Los ataques cibernéticos no sólo se limitan a robos de información sino también a aplicaciones, archivos y datos de otras soluciones administrados por el departamento de TI. Genetec comparte una lista de prácticas de ciberseguridad para los gobiernos que deseen implementar nuevas tecnologías y disminuir los riesgos de ciberataques.
Durante momentos de tensión política interna y externa entre gobiernos, proteger los sistemas de ciberataques se convierte en una cuestión crítica y datos muestran que los países de Latinoamérica no están lo suficientemente preparados.
Puede parecer irónico que una solución de seguridad electrónica (videovigilancia, control de acceso, alarmas, comunicaciones y más) diseñada para proteger a las personas y las propiedades pueda proporcionar un punto de entrada para los ciberdelincuentes. Debido a que estos sistemas están cada vez más conectados a redes e infraestructura de TI, pueden ser bastante vulnerables si no cuentan con las medidas de ciberseguridad necesarias.
Con el aumento de la cantidad de ataques cibernéticos en todo el mundo y tensiones políticas entre diferentes países, se hace evidente que el sector público necesita implementar mejoras efectivas de ciberseguridad en sus redes de TI para reducir vulnerabilidades.
En 2021, los ciberataques aumentaron 600% en Latinoamérica y el Caribe. Según datos de Fortinet, la región sufrió 289.000 millones de intentos de ciberataques en 2021. En primer lugar, se posiciona México con 53,9 % de los intentos, seguido por Brasil con 30,6 %.
La Universidad de Chile, en un estudio publicado en 2021 en su portal de ‘Revistas Académicas’, toma como referencia dos métricas internacionales para ubicar la ciberseguridad de la región comparada con el resto del mundo. Latinoamérica se encuentra en el sexto lugar de las regiones que han priorizado el desarrollo de las cibercapacidades, sólo por encima de África y Oceanía, según el Índice Nacional de Ciberseguridad de la E-Governance Academy. De acuerdo con las métricas evaluadas, 10 de los 11 países de la región estudiados: Perú, Colombia, Chile, México, Argentina, Brasil, Jamaica, Panamá, Surinam y Honduras, tienen cero en los indicadores que miden la protección de servicios esenciales, la delimitación de amenazas, la contribución mundial a la ciberseguridad y la administración de la crisis cibernética de los Estados. Solo Trinidad y Tobago superó esta cifra.
Estos datos evidencian lo común que están siendo los ataques cibernéticos en Latinoamérica y cómo casi todos los días llegan noticias de filtraciones de datos o incidentes de ‘ransomware’ en el sector público. Cualquier organización gubernamental, colegio o institución de educación superior, grande o pequeña, es vulnerable a un ciberataque disruptivo y costoso.
Riesgos de ciberseguridad en sistemas de seguridad electrónica
Hoy en día es fundamental reconocer los riesgos de ciberseguridad que pueden existir en dispositivos de seguridad electrónica como cámaras, controladores de puertas y sus sistemas de monitoreo.
¿Cómo logran entrar los atacantes? ¿Acaso un empleado dio clic en un enlace en un correo electrónico de ‘phishing’? ¿O será que nunca se cambió la contraseña predeterminada de alguna aplicación o dispositivo? ¿Quizás fue a través de una cámara de seguridad olvidada conectada a la red del parqueadero?
Según Camilo Sánchez, gerente de Desarrollo de Negocios de Genetec, «Una idea persistente, pero errónea, es que los ataques cibernéticos a los sistemas de seguridad electrónica solo se limitan a daños o robos de información de estos sistemas. Por ejemplo, las amenazas reconocidas a menudo incluyen la capacidad de detener de forma remota la transmisión de video de una cámara, abrir o bloquear una puerta o interrumpir los sistemas críticos de algún edificio. Ciertamente, la preocupación por los riesgos de la seguridad física de las personas o instalaciones está presente; Sin embargo, la mayoría de los ataques cibernéticos no se limitan a estos casos. Estos ataques se dirigen también a aplicaciones, archivos y datos de otras soluciones administrados por el departamento de TI.»
Un ataque que se origina en una cámara puede viajar por la red para bloquear el acceso a aplicaciones críticas, retener archivos para pedir rescate y robar datos financieros o información personal de empleados, estudiantes, clientes o residentes.
Por ejemplo, el botnet (software malicioso) conocido como Mirai continúa interrumpiendo sistemas y redes con ataques a dispositivos conectados a Internet, incluidas las cámaras. Para encontrar dispositivos vulnerables, el malware se basaba inicialmente en intentar iniciar sesión con nombres de usuario y contraseñas predeterminados de fábrica y ahora ha evolucionado para explotar vulnerabilidades sin parches.
Un análisis realizado por Genetec, compañía que ofrece soluciones de seguridad electrónica unificadas, encontró que una gran cantidad de cámaras de seguridad permiten este tipo de ataque. Según su estudio, casi 7 de cada 10 cámaras tenían firmware desactualizado.
En 2021, un investigador de amenazas de seguridad descubrió que un botnet basado en Mirai, llamado Moobot, usa otra técnica para infectar dispositivos de videovigilancia con vulnerabilidades críticas. Esta técnica inyecta código malicioso en el dispositivo y luego verifica la red para encontrar dispositivos adicionales qué infectar. Más de 100 millones de dispositivos en todo el mundo se ven afectados por esta vulnerabilidad, lo que la convierte en la mayor vulnerabilidad que jamás haya afectado a la videovigilancia. Aunque hay un parche de software disponible para cerrar este riesgo, este botnet de IoT nunca dejará de buscar un punto vulnerable y, lo más preocupante, es que es posible que los equipos de TI no sepan qué cámaras instaladas deban recibirlo, ya que estos dispositivos son OEM de muchas marcas que no muestran fácilmente su origen.
Gobiernos como los EE.UU, el Reino Unido y Dinamarca ya han empezado a restringir el uso de cámaras que han mostrado múltiples vulnerabilidades críticas de ciberseguridad como éstas en instalaciones del gobierno e infraestructuras críticas. En los países de Latinoamérica, sin embargo, no existe ninguna restricción todavía.
“Las cámaras de seguridad y los sistemas de control de acceso deben considerarse dispositivos de red críticos”, comenta Camilo Sánchez, y agrega: “Estos dispositivos necesitan recibir un alto nivel de protección y monitoreo para las operaciones y la ciberseguridad. Es por esto que, buscar fabricantes confiables que implementen la ciberseguridad y privacidad por diseño, es indispensable sobre todo si hablamos de instalaciones gubernamentales y de infraestructura crítica”.
Este enfoque está ganando aceptación dentro de las organizaciones de TI a medida que dos cuestiones se vuelven más claras y convincentes. La primera es el creciente cruce de ataques a la red de cámaras de seguridad y controladores de puertas conectados a Internet. Estos dispositivos a menudo brindan a los ciberdelincuentes una entrada fácil a la red, y el departamento de TI tiene una visibilidad limitada hasta después del hecho. En segundo lugar, el volumen creciente y la interrupción de los ataques cibernéticos aumentan inherentemente el nivel de riesgo de cualquier dispositivo conectado a la red que no esté adecuadamente protegido.
Uniendo la seguridad electrónica y la ciberseguridad
En muchas organizaciones, una perspectiva de vieja data es que la seguridad física y de TI son ámbitos separados, y que su trabajo y sus preocupaciones no convergen. Sin embargo, esta perspectiva debe cambiar a la luz del creciente riesgo cibernético que pueden presentar las tecnologías de seguridad electrónica.
Este cambio comienza cuando los equipos de seguridad electrónica y de TI se unen en una sola organización que se centra en un programa de seguridad integral basado en una comprensión común del riesgo, las responsabilidades, las estrategias y las buenas prácticas.
Al comprender que los dominios físicos y cibernéticos están estrechamente vinculados, los gobiernos pueden implementar nuevas tecnologías, nuevos roles de personal y nuevas prácticas que fortalezcan la seguridad en general. A continuación una lista de mejores prácticas en este ámbito:
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