Actualmente, desde el palacio presidencial, Nicolás Maduro tiene control sobre las ondas de radio y da discursos que tienen como finalidad proyectar estabilidad en su nación, que cada vez se deshace más. No obstante, el presidente venezolano pierde el control lentamente sobre las regiones del país, e incluso sobre la capital, Caracas.
De acuerdo con el medio DNYUZ, los lugares en los que más se evidencia el debilitamiento del control territorial es en los alrededores de Cota 905 –una carretera en el occidente de Caracas–, donde hay barrios de invasión, además de los comunidades colindantes de El Cementerio y La Vega. En ese sector habitan cerca de 300.000 personas y está ubicada la pandilla más grande de la capital.
Allí la pandilla hace entrega de alimentos a los necesitados; aporta con el pago de medicinas y funerales, entrega implementos deportivos a los equipos y patrocina conciertos de música. En las fiestas patrias, entrega juguetes y levanta castillos inflables para los niños.
Un comandante de la Policía local aseguró que el territorio que está en manos de esta pandilla está fuera del alcance de la ley, pues tienen acceso a lanzagranadas, drones y motos de alta velocidad. De hecho, los integrantes de estos grupos están mejor equipados y con mejores salarios que los miembros de la fuerza pública venezolana.
Además, si un ladrón es atrapado en alguno de estos sectores, es castigado con un disparo en la mano. De igual manera, los abusadores domésticos son advertidos y si reinciden en sus acciones, reciben disparos, según los residentes. Así mismo, quienes buscan salir de este mundo son perseguidos y considerados como traidores.
Pero para muchos que están bajo el control de estas pandillas creen que su condición de vida es mejor que la “anarquía y la violencia” que había antes de que tuvieran el poder, pues son pocos los que guardan esperanzas de recibir alguna ayuda del Gobierno. “La mayoría de nosotros preferimos vivir así”, dijo Belkys, una residente de la Cota que pidió ser identificada sólo por su nombre de pila, ya que temía sufrir represalias por parte de la pandilla. “No vemos una solución real”.
Esto se da debido al evidente abandono del Gobierno, que ha abandonado gradualmente sus funciones básicas en la mayor parte del país, incluida la vigilancia, el mantenimiento de carreteras, la atención médica y los servicios públicos.
Pues según los denunciantes, el gobierno prefiere entregar cada vez más recursos a las élites políticas, empresariales y militares que forman su base de apoyo.
Ahora algunas áreas del territorio nacional están en manos de criminales e insurgentes, pero el control de las pandillas de Cota 905 y los barrios de invasión cercanos –que están a dos millas del palacio presidencial– son una muestra de que el Gobierno ya no tiene control sobre el centro de la capital.
En el resto de la ciudad hay otros grupos armados, que tienen el control sobre los barrios de la clase trabajadora. “A menudo se ve a Maduro como un hombre fuerte tradicional que controla todos los aspectos de la vida de los venezolanos […] En realidad, el estado se ha vuelto muy fragmentado, muy caótico y en muchas áreas muy débil”, dijo Rebecca Hanson, socióloga de la Universidad de Florida que estudia la violencia en Venezuela.
Mientras el poder del Gobierno mermaba, el crimen organizado crecía, lo que llevaba a que funcionarios de Maduro tuvieran que negociar con las pandillas más grandes para limitar la violencia y mantener el control político, de acuerdo con las entrevistas que le hizo el portal a residentes, policías, funcionarios y académicos.
En el proceso, las pandillas más organizadas comenzaron a suplantar al Estado en sus comunidades, pues tomaban el control de la policía, los servicios sociales e incluso la aplicación de las medidas pandémicas.
De acuerdo con algunos agentes de policía, la pandilla que controla Cota 905 cuenta con cerca de 400 hombres armados con las ganancias del tráfico de drogas, el secuestro y la extorsión, y ejerce un control total sobre al menos ocho millas cuadradas en el corazón de la capital.
De igual manera, mientras la economía venezolana se desplomaba, Cota empezó a dar ayudar económicas a la ciudad, reemplazando así los programas sociales sin fondos de Maduro, que una vez ofrecieron comida, vivienda y útiles escolares gratuitos para los pobres.
NotiVeraz