Ángel Álvarez: La oposición debe aprender a maniobrar la credibilidad

El politólogo Ángel Álvarez destaca que la oposición debe aprender a maniobrar, lo cual no significa que tenga que atraer a sus filas a los disidentes del gobierno.

“Para que una oposición, a un gobierno autoritario o no, pueda resultar atrayente a personas disidentes con el gobierno tiene que resultarles a estos creíbles y confiables. tiene que tener un proyecto que incluya los puntos de vista, así sea parcialmente, de esos sectores disidentes y generar confianza en la forma en la que la oposición llevaría a cabo esas propuestas. Además, tendrían que ser respetuosos de los derechos de quienes están disintiendo”, enfatiza el politólogo Álvarez.

Añade que, en algunas oportunidades, una unidad heterogénea puede hacer temer a los sectores disidentes del gobierno que, si los adversarios llegan al poder, no habría confianza. Este riesgo, especialmente, se da cuando la coalición opositora incluye a algunos voceros radicales que ofrecen sanciones y penas, o exclusión, de quienes están disintiendo.

“La unidad no necesariamente garantiza e incluso, en algunas circunstancias, podría ser un obstáculo para disminuir la resistencia y eventualmente llegar a algún acuerdo de mutua tolerancia con sectores disidentes del gobierno”, subraya el politólogo.

Señales para la oposición
Por su parte, el sociólogo político Francisco Coello indica que las primarias no dejaron dudas sobre la debacle del PSUV y exhibieron una capacidad organizativa mermada.

Desde su perspectiva, “eso le debe dar señales a la oposición sobre la maquinaria oficialista, y ponderar su maquinaria siempre y cuando se puedan alcanzar unas condiciones razonablemente confiables. Una de las cosas que ha hecho la oposición en el pasado es la organización electoral, pero del otro lado hay una Fuerza Armada Nacional (FAN) que reprime y hay un desconocimiento de los resultados”.

Refiere que, en el pasado, por ejemplo, Antonio Ledezma le ganó a Aristóbulo Istúriz la Alcaldía Metropolitana y se lo llevaron secuestrado. Además, varios alcaldes opositores debieron irse al exilio.

Coello asevera que, al menos en el discurso de algunos opositores, se observa que se ha capitalizado el balance de las primarias oficialistas. Acota que, justamente, de allí surge la narrativa de deslegitimar la contienda revolucionaria.

“Lo que se está viendo del PSUV, no solo son las peleas y la violencia interna que es muy grave, sino el hecho de que se están haciendo trampa entre ellos. Además, hay declaraciones grotescas, por ejemplo, lo que dijo Freddy Bernal de que quien obtiene la mayor cantidad de votos, no necesariamente es el candidato del partido. ¿Esto qué es? ¿Para qué hacen primarias?”, afirma.

Otro hecho, acota Francisco Coello, que la oposición está usando en sus declaraciones es que la movilización del PSUV es prácticamente nula, a pesar de las amenazas. También se está demostrando que hay unas bases del partido oficialista “que son personas que hacen un trabajo comunitario, un trabajo que los dirigentes no hacen, tenían la aspiración de medirse y los están dejando afuera”.

Coello asevera que la oposición podría sacar partido si les abre las puertas a estos sectores, pero sin hacerse ilusiones. “Uno entiende que mucha de esta gente está sometida a presiones de todo tipo, pero se pueden abrir las puertas”, plantea.

El politólogo Oscar Vallés expresa que aprovechar la situación del PSUV tiene dos lecturas que están sujetas al proceder de las vertientes opositoras.

“Desde la perspectiva de la oposición que está promoviendo candidaturas, participación y que finalmente se postulará a las elecciones de 21 de noviembre, lo que ha sucedido les da una gran oportunidad de conocer realmente como está el clima y la organización de los cuadros del chavismo en sus municipios y estados, es un dato de oro para la oposición que está en la calle”, esboza.

Vallés agrega que hay estados con fracturas importantes y un gran ventajismo que debilita la capacidad de repuesta del chavismo en las elecciones regionales. A su juicio, se trata de una organización política que, a pesar de estar en el poder, lució muy débil en muchos estados, muy desiertos en otros y “en algunos municipios, fue hasta lamentable el espectáculo que se dieron con cierta agresividad y violencia en los centros de votación”.

Por otra parte, el también investigador de la Universidad Metropolitana señala que para el sector opositor que está negado a participar en el proceso electoral, que no tiene la hipótesis o la ruta electoral en su esquema de trabajo, las primarias del PSUV dan una muestra de cuáles son las pruebas y competencias de la organización estructura de base de la revolución.

Expresa que el partido oficialista, que cuenta con una serie de organizaciones paralelas y conjuntas, pese a la narrativa de que tiene una fuerza bien estructurada, reflejó un gran desorden. «Sino hubiera sido por el Consejo Nacional Electoral (CNE) habría sido imposible hacer el proceso”, acota.

¿Oposición al ruedo electoral?

Para algunos, aprovechar las fisuras del PSUV pasa porque la oposición se mida con el chavismo en las elecciones regionales. Han surgido diferentes candidaturas en los estados, pero en el G4 aún no se decantan por un anuncio que indique su encauzamiento hacia la ruta comicial.

“Tenemos que hacer uso del derecho al voto, esa arma de la democracia que hay que recuperar, debemos ir a votar el 21 de noviembre. Tenemos que hacer las postulaciones y presentar a los líderes locales y regionales en cada municipio y estado», aseveró el excandidato presidencial Henrique Capriles, en rueda de prensa, el 11 de agosto.

El 10 de agosto, la Mesa de la Unidad Democrática, a través de un comunicado, puso a la orden de la oposición unitaria la tarjeta de su partido para las elecciones regionales: «Está al servicio de la unidad de la oposición y en ningún momento se prestará para generar divisiones en el seno de la oposición».

El politólogo Ángel Álvarez expresa que la participación o no participación en unas elecciones en unas condiciones, y un tipo de régimen político como el que existe en el país, pasa por la pregunta de lo que vendrá después del proceso comicial.

“Tanto abstenerse como participar pueden ser opciones útiles si se sabe qué hacer después y se intenta hacerlo con cierta efectividad. Participar y luego no poder ejercer ningún poder desacredita y debilita, quien participa debe saber qué hacer en caso de que gane algunas posiciones y no pueda ejercer el poder. Abstenerse y no hacer nada, como ha sido el caso en Venezuela desde 2005, también es inútil”, sostiene.

Álvarez cree que la oposición se favorecería de las disidencias del gobierno, en el venidero proceso comicial, si el gobierno y su disidencia van con tarjetas separadas y listas separadas. «De lo contrario no se beneficiaría, si y solo si, además, decide participar en las elecciones, cosa que al menos un sector de la misma, cuyo tamaño desconozco, pareciera no estar dispuesto a hacerlo», acota.

Francisco Coello señala que hay varias candidaturas opositoras, como el caso de Carlos Ocariz en Miranda, que aparecen en la palestra pública como una suerte de «llaneros solitarios». Agrega que esas aspiraciones son legítimas, pero quienes la tienen parecieran forzar al G4 a asumir una posición electoral para las regionales.

«Si las condiciones electorales eran malas, ahora son peores. Además, esta la espada de Damocles de que si, si hipotéticamente, ganas, te ponen un protector y la otra son las ciudades comunales», advierte Coello. Señala que con el robo de los votos a lo interno del PSUV, el mensaje oficialista también apunta hacia el desestímulo del voto.

«Lo que percibo es que hay muchas personalidades de partidos del G4 en abierta y franca campaña por alcaldías y gobernaciones del país. En el G4 hay algunos que promueven el voto al darse cuenta de que las posibilidades de movilización ciudadana, para el 21 de noviembre, son enormes en vista de las carencias, las dificultades y los desvaríos y los egos de los cuadros del chavismo», asegura Oscar Válles.

Vallés insiste en que las primarias del PSUV no fueron un movimiento pacífico y ciudadano, tampoco una contienda en buena lid. «Los cuadros de chavistas desarticulados y la maquinaria desaceitada, virulenta y conflictiva del chavismo en los municipios es un llamado de atención para aquellos que se abstienen y que piensan que eso del 21 de noviembre es algo baldío. En las zonas populares hay un déficit de liderazgo, una ausencia de liderazgo comprometido con la gente», asegura.

La estación de México
En el camino al 21 de noviembre, la oposición tiene el inicio del proceso de negociación en México. Sobre esto, Oscar Vallés afirma que el tema de México no solo ha monopolizado al G4, también a los sectores que no participarán en el proceso como la Alianza Democrática.

«El proceso de México es un tema importante en la agenda internacional y como venezolanos no podemos estar indiferentes, pero lo de México es un proceso sumamente largo por las diferencias de las partes, si se dan algunos aspectos son aquellos en los que, a lo mejor, ambas partes no tengan puntos fuertes de discusión, como cuestiones de ayuda humanitaria. Pero, los puntos mas fuerte será para el 2022, si se llega a eso. Como es un proceso muy largo, la oposición no debería perder de vista lo que tiene ante si que es el proceso del 21 de noviembre y que agosto es un mes capital», ataja Vallés.

El politólogo Ángel Álvarez recuerda que no es la primera vez que el gobierno y la oposición negocian y, tampoco, sería la primera vez que esas negociaciones no lleguen a ninguna parte porque las partes no consiguen un punto medio y confiable.

«En una negociación hay dos elementos que son clave: en primer lugar, que las dos partes no sean maximalistas, es decir, que no pretendan que la otra parte va a ceder completamente a sus exigencias, sino que, por el contrario, estén dispuestas a ceder. Obviamente, esas concesiones no pueden ser en lo fundamental para ninguna de las dos partes en el sentido de que ninguna de las dos partes estaría dispuesto a someterse a la voluntad del otro en temas claves, como, por ejemplo, para la oposición, la libertad de los presos políticos, o las elecciones supervisadas, y, para el gobierno, la posibilidad de que Maduro salga del poder por una vía que no sea electoral», explica.

Álvarez puntualiza que, en el contexto actual, ni la oposición tiene razones para creer que Nicolás Maduro va a respetar acuerdos, ni el gobierno tiene razones para creer que la oposición con la negociará no va a intentar derrocarlo por otras vías, sacarlo por la fuerza o recrudecer las sanciones.

«No hay confianza ni disposición de hacer concesiones importantes de cada lado», concluye.

NotiVeraz

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