Desde los primeros años de su gobierno, el expresidente Hugo Chávez estrechó vínculos con algunos países “no alineados” que, además de estar ubicados a notable distancia geográfica de Venezuela, compartían el rechazo al “imperialismo norteamericano” heredado de la Guerra Fría.
A medida que se iban deteriorando las relaciones con Estados Unidos y crecía el desprestigio internacional de Nicolás Maduro por sus prácticas antidemocráticas, el chavismo se fue acercando a naciones como China, Rusia, Turquía, Irán, Bielorrusia, Siria y Corea del Norte en busca de socios no solo políticos sino también económicos.
En apariencia, se trata de alianzas ideológicas pero en realidad están movidas por intereses pragmáticos. “Venezuela y sus actuales aliados no son disímiles, son aliados ideológicos, aliados en la desgracia y aliados en la oportunidad que esto representa”, afirmó María Alejandra Aristeguieta, exembajadora del gobierno interino venezolano en Suiza, entrevistada para este reportaje que revela el intenso intercambio comercial entre estos países que, contradictoriamente, se distinguen por imponer más trabas formales a los negocios según el índice del Banco Mundial.
A lo largo de dos décadas, Venezuela ha firmado 1237 convenios, tratados y acuerdos de cooperación por un monto que ronda los $173.000 millones, aunque la opacidad que rodea estos negocios impide conocer la verdadera magnitud de los montos transados.
La relación de Venezuela con estos gobiernos autoritarios, con altos índices de corrupción y cuestionada violación de derechos humanos también se fundamenta en la experticia para sortear las sanciones económicas de Estados Unidos, un sistema financiero alternativo de los circuitos internacionales, la laxitud de los controles financieros y jurídicos así como la debilidad institucional que promueven actividades ilícitas y el apoyo en organismos multilaterales para protegerse mutuamente en el escenario internacional.
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