El apartamento de Juan Guaidó perdió la calidez del hogar, convertido en una oficina con papeles, libros y computadoras en cada mesa y una pila de cajas en un rincón, donde sostuvo que continuará ejerciendo acciones para evitar que Maduro concrete su intención de aniquilar la alternativa democrática.
Hace meses que su despacho en Caracas fue allanado por agentes del servicio de inteligencia y desmantelado.
Jefe del opositor Parlamento reconocido como presidente encargado de Venezuela por más de 60 países, Guaidó no es candidato en las elecciones legislativas del próximo domingo, que denuncia como “un fraude”, y apuesta todo a un plebiscito con el que quiere avalar una prórroga al período de la actual Asamblea Nacional e impulsar nuevas sanciones contra el gobierno del presidente socialista Nicolás Maduro.
“Difícilmente podríamos llamarle elección a ese proceso” del 6 de diciembre, dice el dirigente de 37 años en una entrevista con la AFP desde la que era la habitación de su pequeña hija Miranda.
En lugar de una cuna y juguetes, hay un escritorio con una bandera venezolana al costado y una fotografía de una de las multitudinarias manifestaciones que encabezó en 2019, cada vez más lejanas.
“El objetivo de Maduro ni siquiera es ganar legitimidad”, sino “aniquilar a la alternativa democrática en Venezuela” con unas votaciones en las que espera acabar con la mayoría opositora del Legislativo, sostiene.
“Homologar sanciones”
El próximo año se instalará un nuevo Parlamento que seguramente estará dominado por el chavismo, ante la negativa de los principales partidos políticos opositores de postular aspirantes. Ya Estados Unidos anunció que lo desconocerá y la Unión Europea pidió, sin éxito, posponer los comicios legislativos.
El reto de Guaidó es salvar su vigencia con la consulta que promueve, prevista del 7 al 12 de diciembre, sin respaldo de autoridades electorales, a las que acusa de servir a Maduro.
Confiando en que sus aliados internacionales ratifiquen el apoyo que le han dado, sostiene que el próximo paso es “homologar sanciones”.
Aspira a que el presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ratifique las sanciones de la saliente administración de Donald Trump y que esas medidas tengan eco en Europa y América Latina, renuentes a restricciones económicas como las impuestas por Washington.
“Tenemos que articular al gobierno en Estados Unidos con Europa, con los países de Latinoamérica (…) y homologar sanciones”, explica. “No solamente es que se aumenten, (sino) que se homologuen para evitar que la dictadura pueda sortearlas”.
Venezuela, en una profunda crisis, fue bombardeada por sanciones del gobierno de Trump, estrategia de “presión máxima” que no pudo desplazar a Maduro.
Guaidó insiste en “sostener la presión internacional” y a la vez recuperar “la presión popular” tras meses de enfriamiento de las calles en medio de la pandemia de covid-19. La erosión de su liderazgo y las fracturas de la oposición son duros obstáculos.
El parlamentario ha propuesto además que deben ofrecerse “incentivos” para que los militares venezolanos –sostén de Maduro– participen en una eventual transición.
De Trump a Biden
Guaidó pasó en 2019 de ser un político prácticamente desconocido a convertirse en el gran aglutinador de la oposición a Maduro, con reconocimiento de gobiernos como el de Trump, quien lo recibió en la Casa Blanca.
Por meses fue insinuada una intervención militar, quimera a la que los venezolanos más radicales se aferraron, culpando después a Guaidó cuando no se concretó.
“Nadie ofrece una acción militar, ni como primera, ni como segunda, ni como tercera (opción), pero se hablaron de las opciones sobre la mesa, entendiendo la naturaleza criminal de Nicolás Maduro”, expresa el dirigente, subrayando las acusaciones de narcotráfico contra el mandatario venezolano en Estados Unidos, así como las numerosas denuncias de violaciones de derechos humanos.
Ahora Guaidó dice haber hecho acercamientos con Biden a través de congresistas para conservar “apoyo bipartidista” de demócratas y republicanos. Aún no ha conversado directamente con el presidente electo o su equipo.
Asesores de Biden, en tanto, han dicho que explorarán contactos directos con Maduro.
“Sería una tragedia”, expresa Guaidó. “No tengamos duda que en ocasiones la comunidad internacional (caería) en la tentación de, por vía de los hechos, entenderse con el dictador (…). ¿Cuál es el incentivo del dictador de turno (para dejar el poder) si él sabe que (…) se le va a reconocer? Ninguno”.
Biden, no obstante, ha llamado “dictador” a Maduro.
Negado al exilio
En las últimas semanas, altos dirigentes chavistas han amenazado con llevar a prisión a los legisladores que abogaron por sanciones frente a Maduro.
Guaidó niega que vaya a optar por el exilio como acaba de hacer su mentor Leopoldo López: “Asumo el riesgo de quedarme en Venezuela”.
Su presencia, considera, es “central” para mantener la pugna por “elecciones presidenciales y parlamentarias libres”.
“No son nuevas las amenazas ni van a evitar que cumplamos con nuestro deber”, asegura.
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