revertir el rumbo de Venezuela, Petro acercará la política de Colombia a la de otros países de América Latina, dejando a Estados Unidos con pocos aliados en la región en su esfuerzo por aislar a Maduro. La administración Trump respaldó a Juan Guaidó como presidente interino, mientras usaba una campaña de presión y sanciones en un intento por derrocar a Maduro.
Pero con esa táctica sin éxito y Guaidó marginado, varios países se han movido para volver a comprometerse con Maduro, dijo Mark Feierstein, asesor principal de Albright Stonebridge Group, con sede en Washington, y exdirector principal del Consejo de Seguridad Nacional.
“Están reconociendo la realidad de que Maduro puede ser desagradable, pero es la persona con la que deben lidiar”, dijo Feierstein a Bloomberg. “No creo que sea tan inquietante para Estados Unidos si Colombia hace un movimiento similar”.
El gobierno de Biden, que busca nuevas fuentes de petróleo tras la invasión rusa de Ucrania, ha iniciado conversaciones con funcionarios de Maduro que podrían conducir a la relajación de algunas duras sanciones estadounidenses.
Incluso después de que Petro restablezca los lazos con Maduro, Colombia aún puede trabajar en concierto con Estados Unidos para alentar a Venezuela a celebrar elecciones presidenciales abiertas en 2024, dijo Feierstein. “Si Colombia usa diferentes canales, pero con un objetivo similar, eso también es útil”, dijo.
Eduardo Battistini, un exconcejal de 39 años, ha representado al gobierno alternativo de Guaidó en Bogotá desde 2020, cuando huyó del país tras amenazas y estuvo meses escondido en la Embajada de México en Caracas. No ha podido acceder al consulado de la nación, que yace destrozado junto a una de las carreteras más transitadas de Bogotá.
Si bien sirve a la comunidad más grande de venezolanos fuera de su patria, con casi dos millones, Battistini carece de los recursos para ofrecerles pasaportes o tarjetas de identificación, algo que Petro ha prometido restaurar con relaciones renovadas con Maduro. Aun así, con la bendición de Duque, su equipo ha podido validar miles de títulos para venezolanos que buscan trabajar en Colombia.
“No podemos abandonar a esta gente”, dijo Battistini, quien no tiene planes inmediatos de irse. “Mientras pueda ser útil aquí, lo seré”.
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